Antes de cumplir sus 10 años, el pequeño Luis comenzó a jugar al básquetbol en el Club Ciudad de Buenos Aires, impulsado por papá Mario (ex basquetbolista) y mamá Alicia. Partido a partido, su rendimiento fue en constante ascenso y le permitió desembarcar con sus altas aspiraciones en Ferro, a los 15 años, donde jugó sus primeras ligas como profesional.

Con el deseo de continuar su carrera fue del país, Scola armó las valijas y emprendió viaje rumbo al Viejo Continente para aterrizar en el Saski Baskonia de España (1997-1998) y aventurarse en su primera experiencia internacional. Cedido por dos temporadas al Cabitel Gijón de la segunda división, logró convertirse en figura y conseguir el ascenso a la Liga ACB.

Luego, con el Baskonia, ganó la Liga ACB (2002), tres Copa del Rey (2002, 2004, 2006) y tres Supercopas de España (2005, 2006, 2007).

Hubo dos jugadas polémicas que le impidieron a la Argentina ganarle a Yugoslavia la final del Mundial de Indianápolis 2002. Una, la más recordada, fue la falta no cobrada que sufrió Hugo Sconochini. Y la otra, lo tuvo como protagonista a Scola por una infracción que le cobraron sobre Vlade Divac. Una falta que, años más tarde, el mismísimo árbitro Nikos Pitsilkas reconoció no haber existido a pesar de haberla pitado.

¿Quién dice que de una semifinal no pueden desprenderse imágenes que se graben en los recuerdos para siempre? Después de la tristeza de Indianápolis, Scola volvió a ser partícipe de un nuevo triunfo ante Estados Unidos (Argentina le había ganado en el Mundial) en la semifinal de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Tras una volcada sobre el final, y disfrutando de sólo imaginarse arriba del podio olímpico, se dibujó una medalla en el pecho. Una imagen para la historia y apenas un anticipo de lo que vendría...

Italia era el rival a vencer en la final de Atenas 2004 y Luis se había ganado un lugar entre los titulares tras la lesión de Fabricio Oberto. ¿Su rendimiento? Notable. Scola firmó 25 puntos, 11 rebotes y victoria por 84-69 para colgarse la medalla de oro y escuchar el himno argentino desde lo más alto del podio.

Si bien San Antonio lo eligió en el número 56 del draft de la NBA 2002, sus chances de llegar a la mejor liga de básquetbol del mundo quedaron en suspenso varios años. Recién en 2007, Houston destrabó su situación contractual, se lo canjeó a los Spurs y le permitió a Luifa cumplir su sueño.

Luego, vistió las camisetas de Phoenix Suns, Indiana Pacers, Toronto Raptors y Brooklyn Nets.

Esta vez, Luis Alberto y compañía no pudieron con Estados Unidos y así perdieron la posibilidad de defender el título olímpico. Sin embargo, Lituania no pudo impedir que Argentina vuelva a subirse al podio en los Juegos de Beijing 2008. A pesar de que Scola debió dejar la cancha por llegar a las cinco faltas, el seleccionado nacional se impuso por 87-75 y le dijo "hasta luego" a China con la medalla de bronce colgada.

Scola estuvo al frente de la movida realizada junto a integrantes de la Generación Dorada para exponer la caótica situación de la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB). De hecho, junto al resto del plantel, amenazó con no presentarse al Mundial de España 2014. El resultado de la cruzada terminó con la CABB intervenida y con el ex presidente, Germán Vaccaro, procesado.

Aún habiendo ganado un oro olímpico, para Luis hubo un logro máximo e insuperable: haber sido elegido como abanderado de la delegación argentina para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Es más, el consenso para designarlo era tal que sin la necesidad de que haya una elección, el Comité Olímpico Argentino tomó la decisión de manera unánime.

"La bandera argentina es mucho más que cualquier deporte, así como los Juegos Olímpicos son mucho más que cualquier partido de básquetbol. Por eso no tiene comparación con ninguna cosa llevar la bandera en la ceremonia", manifestó Scola.