Uno de los debates importantes que se dan dentro del círculo feminista es qué pasa con la cantidad de denuncias que se viralizan, qué pasa si llegan a la Justicia, qué pasa con el show que se monta alrededor de un abuso a una menor de edad y quién "defiende" a los varones de las acusaciones falsas. 

El tema es complejo porque desde el movimiento de mujeres, casi como un principio tallado a piedra, se acompaña a la víctima. No como un hecho fáctico sino como un compromiso político. El sistema judicial en nuestro país no es igualitario y las dos voces no deben leerse de esa forma.

 "Se habla del principio de igualdad, que tenemos que ser todos iguales ante la ley, pero si vos tenés una sociedad desigual, ese principio no existe. No podés tratar a un hijo de 1 año como tratás al de 19. Tenemos una parte de la sociedad que esta permanentemente violentada y no es una idea sino una realidad. Está plasmado en los Derechos Humanos, no es algo que esté en discusión. Los tratados internacionales son muy claros: para este sistema no somos iguales", indica la especialista.  

"Lo que pasa es que se superponen dos tipos de discursos, el jurídico y el público. En términos jurídicos vos tenés algunos delitos de abuso sexual que varían en la graduación de pena y de gravedad. Hay abusos simples hasta delitos de penas agravadas. Para el código penal no existe la palabra violación sino abuso sexual agravado con acceso carnal, por ejemplo. Ese es el delito más grave y es el que tiene a la prisión como pena", detalla Mariela.  

Las mujeres atravesamos distintos tipos de situaciones de discriminación, agresión y abuso durante toda nuestra vida. Desde que somos chiquitas nos enseñan a sonreír, hablar poco y, entre muchas otras pequeñas cárceles, reprimir todos nuestros deseos sexuales. 

¿Pero todos los abusos son iguales? ¿Todo lo difícil que es ser una mujer en este mundo tiene que pegar la vuelta y ser difícil también para los varones? ¿La idea es pensarlo como dos bandos? No, no y no. 

Si bien es importantísimo separar la paja del trigo y aclarar desde todas las estructuras feministas que no es lo mismo un femicidio que una violación, ni lo mismo un abuso que una situación de acoso, tampoco se pueden minimizar historias que son difíciles de procesar para muchas mujeres. 

"Hay un montón de tipos de violencia que no son delitos y no está bueno meter al sistema penal en todo. El maltrato en el ambiente laboral, el hostigamiento, el acoso, todas esas cuestiones no son delito penal. No hay penas sino algunas contravenciones depende cada caso", indica Labozzetta. 

"Tenemos que ser responsables en lo que pedimos desde el movimiento. No todos los hechos tienen la misma gravedad, en algunos colegios secundarios está pasando una suerte de persecución y estigmatización a los varones. Eso perjudica vincularse entre adolescentes que no saben cómo administrar todo lo que esta pasando, así que es importante empezar a hablar de progresividad. En el sistema penal hay graduación de penas, no es lo mismo un femicidio que tocarle el culo a una mujer", detalló.

Uno de los debates más actuales es qué pasa con los hombres dentro del movimiento feminista, ¿son aliados? ¿pueden acaso ser feministas? Para la especialista, si bien deben quedarse a un costado, no deben ser expulsados.  

"No cualquier maltrato significa expulsar al tipo de donde esté, las conductas expulsivas son poco constructivas y no es hacia donde vamos. Hay que empezar a hablar de gradualidad, proporcionalidad", refuerza. 

El cambio de paradigma es brutal y es algo que el feminismo busca desde hace más de cuatro décadas. En este difícil proceso de adaptación, muchos varones están mareados y muchas mujeres, en contraposición, entienden que hay un nuevo camino para transitar en el que estamos más seguras y acompañadas.

Pero en todo este proceso, es importante poder ver la diferencia entre un violador y un chico que se crió en esta cultura machista y tiene una práctica de seducción, por ejemplo, basada en la dominación sobre la mujer. "Lo que paso con Thelma caló profundamente en todos. Creo que en el 2015 el grito llegó a las mujeres pero esta vez, se extendió a los varones", reflexiona Mariela.  

"El concepto del consentimiento es muy importante y todavía no está suficientemente trabajado desde la sociedad pero además desde la Justicia. Cómo y cuándo una mujer consiente o no consiente, si no dice que no pero demuestra incomodidad, por ejemplo. Todas esas cuestiones recién ahora están sobre la mesa",  sostiene Labozzetta. 

Aún así, la fiscal tiene una mirada esperanzadora de cómo nuestro sistema judicial comienza a modificar algunas de todas sus estructuras machistas. "Las normas penales tienen que ser lo más objetivas posibles pero los jueces no son sujetos neutrales. Son sujetos instituidos en este sistema patriacal", dice y agrega: "Igual está creciendo este tema dentro de la Justicia, cada vez hay más personas adentro del sistema que tienen inquietudes y ganas de empezar a mirar con el lente de género pero también hay muchos que ni se enteraron".

"El sistema judicial es muy cerrado a la comunidad, lo ves hasta ediliciamente, los jueces no salen de sus despachos, no ven a la gente, tienen muebles antiguos, cruces y usan un lenguaje arcaico. Eso mismo produce una cosa de aislamiento de la evolución que tiene la vida afuera. Pero el clamor de lo que esta pasando hace que levanten la mirada, no les queda otra", indica. 

"Ahora los varones tienen que mirar para atrás, cuestionar todas sus conductas con esta nueva perspectiva, descubrir cosas horribles que hicieron, repensar y modificarlas", dice la fiscal respecto al cambio de todas las reglas del juego.  

Es que sí, la lógica del hombre que sale a un boliche y le toca el pelo, la cintura, la cola, las tetas o agarra del brazo a todas las minas que le interesan, se terminó. Por supuesto que no en todos los ámbitos pero sí en muchos en donde esas y otras tantas violencias sobre nuestros cuerpos estaban naturalizadas. 

"Los varones tienen que estar intranquilos. Y ojo, no asustados, no con miedo, pero sí movilizados por lo que esta pasando y con la necesidad instalada de conversar y escuchar a las feministas. Siempre le digo a los varones que me preguntan qué hacer que además de hablar con las mujeres, tienen que charlar con las feministas, leer artículos feministas, teoría feminista y entender de qué se trata nuestra lucha", finaliza Mariela.