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2020 será uno de los años más cálidos de toda la historia

La evaluación se basa en cinco tipos variables que sitúan al presente como el segundo año con las temperaturas más altas, detrás de 2016 y delante de 2019.

2020 será uno de los años más cálidos de toda la historia

El año 2020 será uno de los tres más cálidos desde que hay registros ya que desde enero la temperatura media de la Tierra estuvo en torno a 1,2ºC superior al período de referencia de 1850-1900, según alertó en esta jornada las Naciones Unidas. 

A su vez, la década 2011-2020 será la más cálida nunca antes vista, y los últimos seis años, desde 2015, los de mayor temperatura que se han registrado, según el informe anual provisional del estado del clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

"2020 fue, por desgracia, otro año preocupante para el clima", afirmó en este sentido el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.

La evaluación de ese organismo se basa en cinco tipos de variables que sitúan actualmente a 2020 como el segundo año con las temperaturas más altas, detrás de 2016 y delante de 2019. No obstante se aclaró que las diferencias de temperatura entre estos tres años son mínimas lo cual podría cambiar la clasificación una vez que estén disponibles los datos completos de 2020.

"Los récords de calor suelen coincidir con años de fuertes episodios de El Niño, como ocurrió en 2016. La Niña, por el contrario, suele enfriar la temperatura mundial, pero el importante fenómeno de La Niña de este año no ha servido para frenar el calentamiento", afirmó Taalas.

De igual manera, existe una probabilidad sobre cinco de que de aquí a 2024 el aumento de temperatura se sitúe temporalmente por encima de la barrera de 1,5ºC con respecto a la época preindustrial que fijó el Acuerdo de París.

Como apunta Noah Sachs en su estudio “El Acuerdo de París en 2020: ¿descompostura o ruptura?”, el tratado actualmente se encuentra en grave peligro de ingresar en un espiral descendente, en buena medida por lo que puede ofrecer: transparencia y persuasión moral, dos commodities bastante devaluados por estos tiempos. 

Ahora bien, hasta acá llegan los acuerdos y quedan los países. Ningún tratado de la ONU, vinculante o no, puede obligarlos a hacer lo contrario. Los controles siempre han estado y seguirán estando presentes pero ante todo sujetos a las vicisitudes de la política nacional. 

Lo que puede hacer la arquitectura de París es racionalizar un proceso que ya está en marcha y, en los márgenes, acelerarlo. Puede aclarar las aspiraciones compartidas, enviar señales claras del mercado y documentar el progreso continuo, fomentando un ciclo de retroalimentación positiva.

Lo que no puede hacer es imponer ni diseñar una transición energética global. Es un reflejo de la política nacional más que un motor. La arquitectura se fortalecerá cuando los países se sientan cómodos y confiados en el camino hacia la descarbonización. Que eso suceda depende de fuerzas y decisiones mucho más grandes que la ONU.

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