En medio de la crisis global causada por la pandemia del coronavirus, la Asamblea General de las Naciones Unidas comienza en el día de hoy una cumbre que contará con más discursos de líderes que nunca antes en sus 75 años de historia, pero todos virtuales y pregrabados y con la sede de la organización semivacía.

El presidente de los Estados Unidos y anfitrión del evento, Donald Trump, había dicho que quería ir a Nueva York a pronunciar su discurso, pero finalmente desistió de esta práctica. 

Tampoco tendrán lugar las tradicionales reuniones bilaterales de alto nivel para hacer frente al coronavirus, ni ninguna otra forma de interacción de forma oficial que las comitivas de los países miembro pudieran realizar en otras circunstancias.

En el sitio web de la ONU, los discursos de los 193 Estados miembros de la organización se sucederán durante ocho días, el primero de todos el del presidente brasileño Jair Bolsonaro, como es tradición tras el discurso de apertura del secretario general António Guterres.

Le seguirá Trump y, luego, los presidentes de Chile, Cuba, Irán, Colombia, México, entre otros, en tanto en el décimo orden se ubicará el presidente argentino, Alberto Fernández.

El mandatario argentino pronunciará un discurso en el que reivindicará el diálogo y la cooperación para superar la pandemia; resaltará la prédica del papa Francisco para recrear un multilateralismo basado en la solidaridad y destacará el acuerdo de Argentina por la deuda externa.

En las semanas venideras, la ONU organizó varias cumbres temáticas virtuales sobre la enfermedad Covid-19 y los esfuerzos por alcanzar una redistribución colectiva de una eventual vacuna, la lucha contra el calentamiento climático, el Líbano, Libia y las urgencias en materia de preservación de la biodiversidad.

El barrio de Turtle Bay en Manhattan, que cada septiembre se transforma en un búnker resguardado por cientos de policías a raíz de la visita de más de 10.000 jefes de Estado y de Gobierno, ministros y diplomáticos de todo el mundo, está inusualmente tranquilo.

Solo los periodistas "residentes" de la ONU -que tienen una oficina en el edificio y un pase especial- pueden trabajar desde la sede. Las cafeterías están cerradas, y los pasillos, silenciosos.

Para evitar problemas técnicos como ocurre regularmente en las videoconferencias del Consejo de Seguridad, la ONU pidió a los líderes que entreguen sus discursos cuatro días antes de su difusión, lo cual elimina toda espontaneidad y reacción a noticias recientes.