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Bansky: el arte del anonimato

El grafitero británico del cual se desconoce su identidad confirmó ser el autor de una nueva obra. El orfebre Adrián Pallarols aporta su mirada artística sobre uno de los personajes del Siglo XXI.

Bansky: el arte del anonimato
Bansky en Gales

Bansky, el artista británico que se transformó en uno de los grafiteros más reconocidos del mundo, reconoció formalmente ser el autor de otra de sus obras críticas al sistema capitalista que apareció en las paredes de Gales.

Su misterio y anonimato se basa en que el grafiti es ilegal, y su exposición podría terminar con su carrera. Un estudio hecho por la Universidad de Queen Mary de Londres, a partir del análisis de los registros públicos y las estadísticas de las locaciones de sus grafitis, concluyó que su nombre real es Robin Gunningham. Pero él nunca lo confirmó.

Existen numerosas críticas hacia Bansky que van desde considerar sus obras como vandalismo público hasta la supuesta contradicción de desafiar al sistema pero cobrar por sus exposiciones en museos y galerías de arte.

Adrián Pallarols, el orfebre argentino reconocido en el mundo que realiza trabajos para personalidades como el Papa Francisco, aporta su mirada de Bansky desde su perspectiva de artista.

“Banksy se destaca por sobre cualquier grafitero porque su propuesta plástica es inmejorable.”

EL SISTEMA

En la única entrevista que dio el británico a un medio de comunicación en toda su vida en el año 2003, el diario The Guardian lo consultó sobre su sensación de sentirse un artista del establishment, a lo que Bansky responde: “No lo sé. No le vendería una mierda al Charles Staachi (publicista). Si vendo 55 mil libros y no sé cuántas copias de mis obras no necesito a nadie que me diga que soy un artista”.

Pallarols coincide con esta opinión al señalar que “nutrirse de las posibilidades que genera cualquier capital económico para desarrollarse dentro del campo artístico si no altera el mensaje no deja de ser más que una herramienta para seguir produciendo”.

EL VANDALISMO

Bansky declaró haber estado preso en su adolescencia por haber empezado a grafitear desde los 14 años. Además, sostiene que el grafiti es, por definición proscriptivo. Por lo que su trabajo siempre estuvo perseguido por los gobiernos que pretenden borrarlos en menos de 24 horas.

“La diferencia entre el arte y el vandalismo está claramente definida en la propuesta. Desde el momento en que la obra que propone no es una invasión sino un mensaje contundente que por sobre todas las cosas transmite y contagia emoción ya sea positiva o negativa deja de ser lo que cualquiera podría tomar como una agresión vulgar y se convierte en una propuesta”, dice Pallarols.

LA FIRMA

Existen múltiples grafitis en el mundo que nunca se confirmó si fueron obra de Bansky o no, ya que todas son susceptibles de ser reproducidas. Sin embargo, las características de los trabajos siempre refieren claramente a la sensibilidad del británico que en muchas ocasiones no necesita explicitar su firma.

Ante este fenómeno, Pallarols postula: “La firma sólo refiere a hacerse cargo de lo que uno está contando. Es en dar la cara y, sobre todo, enfrentar a los demás desde la postura que uno sostiene.”

“Sólo el tiempo y las miradas diversas consagran a la obra y al artista”.

EL MENSAJE

Pallarols entiende que una obra no siempre tiene y necesita de tener un mensaje. Muchas veces sólo se trata de narrar o contar un momento una situación o una manera de sentirse en el momento que se la ejecuta.

De no ser así, nos encontraríamos con que cualquier pintura costumbrista francesa del siglo 19 cómo pudo haber sido Renoir  o Monet , no tendrían ningún sentido, y sin embargo ocupan un lugar sumamente importante en la historia del arte. la trivialidad no deja de ser parte de un contexto.