La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés) comunicó en las últimas horas que un niño guatemalteco de ocho años falleció en un hospital de Almagordo, Nuevo México.

Según el documento presentado, las causas oficiales todavía permanecen desconocidas. No obstante, se detalla que en un principio el niño habría sido diagnosticado con un “resfrío común”.

No obstante, el menor, acompañado por su padre, regresó al hospital esa noche después de que sus síntomas fueran más severos (vómitos y mareos) y murió después de medianoche. A raíz de esto, la CBP ha ordenado chequeos médicos a todos los niños migrantes bajo su custodia. 

El pasado 8 de diciembre Jakelin Caal (también de Guatemala) murió en el hospital de El Paso por causas que aún no han sido reveladas. El episodio tuvo lugar tras haber sido detenida junto a su padre tras cruzar ilegalmente la frontera desde México en la noche del 6 de diciembre. Según el diario The Washington Post, la niña habría fallecido por deshidratación y shock.

Por la política de tolerancia cero de Trump, 2300 migrantes menores de edad fueron separados de sus padres entre el 5 de mayo y el 9 de junio. Esta medida, busca disuadir a las familias que arriban a los Estados Unidos buscando ingresar al país.

Si algo queda en claro desde que la caravana de migrantes partió de Honduras es que la migración es una situación que esconde realidades trágicas, un espejo de poblaciones abandonadas tanto por el gobierno propio como por los ajenos.