La crisis llegó a los locales gastronómicos y por esto, algunos bares de la Arístides tomaron una decisión: cerrar ciertos días entre semana, como lunes y martes -que además son los menos redituables-. 

"La gente dejó de salir con la frecuencia de antes. Los jueves, viernes y sábado se nota que hay mucho público, pero esto no quiere decir que el consumo no haya caído", explicó a una radio local Andrés Civit, dueño del bar Beerlin. 

El empresario destacó que los comercios están facturando lo mismo que el año pasado, pero "con todo el proceso inflacionario arriba". Explica que deberían estar ganando el doble, considerando que todos los precios se modificaron. 

Ante este panorama, algunos espacios gastronómicos están optando por cerrar determinados días: los lunes, martes y miércoles tienden que permanecer cerrados o largar promociones que justifiquen que el lugar esté abierto. "Es fea la sensación del negocio vacío", destaca Andrés. 

"Tener un día cerrado implica además que esa jornada le podemos dar franco a todos los empleados". 

Contó que actualmente tienen que afrontar una boleta de luz de $50 mil por mes, el alquiler que implica $80 mil por mes, el costo municipal por tener mesas y sillas en la vereda, otros $56 mil. 

Además de esta panorama, el empresario cargó contra la municipalidad de Mendoza por las multas que colocan. "Nos sancionan por superar los 75 decibeles, pero hemos hecho la prueba y eso se supera con el mismo ruido de la calle. Por eso recibimos multas por $26.000. Es insostenible", cerró Civit.