Esta semana, Cuba comenzó su campaña de vacunación contra el COVID-19 con la Soberana 02 y la Abdala, dos de las cuatro candidatas a ser las vacunas utilizadas para combatir la pandemia.

Comenzando por la capital, La Habana, hicieron uso de la práctica conocida como intervención de salud pública, que, en este caso, consiste en la aplicación de los inoculantes previo al término de sus respectivos ensayos clínicos.

Las autoridades médicas tienen previsto autorizar en junio el "uso de emergencia y o un registro condicionado" para ambas vacunas y así continuar con la inmunización masiva, para la cual tienen previsto inmunizar a más de 1.7 millones de personas entre mayo y agosto.

Amilcar Pérez-Riverol, biólogo molecular cubano e investigador de la Universidad de Sao Paulo en Brasil, admitió en diálogo con AFP que el método que está utilizando Cuba "no es el procedimiento más ortodoxo" y puede suscitar críticas y escepticismo, pero que se puede "revertir publicando la Fase 2 y 3 en revistas científicas".

Cabe recordar que el embajador argentino en Cuba, Luis Ilarregui, aseguró que "durante este año podremos tener vacunas cubanas en la Argentina" y que "ya hay negociaciones entre funcionarios cubanos y argentinos para avanzar en la firma de un acuerdo".