Al momento la gestión de Jair Bolsonaro no presenta novedades, pero sí proyectos acordes a la recomposición neoliberal que atraviesa América Latina y la constante de que la variable de ajuste continúa siendo la clase trabajadora.

Prolongadas las sospechas de corrupción hacia él y su hijo, y tras haber echado a su Secretario General, Gustavo Bebianno (duró 50 días en el cargo), el presidente brasilero presentó el proyecto de reforma del sistema de jubilaciones.

Con este punto, la gestión que asumió funciones el pasado 1 de enero buscará “aportar” hacia el equilibrio financiero nacional. Augurando que sin un nuevo régimen de jubilaciones, “Brasil quebrará en 2022 o 2023”, Bolsonaro buscará pasar la medida por las dos Cámaras parte del plano legislativo.

De aprobarse el proyecto en cuestión, la edad mínima quedaría establecida en 62 años para las mujeres y 65 para los hombres. De esta manera, el Gobierno estima ahorros en los próximos diez años por unos 300.000 millones de dólares.

En adición a la mencionada edad mínima, la presentación plantea que para jubilarse con pensión completa, los brasileños deberán contribuir durante al menos 40 años con el sistema previsional para jubilarse.

El régimen vigente hasta el momento permite jubilarse con aportes por 30 años para las mujeres y 35 para los hombres.

La mente detrás de este proyecto es claro, el superministro de Economía designado por Bolsonaro, Paulo Guedes. Dentro de los motivos de este ajuste, el “Chicago boy” ha planteado al envejecimiento de la población como uno de los factores que inciden en esta situación. Vivís más, aportas más.

Entendiendo que según el ministerio de Economía las jubilaciones significaron un 13,64% del producto nacional en el año 2017, la cifra podría alcanzar el 23% para 2060.

Al momento, si bien la composición de ambas cámaras en el Congreso nacional son sumamente heterogéneas, el presidente cuenta con mayorías de corte liberal en ambos planos, por lo cual dan por descontado la eventual aprobación del proyecto.