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Hoy vence la oferta argentina: ¿Cómo siguen las negociaciones por la deuda?

Condiciones de acuerdo, el 22 de mayo y la posibilidad de estirar el desenlace

Hoy vence la oferta argentina: ¿Cómo siguen las negociaciones por la deuda?
Martín Guzmán, Ministro de Economía

Este viernes, a las 17 horas de Nueva York, vence la oferta realizada por el Ministro Guzmán a los acreedores de la deuda externa argentina bajo legislación extranjera. Aunque la propuesta presentada en Estados Unidos tenga fecha de vencimiento, si no hay un acuerdo por parte de los bonistas, las negociaciones pueden continuar sin mayores dificultades. 

Los requerimientos para llegar a un acuerdo estable dependen de las condiciones de emisión de los títulos públicos. Las cláusulas de acción colectiva (CACs) son la llave para definir el éxito o el fracaso de la operación. Estas son diferentes para cada serie de bonos: para los emitidos en el 2005, se exige que un 85% del total de los papeles ingresen en el canje, y un 66% de cada título. En el caso de los bonos emitidos en 2016, la cláusula establece un 66% del total y un 50% de cada uno.

En caso de cumplir con estos porcentajes de aceptación, no se activarán las CACs. Los acreedores que no ingresen al canje quedarán inmediatamente sujetos a los nuevos bonos y no podrán reclamar modificaciones en sus términos y condiciones. De no llegar a estos niveles, el Gobierno se arriesga a una judicialización casi segura en reclamo por el valor original de los títulos. Algo similar a lo ocurrido con el juez Griesa y los “fondos buitre” hace unos años. Por este motivo, el porcentaje de aceptación es la clave de la negociación.

En este momento, salvo una contraoferta de último momento que sea aceptada por Guzmán, se descarta que la cantidad necesaria de tenedores de deuda firmen la propuesta. En base a este escenario de no acuerdo, al Gobierno se le abren dos alternativas. Por un lado puede acordar con la porción minoritaria de acreedores que acepta la propuesta actual y realizar un canje parcial. Por lo señalado más arriba, esta no es una opción definitiva ya que el resto podría iniciar acciones judiciales. Entonces, se continuaría negociando con los fondos que no ingresen al canje. 

Sin embargo, una eventual resolución con los acreedores más “duros” implicaría mejores condiciones que las existentes. La existencia de la cláusula RUFO garantiza a que quienes entren hoy al canje quedarán inmediatamente endosados al hipotético segundo acuerdo, por ser más favorable para los bonistas. Es por la vigencia de esta disposición que no existe gran diferencia entre esta opción y la segunda, que implica prorrogar las negociaciones a la espera de una contraoferta de los acreedores.

22 de mayo

Si Argentina no realiza un canje exitoso el día de hoy, el país no es declarado en default. Esto sí puede suceder el 22 de mayo, en el caso en que el Gobierno no pague unos u$s 503 millones en vencimientos de intereses por los bonos Globales, que fueron prorrogados el 22 de abril. Al vencerse el plazo de gracia, si no hay acuerdo ni pago, nuestro país ingresaría en default selectivo y se activarían las cláusulas de “cross default”. Esto implica que, si Argentina incumple un vencimiento, incumplirá necesariamente el resto. 

Por lo tanto, el 22 de mayo sería la fecha decisiva para Guzmán y su estrategia: de no acordar con los acreedores, Argentina entraría nuevamente en default. La cercanía de la fecha explican los movimientos de los últimos días. El Ministro pasó de mostrar una postura inflexible sobre su oferta, “tómala o déjala”, a reclamar una contrapropuesta a los fondos de inversión. De esta forma, se espera que, a partir de una eventual presentación de los acreedores, se llegue a un punto intermedio entre las dos ofertas. Las negociaciones recién están comenzando. 

Stand still

Pero existe una opción adicional: estirar los plazos de negociación. A esta oferta se la conoce como stand still (quedarse quieto). Implicaría aplazar las propuestas de canje hasta un futuro con mejores condiciones para negociar, con mayores certidumbres económicas. Es decir, cuando pase la tormenta del coronavirus. 

El problema es que, para avanzar dentro de esta modalidad, el Gobierno debería pagar los vencimientos de deuda hasta que las discusiones se reanuden, o por lo menos una parte de ellos. Sólo pagando, por ejemplo, los vencimientos de los bonos Globales el 22 de mayo es posible evitar el default. Pero, para efectivizar esta variante, nuestro país debería utilizar los dólares tan escasos de las Reservas Internacionales del Banco Central. Hoy, se ubican por encima de los u$s 43.000 millones. Aunque las que pueden utilizarse realmente (libre disponibilidad) son alrededor de u$s 3.500 millones. 

Apoyo mundial
 

Partiendo de la oferta realizada por el Gobierno, que implica un plazo de gracia de 3 años sin desembolsos, estimamos que no está dentro de los planes realizar pagos en dólares. Además, la administración nacional juega una carta importante a su favor: la situación internacional. Nada asegura una rápida salida del coronavirus, y una profundización de la crisis sería insoportable para los países emergentes. Alberto Fernández dijo recientemente: “días atrás hablé con Jeffrey Sachs y me decía: ‘no te preocupes tanto por el default porque el mundo va a estar en default, habrá más de 40 países así’”.

En este sentido se entiende la carta de economistas de renombre internacional, académicos y ex funcionarios del FMI y del Banco Mundial. Su principal preocupación es evitar una cadena de defaults en los países emergentes, altamente endeudados. Su apoyo a la oferta de Guzmán no se trata simplemente de un apoyo sentimental y profesional de Stiglitz a su discípulo. De hecho, otro Nobel firmante como Phelps es contrario a sus ideas heterodoxas. Lo que impulsa a estas personalidades es intentar salvar el esquema financiero internacional, que hoy se encuentra en la cuerda floja. Un acuerdo exitoso en nuestro país serviría de antecedente valioso para los que siguen. 

Finalmente, las declaraciones de Guzmán dejan la pelota del lado de los acreedores. A partir de su eventual contraoferta, se avanzará en negociaciones más finas para acercar posiciones y llegar a un acuerdo. Al parecer, ninguna de las partes involucradas estaría interesada en un desenlace que implique un default. El Gobierno no quiere pagar el costo político que esto conlleva, y los acreedores buscan rentabilidad en un mundo dominado por tasas de interés en cero o negativas. Pero, en el mundo extremadamente volátil que nos toca vivir, no conviene descartar ninguna posibilidad.




 

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