La historia está repleta de personajes históricos amados por unos y odiados por otros. Y es que, visto con los ojos de hoy, eran gente con luces y sombras como todas las personas.

En medio de las protestas contra el racismo, que tuvieron lugar inmediatamente después del homicidio de George Floyd, miles y miles de jóvenes han salido a las calles a protestar.

Algunos de manera pacífica y otros no tanto. Ejemplo de esto último son los casos de Londres y Bristol, donde los británicos rompieron las estatuas de dos figuras políticas importantísimas en la historia británica y mundial: Winston Churchill y Edward Colston, respectivamente.

Como se mencionó, uno de estos actos ocurrió en Bristol, una ciudad inglesa que cuenta con una estatua de Edward Colston y varios lugares con su nombre a modo de homenaje.

Colston, nacido en dicha ciudad en el 1636, fue un importante traficante de esclavos que llegó a formar parte de la Royal African Company, empresa que se dedicaba al transporte de los esclavos negros desde África a las colonias británicas.

Su estatua fue vandalizada y removida de su lugar. Una vez en el suelo, los manifestantes la arrojaron directo al río Avon.

Lejos de Bristol, precisamente en Londres, ocurrió lo mismo, pero en este caso con la estatua de Winston Churchill, ubicada en la Plaza del Parlamento.

Si bien no la sacaron de lugar, tacharon su apellido y escribieron "Was a racist" ("Era un racista", en inglés). En el cuerpo de la estatua, colocaron con cinta un cartón con el lema de estas protestas: "Black Lives Matter".

Si bien no fueron tan resonantes como estas dos, también hubieron otras manifestaciones en otras ciudades en contra del asesinato de George Floyd.

Algunas de ellas fueron Manchester y Birmingham, donde la policía tuvo que actuar de inmediato por tratarse de reuniones de "más de seis personas", número que estipulan los protocolos de sanidad para no esparcir el coronavirus.