Samuel Little, el mayor asesino en serie de la historia de Estados Unidos, según el FBI, murió este miércoles en California a los 80 años.

Little, que en 2014 había sido condenado a tres cadenas perpetuas sin libertad condicional, confesó 93 asesinatos, la mayoría mujeres, cometidos entre 1970 y 2005. Sin embargo, su ola de crímenes pasó desapercibida durante décadas.

La mayor parte de sus víctimas eran adictas a las drogas o prostitutas, y en muchos casos nunca fueron identificadas ni sus muertes investigadas.

Little, que medía 1,90 m de altura y había sido boxeador, aprovechaba su fuerza para golpear a sus víctimas, noquearlas y luego estrangularlas. Así, no dejaba marcas de homicidio con ningún arma.

Lamentablemente, ese factor, combinado con los antecedentes de las víctimas, llevó a que muchas de las muertes fueran atribuidas a sobredosis de drogas o accidentes.

De esta manera, el asesino lograba esquivar la prisión una y otra vez, hasta el año 2012, cuando fue detenido en un albergue para indigentes de Kentucky. 

California, que lo buscaba por un asunto relacionado con drogas, pidió su extradición. Cuando la Policía de Los Ángeles ingresó su ADN en la base de datos, lo relacionó directamente con tres macabros asesinatos sin resolver en la ciudad en 1987 y 1989. Eran mujeres cuyos cuerpos habían sido hallados golpeados y abandonados por la ciudad.

Esas mismas muestras, ya en poder del FBI, lo relacionaron con asesinatos en otros 24 estados. Fue extraditado a Texas, donde, tras años negando los hechos, confesó ser el responsable de 93 asesinatos.

Hasta ahora, el FBI ya logró vincularlo con 50 casos.

Samuel McDowell -otro de los nombres que utilizó- nació en 1940 y fue criado por su abuela en Lorain, Ohio. Su madre “era una estrella de la noche”, solía ironizar.

Little viajaba por el país sin pasar mucho tiempo en cada lugar, y de acuerdo con los investigadores, escogía a sus víctimas por rasgos de debilidad física, para que no pudieran resistirse.

Durante años, Little negó los cargos que se le imputaron. Hasta que finalmente decidió contar la verdad. A partir de sus dichos -y las consecuentes comprobaciones- diferentes estados han puesto a sus fiscales a trabajar y a levantar cargos contra el asesino serial.

El criminal, que según medios locales padecía una enfermedad cardíaca y diabetes, murió en el hospital durante la madrugada del miércoles.