Si hay algo que demostró la pandemia, es que aún los seres humanos consideran a la religión una prioridad (a Argentina no le es ajeno esto, ya que se elaboraron protocolos para la apertura de los templos).

A propósito, este fin de semana, el Islam celebró el Eid al-Fitr, o sea el fin del Ramadán, en medio de la pandemia por el COVID-19.

Este año la práctica fue, cuanto menos, inusual: los musulmanes realizaron su ceremonia distanciados y entre mascarillas.

Esto es una disposición obligatoria, ya que en las mezquitas de todo el mundo el cumplimiento de los protocolos es imperativo. 

Casi dos billones de musulmanes se vieron obligados a vivir esta festividad a distancia y a través de videollamadas.

En una entrevista para el medio canadiense CBC,  Andieka Rabbani, una estudiante universitaria de Jakarta, dijo: "Este brote no solo está apagando los espíritus de Eid, sino que también ha hecho que la tradición sea completamente diferente".