Las fuerzas de seguridad de Polonia utilizaron cañones de agua y gases lacrimógenos para frenar el intento de un grupo de refugiados y migrantes de ingresar al país desde la frontera con Bielorrusia. 

Mientras algunos jóvenes lanzaban botellas y piedras, los soldados polacos, del otro lado del cerco con alambres, respondieron con tanques de agua en los alrededores del paso fronterizo de Bruzgi-Kuznica, donde de momentos se registran temperaturas bajo cero. 

Es allí donde se concentra un número todavía no precisado de personas (se estima que cerca de 5000) a partir de las cuales el Ministerio de Defensa ha vuelto a cargar sobre las autoridades bielorrusas de “entregar” a estos ciudadanos granadas para que lancen contra la fuerzas de seguridad polacas. 

A partir de esto es que Polonia informó que construirá un muro en su frontera con Bielorrusia a fin de bloquear el masivo flujo migratorio, mayoritariamente de Medio Oriente: “La obra es absolutamente estratégica y prioritaria para la seguridad del país y sus ciudadanos", comentó el ministro de Interior, Mariusz Kaminski.

El funcionario añadió que los contratos serán firmados el 15 de diciembre y la construcción del muro en la frontera, que demandará trabajar las 24 horas de cada día, se iniciará a fines de diciembre con la premisa de terminarlo a mediados de 2022.

Además, el muro costará 407 millones de dólares y tendrá 180 kilómetros, una longitud cercana a la mitad de la frontera común. El Parlamento autorizó su construcción el mes pasado.

La situación en la frontera solo cambia porque empeora. Desde el último fin de semana está teniendo lugar una llegada muy poco habitual de inmigrantes y solicitantes de asilo que desde Bielorrusia buscan ingresar a Polonia y así, a la Unión Europea. 

Las personas provienen mayormente de medio oriente, son kurdos iraquíes y llegaron hasta una frontera en la ciudad de Kuznica (a 224 km de Varsovia) en la que muchas veces se meditó levantar un muro, hoy recubierta con alambres de púa y rodeada por la presencia de las fuerzas de seguridad polacas.

Las imágenes que transmitieron los migrantes durante las jornadas de este peregrinaje mostraron como primero marchaban hacia la aduana bielorrusa hasta que los militares locales, conscientes de lo que estaba ocurriendo, les obligaron a cambiar su ruta dirigiéndolos hacia los alambrados que colocó Polonia en plena arboleda fronteriza. 

Es por esto que el escenario parece, y con una buena dosis de  racionalidad, una medida orquestada por el gobierno de quien el año pasado fue noticia por volver a renovar su mandato como presidente de la República de Bielorrusia, cargo que ocupa desde el año 1994, Alexander Lukashenko. 

Los países fronterizos con Bielorrusia, donde además de Polonia al oeste se encuentran Letonia y Lituana al noroeste, así como la Unión Europea, acusan al régimen de Minsk de orquestar este movimiento de personas como respuesta a las sanciones impuestas por Bruselas.