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Video: el estallido social en EE.UU. tras el asesinato de George Floyd

El caso, síntoma de la violencia racial que sostenidamente ejercen las fuerzas de seguridad norteamericanas, decantó en una ola de protestas que incluso en plena pandemia no puede contener los reclamos de un país que desde las calles avisa que “sin justicia, no habrá paz”.

Video: el estallido social en EE.UU. tras el asesinato de George Floyd
EE.UU. transita nuevamente un estallido social

Una crisis sanitaria sin precedentes, un conflicto histórico irresuelto y un frente político encabezado por Donald Trump parecería demasiado para ser cierto. Pero efectivamente esto está ocurriendo y las consecuencias, sorprenden al mundo. 

Desarmado, esposado y asfixiado contra el piso por la policía de Minneapolis, George Floyd, un hombre de 46 años fue brutalmente asesinado el lunes 25 de mayo. 

El caso, síntoma de la violencia racial que sostenidamente ejercen las fuerzas de seguridad norteamericanas, decantó en una ola de protestas que incluso en plena pandemia y desde el epicentro de ella, no pudo contener los reclamos de un país que desde las calles avisa que “sin justicia, no habrá paz”.

Respondiendo a una denuncia por un hombre que estaba intentando usar una presunta factura falsa por 20 dólares, el lunes 25 de mayo cuatro oficiales de la policía de Minneapolis detuvieron a George Floyd. El hecho quedó registrado en un video que prontamente fue viralizado en las redes sociales. 

Las imágenes del momento de la detención muestran a Derek Chauvin, uno de los cuatro oficiales involucrados, clavando su rodilla sobre el cuello de Floyd mientras se escucha a este rogar: “Por favor, no puedo respirar”, frase que recuerda al caso de Eric Garner en el 2014, también asesinado por la policía. 

Floyd se queda en silencio e inmóvil mientras su cabeza permanece contra el cemento. Horas más tarde, fue declarado muerto. 

En respuesta a este caso, cientos de manifestantes salieron a las calles de Minneapolis el día martes, pero en lo que inició como una movilización pacífica, prontamente experimentó una escalada de violencia al tiempo que la represión y los saqueos, iban en aumento. 

La policía reprimió manifestantes, disparando gases lacrimógenos, deteniendo periodistas y evidenciando un marcado contraste con las protestas de los “anti cuarentena” que un mes atrás pedían la reapertura de Minnesota, reclamo apuntalado por el presidente Trump vía Twitter. 

En cuestión de horas, estas protestas crecieron en tamaño e intensidad llevando a que funcionarios de al menos 39 ciudades declararan el toque de queda y en varios Estados convocaran a la Guardia Nacional para "ayudar a proporcionar y restaurar la seguridad"

Con réplicas en otros puntos del mundo como Berlín, Londres o Toronto, se estima que es la primera vez que tantos gobernadores acuden a estas herramientas desde el asesinato de Martin Luther King. 

Y aunque el escenario de aquel entonces parecía incluso peor al actual, la presencia de Donald Trump y su retórica de odio y división, acelerada en un año en el que buscará ser reelecto presidente, no es un asunto menor en esta realidad.

El viernes último, Chauvin fue arrestado y se encuentra detenido acusado de asesinato en tercer grado y homicidio involuntario en segundo grado quedando su fianza fijada en US$ 500,000. 

Por su parte, los otros tres oficiales que protagonizaron el arresto fueron despedidos de la fuerza, pero de momento no han sido acusados de ningún delito. Ese es, en lo inmediato, uno de los principales reclamos presentes en las movilizaciones que incluso en plena pandemia y desde el epicentro de ella, no parecen próximas a terminar.  

La violencia en las calles viene escalando a niveles impensados, dejando imágenes propias a una película de terror. Incluso en la ciudad de Washington, las protestas fueron lo suficientemente fuertes como para que el Presidente deje Twitter por algunas horas y la Casa Blanca, apague sus luces. 

El reclamo se traduce en una inmensidad de indicadores que contienen al caso de Floyd como parte de una fría y dura estadística. 

Que los asesinatos policiales entre 2014 y 2019 no derivaran en la condena de  , que los afroamericanos tienen más probabilidades de estar desarmados en interacciones fatales con la policía que los blancos, que en ciudades como Oklahoma o Reno la tasa de asesinatos de afroamericanos por parte de la policía sea mayor que la tasa de asesinatos en los Estados Unidos y la lista sigue. 

En cierto modo, no hay nada nuevo porque nada parece cambiar. Ni siquiera en el medio de una pandemia que paraliza al mundo y con un Ejecutivo que parece más decidido a enfrentar a sus propios ciudadanos que a una enfermedad. 

Como sostuviera el propio alcalde de Minnesota, Jacob Frey, la indignación no es por cinco minutos de video sino por 400 años de racismo acumulado

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