Bárbara Piccardi tiene 31 años y trabaja como empleada administrativa en un hospital público. Se contagió de coronavirus a mediados de abril y pese a ser una persona sana y no estar dentro de ningún grupo de riesgo tuvo serias complicaciones respiratorias. A diferencia de los compañeros de ella que también se hicieron el hisopado luego de presentar síntomas y dieron positivo de COVID-19, ella la pasó mal. 

"Según los médicos, probablemente lo mío fue peor porque tenía las defensas bajas. Estaba pasando un mal momento anímico por cosas personales, lo que me debilitó", contó.

Estuvo más de dos semanas en terapia intensiva, conectada a un respirador. Después de 2 transfusiones de plasma, se despertó y recuperó su salud.

"Estuve sedada durante doce días en posición prono (boca abajo) para que pudiera respirar mejor. El 24 de abril empecé a mejorar y el 4 de mayo me quitaron el respirador, desperté y me empezaron a bajar la medicación", detalló. 

Con la enfermedad controlada y un primer hisopado negativo, regresó a una habitación común para continuar aislada por 14 días. Y después de un segundo resultado negativo, el 20 de mayo, le dieron el alta.

Esta experiencia motiva a la donación por parte de las personas que hayan contraído coronavirus, herramienta fundamental para ayudar a quienes necesiten de este tratamiento experimental.

Hoy Bárbara es donante activa de plasma y nos recuerda la importancia de tomar los cuidados necesarios y respetar la cuarentena.