Una vez más la muerte está en la vidriera de las rutas argentinas. Y una vez más queda la sensación de que el saldo de víctimas podría haber sido mucho más bajo.

El vuelco de un colectivo terminó causando la muerte de 15 personas y dejó otras 40 heridas. 

El ómnibus había partido de Mendoza con un contingente de jubilados y tenía como destino Termas de Río Hondo, en Santiago del Estero. La niebla, la ruta o la (im)pericia del chofer, no está del todo claro, provocaron que el colectivo saliera de la ruta y terminara volcando.

Los primeros reportes hablan de una señalización deficiente, tanto en la cartelería como en la demarcación horizontal, en la zona del cruce entre las rutas provincial 157 y la nacional 308, en la localidad de La Madrid, Tucumán.

El colectivo, propiedad de la empresa sanjuanina Destino Ser, estaba habilitado por la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), como también los permisos de conducir de los dos choferes (vencían en 2020).

Pero sin quitar responsabilidades en la tragedia, lo que sí está claro es que la cantidad de víctimas se podría haber reducido si fuéramos más apegados al uso del cinturón de seguridad.

En la resolución 757/2006 de la Secretaría de Transporte, de septiembre de 2006, se publicaron las modificaciones en el "Manual de Especificaciones Técnicas para Vehículos de Transporte por Automotor de Pasajeros".

Desde entonces, “en los vehículos de larga distancia se colocarán correajes de sujeción modelo ‘pélvico’, en la totalidad de los asientos destinados al pasaje, acompañante y auxiliar de a bordo”.

Es decir que los colectivos de larga distancia tienen la obligación de estar equipados con cinturones de seguridad de dos puntos en cada uno de los puestos de viaje que tenga. Por lo tanto, si no los tuviera, no pasarían las verificaciones técnicas correspondientes.

El problema está en que para el pasajero no hay una obligación de hacer uso del cinturón ni un control o posteriores sanciones que “inviten” a utilizarlo, sino que solo tiene la sugerencia de un video informativo, de algún auxiliar de viaje o del chofer.

En un colectivo los riesgos de siniestro vial son de vuelco del vehículo o de una brusca desaceleración como consecuencia de un impacto. En ambos casos, el peligro de que los pasajeros golpeen contra las partes interiores del o de que sean proyectados al exterior, y en algunas ocasiones aplastados por el mismo colectivo al volcar, son muy grandes. 

Según un informe de la Fundación Mapfre española, hay una falsa creencia de que debido a las mayores dimensiones del vehículo sus conductores y ocupantes están más protegidos, lo que hace que el uso del cinturón de seguridad sea mucho menor que en los automóviles, aunque de igual manera, su efectividad está por encima de toda duda. 

Diversos estudios sitúan entre un 20% y 80% el aumento de la posibilidad de sufrir lesiones graves si no se usa un dispositivo de retención adecuado. Este porcentaje de aumento resulta mucho más elevado, incrementándose de manera drástica, cuando los ocupantes salen despedidos del vehículo.

Dependiendo de la desaceleración, los objetos y personas que se encuentran en el interior de un vehículo pueden ver su peso multiplicado por 20 y por 50. El cinturón de seguridad evita el desplazamiento que produce este fenómeno.

Hay que tener en cuenta que los colectivos tienen un centro de gravedad alto, lo que hace que sean proclives a volcar como consecuencia de un cambio brusco de trayectoria. También son más grandes las posibilidades de salir despedido del vehículo debido a la gran superficie vidriada.

No hay una estadística que demuestre fehacientemente la efectividad del cinturón de seguridad en colectivos ni de cuántas personas lo usan habitualmente en la Argentina.

Pero hay algo que sí está comprobado: un cinturón de seguridad correctamente ajustado mantiene al ocupante en el asiento. Y eso podría haber reducido el número de muertos y heridos en el siniestro de Tucumán.