El 14 de mayo de 2015 fue un día negro para el fútbol argentino: absolutamente nada de esa noche se pudo rescatar. River y Boca se enfrentaban por los octavos de final de la Copa Libertadores, los de Gallardo habían ganado 1-0 la ida y terminaron pasando a cuartos. 

Pero el partido de aquel día nunca terminó: cuando los visitantes salían a jugar el segundo tiempo, hinchas de Boca les arrojaron desde la popular local gas pimienta que afectó el físico de los jugadores. 

Nada es rescatable pero todo es recordado: la indefinición del árbitro Darío Herrera y el veedor de la Conmebol, que tardaron larguísimos minutos en suspender el partido; la falta de solidaridad de los jugadores de Boca, que se pararon como para empezar el partido; y el saludo de ellos a la hinchada, segundos después de que River se fuera agredido del campo de juego.

Desde el tunel, Gallardo respondía sacado: "Mirá cómo están los jugadores, ¿es necesario, es necesario?". Pocas veces se vio al dt bicampeón de América como aquella noche. 

Maidana, Ponzio, Driussi, Vangioni, Pity Martínez, Kranevitter, Funes Mori eran los jugadores más afectados: tenían la camiseta manchada de color naranja y los ojos irritados. Mientras pasaba el tiempo y los de River trataban de recuperarse, un dron con un 'fantasma de la B' sobrevoló el campo de juego: Carlos Sánchez casi lo rompe de un pelotazo. 

En el medio, Rodolfo D'Onofrio entró corriendo a la cancha y, en medio del papelón histórico que se desarrollaba dentro de la cancha, le echó más leña el fuego, le dijo a Arruebarrena, el DT de Boca: "Vine a hablar con los dueños del circo, no con los monos".