La noche del miércoles 17 de mayo de 2017 no puede empezar a contarse de una manera lógica, cuando por el Nuevo Gasómetro sobrevolaron tantos recuerdos y tantas otras noches de Copa Libertadores con distintos sabores, diferentes matices.

San Lorenzo ganó, nuevamente, un partido épico con un sufrimiento eterno, con una emoción increíble, con una entrega interminable. Fue 2 a 1 ante Flamengo de Brasil, con los goles de Marcos Angeleri y el agónico de Fernando Belluschi.

En el grupo de la muerte, el Ciclón terminó primero gracias al zurdazo letal de Belluschi, que pasó de villano a héroe en un encuentro en el que no le había salido una bien.

Claro, el hincha recordaba la amarga derrota ante el mismo rival, por goleada 4 a 0 en Brasil, el injusto 1 a 0 en casa ante Paranaense, el gol del debutante Nahuel Barrios, también sobre el final y ante Católica.

Y esta particular noche de miércoles invitaba a una memoria feliz: la clasificación a octavos, con la cabeza en Chile y la necesidad de un tanto sobre el final. Casi calcado, pero en 2014, los Cuervos pasaron ante otro brasileño, Botafogo. Fue el año del campeón de Edgardo Bauza.

Encima, todo iba mal cuando el brasileño Rodinei tomó un despeje luego de un corner y la puso al lado del palo con una volea perfecta, que se tornó así gracias a un rebote maldito que no pudo controlar Nicolás Navarro.

Una sensación extraña, porque los de Diego Aguirre habían sido mejores hasta ese momento y se encontraban en desventaja y fuera del certamen. Desde ahí primó el desorden en los locales, que buscaban con más lucha que fútbol.

El entrenador azulgrana decidió en la segunda parte enviar a la cancha al chiquitín Barrios, que había sido figura ante Católica y que sería decisivo también contra los brasileños. El pibe mostró personalidad, peleó una pelota casi perdida y envió un centro fenomenal para el empate de Marcos Angeleri.

El héroe de la fecha de los clásicos en Parque Patricios volvía a aparecer para el delirio de los hinchas, mientras que los chilenos empataban con Paranaense y el doble empate le daba la clasificación al club argentino.

Faltaba mucho, y en pocos minutos hubo varios goles en el país trasandino: Paranaense ganaba 3 a 2 y otra vez Boedo afuera. Había que ganar, y San Lorenzo logró el milagro.

Segundos antes, Matías Caruzzo había tenido un cabezazo que el arquero Alex Muralha había tapado de forma fenomenal y la eliminación parecía segura.

Pero las cosas no podían quedar así, y el nene Barrios lo hizo de nuevo: otra vez fue al piso por un balón disputado, ganó y el rebote quedó en Belluschi, que definió cruzado y le dio una clasificación histórica a los Santos de Boedo, en un nuevo milagro que seguro pidió el Papa Francisco.

De cuento, de fábula, de leyenda. Así, los Cuervos volaron, consiguieron su tercer triunfo consecutivo en la Copa y alcanzaron el primer puesto del Grupo 4 cuando parecían eliminados. Los Santos vienen marchando.