Siete fechas después de consagrarse, se dio la noche que todos los fanáticos de Liverpool estaban esperando, así como también todos el cuerpo técnico que se presentó a jugar ante Chelsea con la tranquilidad de los resultados, pero con el compromiso con el torneo y no le dio espacio alguno en su lucha para meterse en la Champions League.

En Anfield Road, donde el esceario ya estaba montado detrás de uno de los arcos, el conjunto rojo fue protagonista de un partidazo que terminó 5 a 3, con un resultado cambiante y golazos, pero con el dominio de un conjunto local que siempre estuvo por delante en el marcador y tuvo en Alexander-Arnold a su gran figura.

Del otro lado, los de Lampard llegaban con la chance de superar a Manchester United y meterse en el tercer puesto del torneo, asegurando así su plaza de Champions League, pese a que restaba una fecha. Sin embargo, desde el arranque recibió una paliza en los pies de Keita, Alexander-Arnold y Wijnaldum que pusieron 3 a 0 el juego, hasta que pudo descontar Giroud.

En la segunda mitad, cayó el 4 a 1 con un cabezazo de Roberto Firmino, que rompió la mala racha como local, que parecía finalizar el pleito pero apareció Pulisic, la figura del club londinense que exlotó. Con una ugada individual, asistió a Abraham para el descuento y pocos minutos despúes, se generó su propio gol para la venataja mínima. 

Ya a seis del final, Chamberlain se encargó de apagar el incendio y estamó el 5 a 3 final, pera desatar los festejos esperados. Con un show de luces y la presentación individual de los jugadores, Liverpool vivió una fiesta para sus seguidores en todo el mundo con el dolor de no disfrutarlo a estadio lleno, que poco importó.

30 años despúes, un capitán volvía a levantar el trofeo de liga en ese mítico estadio y esta vez fue Jordan Henderson el que se llevó todos los flashes en lo que puede ser el inicio de una nueva era de los "Reds" en la Premier League, que tienen hambre y ánimo de ir por más.