El All England Club de Londres dejó de lado todo el glamour y la etiqueta para vivir uno de los partidos más especiales, rodeados de polémicas y esperados de este 2019. Por la segunda ronda, en la cancha central chocaron Rafael Nadal y Nick Kyrgios. 

De un lado, un siempre correcto español que llegaba como favorito pero que sabía que tenía por delante un gran desafío. Del otro lado, el chico malo de la película en estos últimos años y que el propio Rafa dijo que si "tiene ganas de jugar" es muy competitivo. Y así lo fue, aunque chicaneó por momentos al número 2 del ranking.

El primer set fue para Nadal. Firme en su saque y dominando el campo de juego, lo pudo cerrar por 6-3. SIn embargo, en uno de los momentos clave, el australiano volvió a hacer una de sus acciones más molestas. Con el resultado 2-5 y 40 a 0, hizo un saque desde abajo para cerrar el game y su rival ni siquiera lo corrió. Obviamente, al cerrar el set, Rafa festejó por demás.

El segundo fue para Kyrgios por el mismo resultado. Con sus golpes profundos y dominando la defensa del mallorquín, sacó ventaja y aprovechó para cerrarla y forzar dos sets más. Igualmente, este parcial terminó con algún que otro sobresalto, en especial con cierres de pelotas al cuerpo del rival.

La batalla se volvió deportiva y también moral y ahí es donde Kyrgios muestra sus dificultades. Los dos restantes parciales se definieron en el tie break y Rafa sacó a relucir toda su capacidad y logró cerrar ambos parciales para seguir con vida en Wimbledon.

Un escueto saludo en la red, serio, y con una tibia palmada del australiano en la espalda de Nadal fue el útlimo cruce de miradas, antes de un electrizante Nadal que festejó con gritos, puño y dedicatoria a su cuerpo técnico. Sobre el final, el estadio le dedidcó aplausos a ambos que se fueron firmando algunos autógrafos a pocos metros, pero con la tensión latente.