Es muy común que cuando hay días de calor y en verano, el consumo de alcohol aumente. Lo que hay que saber es que el consumo de alcohol nos puede deshidratar.  Si bien uno consume alcohol cuando tiene sed, como esa "cervecita bien fría", no es real que hidrate. Nos saca esa sensación en el momento pero en el cuerpo sucede otra cosa.

El alcohol inhibe la hormona antidiurética, que es la que nos hace retener la orina, por lo tanto, ayuda a que orinemos aún más y perdemos más líquido. Entonces, tomamos alcohol, que nos hace orinar aún más, perdemos líquido por el propio calor, y además, consumimos menos agua por estar tomando alcohol. El resultado es una deshidratación y puede ser grave.

Agustina Murcho, Licenciada en Nutrición especialista en trastornos alimentarios (@nutricion.ag), recomienda tomar un vaso de alcohol y luego dos de agua e ir alternando. Esto hará que no solo tomemos menos alcohol, sino que a la vez nos estemos hidratando. También es clave intentar tomar despacio, para de esa manera tomar menos.

Además del tema alcohol, es necesario mantenerse hidratado en el día a día. Es ideal consumir frutas y verduras a diario, tratar de tomar agua durante el día y no llegar a sentir sed —que indica inicio de deshidratación—, evitar comidas y bebidas muy calientes, y algo obvio pero necesario de decir, evitar estar bajo el sol en las horas pico de calor.

Otra cosa que es frecuente de ver es que se realice actividad física con abrigo, con la creencia de que así quemamos o sudamos grasa. Esto no solo no es real, sino que lo que se pierde es agua, minerales y sales, lo cual puede generar deshidratación y problemas graves. El peso que se pierde es de líquido, no de grasa. La grasa NO se suda.

Hay que tener todo esto en cuenta para evitar complicaciones y desequilibrios en el organismo por deshidratación.