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Ciencia

A menos que haya un cambio en la producción, es imposible un mundo sin Salmonella

El genetista argentino Eduardo Groisman donde busca dilucidar los mecanismos que permiten a las bacterias tanto causar enfermedades como mejorar la salud humana. En esta nota, explica por qué cree que puede controlarse el avance del patógeno responsable de la fiebre tifoidea pero no al que casusa gastroenteritis, uno de los involucrados en la muerte e internación de al menos tres personas en Berazategui durante enero.

A menos que haya un cambio en la producción, es imposible un mundo sin Salmonella

Desde hace 40 años, el genetista argentino Eduardo Groisman se dedica al estudio de las bacterias, especialmente de Salmonella, responsable de la fiebre tifoidea pero también principal causa de las gastroenteritis producidas por la ingestión de pollo, carne, verduras, frutas y huevos contaminados. 

Aunque al comienzo de su carrera se centró en investigar a estos patógenos “malos”, a mediados de los ‘90 su foco se posó también sobre las bacterias benéficas. En su laboratorio en la Universidad de Yale, en Estados Unidos, busca dilucidar tanto los mecanismos que permiten a las bacterias causar enfermedades como aquellos que ayudan a mejorar la salud humana

En este sentido, uno de sus últimos grandes aportes fue establecer el impacto negativo del consumo de azúcar para la proliferación de Bacteroides thetaiotaomicron en el colon, especie fundamental para procesar alimentos saludables.

Durante mucho tiempo, los estudios sobre bacterias estuvieron muy sesgados hacia lo que causa enfermedad, pero con la ‘explosión’ del microbioma hubo una especie de reivindicación de las bacterias beneficiosas”, señaló Groisman a la Agencia CyTA-Leloir.

Si bien a partir de entonces se puso el énfasis en aquellas que colonizan el intestino por su importancia para el sistema inmune, lo cierto es que las bacterias son clave en muchos sentidos: también participan en procesos naturales como la erosión y en el reciclado de materiales contaminantes en los océanos, entre otras cosas”, añadió.

Cada año, 550 millones de personas en el mundo contraen alguna enfermedad transmitida por alimentos y Salmonella es una de las cuatro bacterias principales detrás de ellas. Sobre todo, de las gastroenteritis. Sin ir más lejos, a fines de enero se conoció la noticia de muertes e internaciones en el partido bonaerense de Berazategui a raíz del consumo de carnes y achuras presuntamente contaminadas con Salmonella, y durante los festejos por el campeonato mundial de fútbol, unos 100 habitantes de Ceres, provincia de Santa Fe, se intoxicaron tras haber comprado en un puesto callejero alimentos infectados con esa bacteria que puede causar diarrea, vómitos y calambres abdominales. Además, en abril de 2022, más de 150 niños de nueve países europeos tuvieron salmonelosis luego de haber comido una partida contaminada de chocolates de una reconocida empresa belga.

Aunque “es imposible que haya un mundo sin Salmonella”, enfatizó uno de los mayores conocedores de este patógeno, “la que causa fiebre tifoidea (Salmonella typhi) se elimina básicamente tratando las aguas; es un problema de estándar de vida, de desarrollo, porque este patógeno no tiene reservorio animal. En cambio, con el que causa gastroenteritis (Salmonella typhimurium), perdimos, a menos que haya un cambio muy grande en la manera de producción”.

Groisman, que explicó que existen más de 100 animales que pueden ser reservorio de la bacteria, aseguró contundente: “En Estados Unidos un gran porcentaje de las granjas están contaminadas con Salmonella. Incluso, ocurre algo que antes no pasaba y es que se la está encontrando en la fruta”. Al defecar, los animales contaminados liberan la bacteria en sus heces y llega a la tierra, desde donde puede terminar en un curso de agua que riega plantaciones, por ejemplo.

Nuestras líneas de investigación en Salmonella tienen que ver con entender qué le permite sobrevivir dentro de un animal o de un humano, o qué controla que una bacteria pueda resistir agentes antimicrobianos como los antibióticos, resaltó Groisman, quien continuó: “Hay mecanismos no genéticos que hacen que si uno trata a un grupo de bacterias siempre haya un porcentaje que no muere. Queremos saber cuáles son las características de esas bacterias que sobreviven, porque tener ese conocimiento puede llevar en el futuro a eventuales terapias”.

Partidario de la división del trabajo en el área de las ciencias, Groisman rápidamente aclaró que él genera el conocimiento para que otros busquen las aplicaciones. “Mi granito de arena está ahí: en comprender cómo funciona la propia bacteria y entregar esa información para que otros intenten darle un uso práctico a ese conocimiento”, sentenció.

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