Hoy Delfina Carle se muestra así: sonriente. Intenta día a día no sentirse acomplejada con ninguna parte de su cuerpo y logra -la mayor parte del tiempo- disfrutar de la vida, más allá del "qué dirán".

Por que todos hablan y todos dicen. Hace unos 20 días la llamaron "bola de grasa" y ella se plantó: "Puedo estar excedida, pero atrás de eso hay historias. Lucho todos los días para salir adelante. Cuidá tus palabras, a veces también rompen el corazón", se descargó en su cuenta de Twitter y fue el primer paso que dio para animarse a contar todo el calvario que sufrió cuando tenía 13 años y toda una vida por delante. 

"Hoy recién me animo a mostrarlas, y con orgullo. Prefiero estar así y no como 4 años atrás", publicó en su cuenta de Twitter Delfina. Y las imágenes impactaron, se viralizaron y su historia de superación llegó a miles de chicas que están con la misma enfermedad.

El camino a la recuperación es duro, pero con acompañamiento familiar y médico se puede. No importa cuán bajo hayas caído, estar sano y sentirse bien es posible. Delfina tenía 14 años y pesaba 35 kilos. Estuvo internada 15 días con una sonda porque ella se negaba a comer. "Me dijeron que no me podía ir con tan bajito peso a la calle, que no podía ni caminar", reveló en diálogo con TN. "Me llevaban al baño en silla de ruedas porque no podía gastar ni la mínima energía", recuerda.

"Tuve bastantes desmayos. Me tenían que pesar cada dos días, me sacaban sangre cada 5 minutos. Me tenían que despertar todas las noches. Después me agarró neumonía. En mi interior, mis órganos están todos dañados y si bien de a poquito los voy recuperando, secuelas siempre quedan".

Recaída

Hubo períodos de estabilidad y períodos de recaídas. Cuando volvió a casa tras estar internada empezó a tomar laxantes: "sentía que tenía que sacarme todo de adentro, aunque hubiera comido una galletita".

"Si el prospecto decía 20 gotas yo tomaba 60. Simulaba que comía pero apenas mis padres se distraían me escondía la comida en la bombacha o en pantalones anchos, tipo babucha. Era eso o dársela a alguno de sus tres perros, para que no descubrieran la comida intacta en el tacho de basura. O tirarla a la pileta y revolver hasta que se disolviera"

"Cuando iba a la nutricionista tomaba mucha agua para pesar más. O me llenaba de anillos, relojes y pulseras para que no notaran que había vuelto a bajar de peso".

Final feliz

Lo logró cuatro años después, bajo tratamiento psiquiátrico (medicada) y asistiendo a un centro de rehabilitación. Mirando a otras chicas que estaban peor que ella. Mirando fotos viejas y viendo que era "una chica infeliz". Enamorándose y pensando en los demás... "no solo en mí".

"La verdad es que las otras personas te pueden ayudar mucho pero la única que te puede salvar sos vos misma".

"Hay que pedir ayuda, no repitan mi error", concluyó.