Brian Gallo tiene 27 años y fue presidente de mesa en una escuela de Moreno en las últimas elecciones. El domingo hubo otros 100.154 presidentes de mesas en todo el país, pero no fueron particularmente expuestos ni en los medios de comunicación ni las redes sociales.

La única diferencia que existe entre Brian y el resto de los presidentes de mesa es su forma de vestir. Llevaba una gorra con la vicera hacia atrás y una campera deportiva celeste. 

Ese 27 de octubre, alguien decidió sacarle una foto mientras cumplía su función en la mesa correspondiente. Esa imagen fue acompañada de la "advertencia": “Si votás en Moreno no lleves cosas de valor”.

La frase sembró rechazo, discriminación y estigmatización hacia Brian por el simple prejuicio de considerar que su ropa coincidía con el "esterotipo" del "pibe chorro".

Verónica, la madre de Brian, publicó en sus redes una aclaración ante la ola de mensajes ofensivos dirigidos a su hijo: "Gracias a Dios mi hijo jamás fue chorro y siempre fue muy humilde y todavía lo sigue siendo”.

La historia de Brian escaló en popularidad a medida que avanzaban las horas hasta llegar al presidente electo, Alberto Fernández.

El ex Jefe de Gabinete de la Nación decidió dedicarle un tweet en su cuenta que tuvo más de 100 mil interacciones:

Al día siguiente, Brian fue recibido por el propio Fernández y de aquella reunión surgió una foto con un fuerte contenido simbólico, el presidente electo con la gorra de Brian y advirtiendo antes las cámaras: "Para que todos entiendan cómo es la historia: la gorra no cambia nada".

En su cuenta de Instagram, Fernández subió una story en la que dice: "Esto es el producto de una política donde a vos te hacen peligroso y al policía que matan por la espalda, lo hacen héroe".

La referencia es hacia la "doctrina Chocobar", donde el policía Luis Chocobar fue recibido por el presidente Mauricio Macri tras haber disparado y matado a un delincuente por la espalda cuando escapaba después de asaltar y herir a un turista estadounidense en el barrio de La Boca.

A partir de ese momento, las redes sociales se inundaron de mensajes que aplaudieron la actitud del presidente electo en los que planteaban, en diferentes términos, "Siempre Brian, nunca Chocobar".

Sin embargo, exponer como fenómenos antagónicos el "caso Brian" con la "doctrina Chocobar" como si fueran excluyentes, lo único que consigue es volver a estigmatizar a Brian porque lo vuelve a vincular con un "pibe chorro" enfrentado a la Policía.

El caso Chocobar debe poner sobre la mesa la discusión acerca de los protocolos de la Policía frente a los delincuentes y la judicialización de los casos de "gatillo fácil".

El caso Brian, por el contrario, es un fenómeno que interpela a toda la sociedad y que debería colaborar con el derrumbe de los estigmas y los prejuicios de cualquier ciudadano.