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Ciencia

Cosas que te pasan si viajás al espacio

Un curioso experimento que involucra un par de gemelos y una estación espacial revela algunos detalles impactantes sobre cómo reacciona el cuerpo a la falta de gravedad. 

Cosas que te pasan si viajás al espacio

Hagamos un experimento. Si tu cuerpo y tu salud te lo permiten, te propongo lo siguiente.

Respirá profundo, colocá los pies a la altura de los hombros, flexioná las rodillas e intentá despegarte de la superficie lo máximo que puedas. Aunque lo intentes una y otra vez existe una fuerza increíblemente potente que te hará volver al piso: se llama fuerza de gravedad. Toda la vida en nuestro planeta tuvo que adaptarse a ella.

¿Cómo es eso? Dado que esta fuerza invisible existe desde siempre, todas las especies, incluyendo la nuestra, han evolucionado para coexistir con ella. Bajo esta lógica, es fácil comprender que nuestras actividades vitales (como la digestión de los alimentos o la circulación de la sangre, por poner solo algunos ejemplos) necesitan de la gravedad para desarrollarse de forma ideal.

Un experimento curioso

Ahora bien: si nuestros cuerpos están acostumbrados a la gravedad, ¿qué les sucede cuando vivimos mucho tiempo sin ella?

Para poder responder este tipo de interrogantes (a nivel científico) se necesitan como mínimo dos variables limitantes:

-Un  humano (1) que se encuentre bajo los efectos de la gravedad.

-Otro humano (2) que no lo esté. O sea, que esté en el espacio.

Pero quizás el punto más importante y más difícil de encontrar es que estas dos personas deben ser exactamente iguales, clones para ser ideal. O, al menos, tan parecidos como se pueda.

“¿Entonces lo que me estás diciendo es que necesitamos un par de gemelos idénticos, que tienen el mismo genoma, que sean astronautas y que uno de ellos tenga ganas de pasar un tiempo prolongado en el espacio mientras el otro se queda en la Tierra solamente para que la ciencia los estudie?”, te preguntarás.

La respuesta es que sí, te estoy diciendo eso. Y lo más hermoso e increíble es que existen. Se llaman Scott y Mark Kelly, y son estos dos sujetos que ves abajo. 

¿Qué aprendimos?

Los resultados fueron publicados por la revista Science y, para su obtención, participaron unas 12 universidades y unos 84 investigadores. El objetivo fue echar un poco de luz sobre las diferencias físicas que se observaron en los gemelos al reencontrarse luego de la estancia de uno de ellos en la estación espacial internacional, un centro de investigación que orbita alrededor de la Tierra, por un tiempo prolongado.

La estación espacial fue el hogar de uno de los gemelos durante varios meses.

Al llegar al espacio, casi de forma inmediata el organismo se percató de la ingravidez. No modificó su estructura de ADN pero sí la expresión de los genes a través de cambios epigenéticos. En otras palabras, los textos que contienen la información básica de todas nuestras funciones se mantuvieron iguales pero se modificaron los patrones de expresión de esa información para más de 1000 genes. Esto puede interpretarse como una modificación inmediata para adaptarse a las nuevas condiciones de vida. Absolutamente flashero (no se si lo estás pensando pero deberías pensarlo).

Además de estos cambios inmediatos, se observaron otros aún más increíbles. Los telómeros, estructuras que se encuentran en las puntas de los cromosomas cuya función sería la de proteger la información genética, se alargaron en el espacio . Esto es exactamente lo opuesto a lo que ocurre a medida que envejecemos, momento en que los telómeros se acortan.

Los telómeros se alargaron en el espacio, pero luego volvieron a su extensión "normal".

Entonces, ¿en el espacio las células se hicieron más jóvenes? Amaría decirte que sí, pero no. Al regresar a la Tierra, volvieron a su extensión “original” (o sea, a la que tenían antes del viaje). Y lo mismo ocurrió con los cambios que se habían producido en la expresión genética.

A nivel cognitivo, el Scott del espacio tuvo un retroceso significativo y tardó seis meses en recuperar su orientación espacial y su precisión motriz.

Los resultados muestran un par de cosas absolutamente maravillosas. En primer lugar, que nuestro cuerpo se adapta extremadamente rápido a los cambios que le propone el espacio. Por otro lado -y esto es lo que más le gusta a la NASA-, que esos cambios vuelven a sus valores originales cuando retornamos a un lugar con gravedad.

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