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Opinión | Por qué extrañamos tanto a José Pekerman

Su capacidad de formador lo ubica en un lugar de privilegio a la hora de analizar la proyección que podría tener un seleccionado juvenil; en Colombia lo adoran y en la Argentina el tiempo tuvo que poner las cosas en su lugar
Opinión | Por qué extrañamos tanto a José Pekerman

Cualquier encuesta en medios colombianos recoge entre el 70% y el 80% de aprobación sobre su continuidad. En septiembre del 2017, un prestigioso sondeo habitualmente realizado por la Gran Alianza de Medios lo ubicaba como el personaje popular de mejor imagen en el país. Más allá de que su sufrimiento durante los penales contra Inglaterra debe haber afectado a cualquier compatriota, el argentino que más elogios recibe (o los dos, porque en el mismo análisis podría incluirse a Ricardo Gareca entre los peruanos) no trabaja en Argentina: José Néstor Pekerman.

Cualquier ciclo positivo de un entrenador contrasta con la anarquía que se vive en la selección argentina. Tanto Pekerman como Gareca terminaron sus contratos y no definieron si renovarán. Incluso los futbolistas, generalmente poco abiertos a respaldos públicos, se hicieron sentir. Apenas después de la eliminación, el delantero colombiano Luis Muriel representó a sus compañeros: "Queremos que José siga".

José asumió en enero del 2012. Fue el plan B de la Federación Colombiana ante la negativa de Gerardo Martino, que venía de un ciclo muy bueno en Paraguay y prefirió dirigir a Newell's. El ciclo Pekerman disputó dos buenos Mundiales: en el primero, en 2014, llegó a cuartos (nunca antes en la historia de esta selección) y lo eliminó el anfitrión Brasil tras cuatro victorias en cuatro partidos, en el segundo, todavía fresco, llegó a los penales contra Inglaterra. Sumadas las Eliminatorias y dos Copas América, baja el nivel: ganó 26 encuentros y perdió 24. Del 80% de efectividad en el primer ciclo mundialista, bajó notoriamente al 53% en el segundo. 

 

Para este ciclo tuvo que cambiar la defensa entera. Deja una zaga central de proyección y buen nivel: Yerry Mina, de 24 años, y Davinson Sánchez, de 23. En Rusia no le rindieron algunos de la vieja guardia (Carlos Sánchez, Carlos Bacca), sí un par de jóvenes que mezcló en este seleccionado, sobre todo Juan Fernando Quintero.

El zurdo de River refleja varias características del técnico. Por un lado, su capacidad de formador: lo llevó a Brasil 2014 con sólo 21 años, siguió aconsejándolo cuando había bajado su nivel y el de las ligas donde jugaba hasta que llegó a River y recuperó su lugar. Por otro lado, la presencia de un talentoso siempre es una fija en las convocatorias del entrenador argentino. Como así también que, en caso de que falte uno de ellos, suele apostar por jugadores muy diferentes (ante la baja de James salió a jugar con tres volantes de marca frente a Inglaterra). En Pekerman conviven el técnico de pelota al piso y el muy precavido. 

Con o sin él a futuro, Colombia tiene una base. Necesitará encontrar el reemplazante de Falcao (tendrá 36 años en Qatar 2022), pero muestra recambio en todas las líneas, ya con más experiencia en selección que, por ejemplo, la segunda línea de futbolistas que emerge en Argentina. 

Hace doce años Pekerman era nuestro apuntado por aquella salida de Riquelme frente a Alemania y, aunque con el tiempo se potenciaría, la permanencia de Messi en el banco. El tiempo ordena. Hoy lo que recordamos es que el último sub 20 que nutrió a la selección mayor fue el del 2007 (Romero, Mercado, Fazio, Banega, Di María, Agüero), casualmente el último de su ciclo en juveniles. Probablemente después haya bajado el nivel de las camadas. Lo que sin dudas bajó fue la calidad de los formadores, los especialistas y la organización. 
 

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