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Filo.música | Leo Mattioli, el último romántico: cómo se convirtió en leyenda de la cumbia

Este 13 de agosto el León Santafesino cumpliría 50 años y te invitamos a recordarlo en toda su gloria.

Filo.música | Leo Mattioli, el último romántico: cómo se convirtió en leyenda de la cumbia

Leo Mattioli, musicalizador eterno de asados, juntadas, bailes, rupturas y reconciliaciones, es el nuevo protagonista de este Filo.música. 

Armate un fernet y dale play.

Leonardo Guillermo Mattioli nació el 13 de agosto de 1972 en Santa Fe y se crió en el Barrio Centenario junto a sus papás y sus hermanos. De chico, ya demostraba su pasión por el canto y solía entonar el tema infantil “Pinocho Malherido” para sus vecinos subido a un árbol de la cuadra.

Cuando tenía 8 años falleció su padre, dejando atrás una familia rota y una casa embargada. Pero eso no llegó a frenar a este mini Leo, que terminó la primaria y como no quiso saber más nada con la escuela, se puso a vender baldes y fuentones puerta a puerta. 

Todavía joven, empezó a laburar de plomo para la banda de cumbia santafesina LOS BUCANEROS; y algunos dicen que ahí también hacía de cantante suplente. 

Pero recién a los 20 años hace su debut oficial en el GRUPO TRINIDAD. Era 1992 y Leo entraba como reemplazo de Carlos Fuyano para llevar a la banda a su punto más alto. Por entonces ya se había ganado que lo reconozcan como uno de los más románticos de la escena tropical y hasta tenía su propio apodo: el león santafesino.

Con los TRINIDAD sacó seis discos y dos compilados, hasta que en noviembre de 1999, justo antes del nuevo milenio, decide lanzarse como solista.

Su primer show como LEO fue en la cancha de Boca en la llamada “fiesta del siglo de la música tropical”. A pesar de presentarse como solista, en la banda lo acompañaban algunos de los músicos del grupo Trinidad. Fue volviendo de una gira con ellos que tuvo un segundo accidente que cambiaría su vida.

El tecladista Sergio Reyes y el acordeonista Darío Bevegni perdieron la vida en ese choque, inspirando posteriormente el primer disco solista de Leo, “UN HOMENAJE AL CIELO”.

La presentación de ese primer disco la hizo en muletas y para el lanzamiento del segundo, ya agotaba ediciones en 24 horas. Su 2001 seguía con el album “EN DIRECTO, PIEL CON PIEL", registrado en vivo, y cerraba con dos shows en el Teatro Gran Rex.

Sacó tres discos al hilo: uno en vivo, que se llamó “AY AMOR, CORAZÓN GITANO”; otro de todos temones originales titulado “SIN PALABRAS” y “CANCIONES ROMÁNTICAS CON UN TOQUE DE AY AMOR’, que versionaba artistas que lo inspiraron en su niñez.  Este ritmo, que claramente venía acompañado de una maratón de shows, empezaba a pasarle factura al músico.

En diciembre de 2003 sufre otra internación, esta vez por una infección bipulmonar con complicaciones inmunológicas. Para enero de 2004 ya estaba de vuelta en los escenarios: ‘CRECIENDO’ y ‘AUN SIGUE LA LECCIÓN’ son los trabajos que lanza.

Para 2006, lanza “ESTO ES… ROMÁNTICO”, con esa épica portada. Leo estaba de vuelta y cantando no sólo sobre amor, sino también historias de sufrimiento y hasta del secuestro de una hija, demostrando una vez más por qué era uno de los cantautores más admirados del país.

A esta altura, Leo necesitaba de una mascarilla con oxígeno para poder completar sus shows, por lo que empieza a delegar cada vez más en sus músicos, sobre todo su hijo, Nico Mattioli, que tocaba el acordeón desde los 7 años en la banda y sumaba cada vez más protagonismo.

En abril de 2009, sufre un fuerte cuadro de neumonía y permanece en coma durante 11 días. En 2010 hace su último Gran Rex y parte del espectáculo ya tenía que darlo sentado. La respuesta era siempre la misma. “Tendría que descansar pero hay que salir a laburar”. Repitió una frase similar, una última vez, la noche anterior a su muerte.

Leo Mattioli murió el 7 de agosto de 2011, a tan sólo 6 días de cumplir los 39 años, hecho que iba a celebrar una vez más en su querido Gran Rex. El parte oficial dice que murió de un paro cardiorrespiratorio por insuficiencia cardíaca, pero es sabido que los accidentes varios, las recurrentes internaciones y el estilo de vida que llevaba dando hasta 10 shows por noche tuvieron mucho que ver con este desenlace.

Hoy, es su hijo Nicolás quien mantiene vivo su legado en cada uno de sus shows, y dicen por ahí que tal vez hasta lo haga Rodrigo de la Serna en una biopic. También, dicen, que hasta su fantasma ronda en una casa en Pinamar.  
Lo que se sabe es que Leo permanece vivo en esas 160 canciones que nos dejó, en los shows inolvidables de los que afortunadamente tenemos registro y en cada 13 de agosto.

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