El huevo crudo y sus derivados, como pueden ser la salsa mayonesa o una tortilla poco hecha, son especialmente delicados por el riesgo de contaminación de bacterias como la salmonelosis o Ecoli. 

Quedan fuera de las “comidas aptas para tupper” ya que el simple hecho de comer de tupper suele comportar transporte y cambios de temperatura que podrían cortar el lácteo y provocarnos malestares estomacales.

Las hojas verdes y brotes que constituyen nuestras ensaladas no son amigas de los tuppers de plástico, especialmente cuando están condimentadas y fuera de la heladera ya que pierden su textura crujiente y frescura.

En este caso recomendamos, o bien condimentar la ensalada justo antes de consumirla; o bien transportarla en un tupper de vidrio, ya que aisla mejor el calor exterior y conserva las propiedades de las hojas.

El clásico vaso de plástico para transportar es el “tupper para bebidas” y, al igual que ocurre con las sopas, es mejor llenarlo cuando el líquido no está demasiado caliente, así nos aseguramos de que no hay contaminación del plástico a la bebida.

En el caso de las carnes previamente procesadas, hay que tener especial cuidado con las que han sido manipuladas previamente, como la carne picada o los filetes rebozados. Al guardarse en el tupper tienden a disminuir sus propiedades, estropearse más fácilmente y perder su textura.