Muchos de los mayores efectos del cambio climático en las próximas décadas van a ser impulsados por problemáticas complejas, como los cambios en la cobertura de nubes y la dinámica de la capa de hielo. Estos son exactamente el tipo de problemas para cuya prevención  la Inteligencia Artificial puede ayudar. Modelar estos cambios ayudaría a los científicos a predecir eventos climáticos extremos, como sequías y huracanes, y a su vez asistiría a los gobiernos para protegerse contra futuros efectos.

Si bien mucha gente cree que los gases del llamado efecto invernadero son emitidos únicamente por los motores y las centrales eléctricas, en realidad se deben en gran parte a la destrucción de árboles  y otras plantas que capturaron carbono a través del proceso de fotosíntesis durante millones de años.

La deforestación y la agricultura insostenible hacen que este carbono se libere de nuevo en la atmósfera, pero usando imágenes de satélites e Inteligencia Artificial, podemos identificar dónde está sucediendo esto y proteger estos sumideros naturales de carbono.

El sector del transporte representa una cuarta parte de las emisiones globales de dióxido de carbono relacionadas con la energía. Como pasa con los sistemas de electricidad, el aprendizaje automático podría hacer que este sector sea mucho más eficiente al reducir el número de viajes desperdiciados, aumentando la eficiencia de los vehículos y cambiando el transporte de mercancías a opciones bajas en carbono, como el ferrocarril.

La Inteligencia Artificial también podría reducir el uso de automóviles mediante el despliegue de vehículos autónomos, como los de Tesla, pero los autores señalan que esta tecnología todavía no fue probada en el ámbito agrario.

La energía consumida en los edificios representa otro cuarto de las emisiones mundiales de CO2, y presenta algunos de los objetivos más fáciles de lograr para el cambio de la acción climática. Los edificios son duraderos y rara vez se actualizan con nuevas tecnologías, pero esto no significa modificar por completo su estructura. Agregar solo un par de sensores inteligentes para monitorear, por ejemplo, la temperatura del aire, la temperatura del agua y el uso de la energía, puede reducir el consumo de energía en hasta un 20% en solo un edificio.Y si hablamos de los proyectos a gran escala que monitorean ciudades enteras, el impacto es claramente mayor.