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Actualidad #Brasil#Bolsonaro

Brasil: la reforma política de Jair Bolsonaro, explicada

Entre renuncias esperadas y salidas imprevistas, el mandatario brasilero reemplazó a seis ministros de su Gabinete, la transformación más profunda en los algo más de dos años al frente del Ejecutivo. Las razones y perspectivas futuras, en esta nota. 

Brasil: la reforma política de Jair Bolsonaro, explicada

Ceder poder para (intentar) reforzar la figura presidencial parece ser una práctica adjunta al sistema político brasilero y sus formas. 

En un país donde las tensiones pueden ilustrar rupturas en cuestión de horas, Jair Bolsonaro experimentó en la antesala al 31 de marzo, aniversario del Golpe de 1964 sobre la Presidencia de João Goulart, la mayor metamorfosis política desde que asumiera funciones el 1 de enero de 2019. 

La reforma ministerial ocurrida, en principio, en las últimas 24 horas; la historia reciente de Bolsonaro en el Palacio de Planalto; el impacto de una pandemia que hoy mata en Brasil como en ningún otro lugar del mundo y los dilemas simbólicos de un sistema internacional sin Donald Trump, en esta nota. 

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¿Qué pasó ayer?

En un contexto esencialmente marcado por el coronavirus y su variable sanitaria, Brasil comenzó la última semana de marzo haciendo acuse de recibo político de los desmanejos de la pandemia. 

En lo que puede pensarse como la mayor crisis de quien en octubre de 2018 fuera el segundo candidato más votado en la historia del país, en primer término se resolvió la salida de dos ministros del Gabinete nacional en forma de renuncia. 

Por la mañana, el canciller brasilero Ernesto Araújo, dimitió como ministro de Relaciones Exteriores, algo esperado tras jornadas en las que las dos Cámaras del Congreso, así como diferentes representantes del poder económico nacional y más de 300 diplomáticos en forma de carta, promovieron la salida del parlante de Bolsonaro ante el mundo. 

Horas después, el titular de Defensa, el general Fernando Azevedo, hizo lo propio aunque sin dar cuenta de algún motivo concreto. Lo inesperado de esta renuncia está en el timing y no en la relación por demás tensa  que supo mantener con un jefe de Estado contrario a promover los beneficios del aislamiento social y el uso de tapabocas en la antesala a esta nueva ola de contagios. 

Cosechadas las dos salidas, Bolsonaro inició lo que es la remodelación política más extensa de su Gabinete, con la partida de los titulares de la Casa Civil, Justicia, la Secretaría de Gobierno y la Abogacía del Estado.

El nuevo encargado del Palacio Itamaraty será el embajador Carlos França; Walter Braga Netto llega a Defensa; Justicia queda en manos de un comisario de la Policía Anderson Torres, quien reemplazará a André Mendonça; Flávia Arruda llega a la Secretaría de Gobierno y Luis Eduardo Ramos fue trasladado a la jefatura del Gabinete de la Presidencia.

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La pandemia y Bolsonaro

La Fundación Oswaldo Cruz, un instituto de investigación del sector público, advirtió sobre el pasado 23 de marzo que el sistema de salud está en un estado de “colapso” para los pacientes con casos severos de Covid-19.

En 25 de los 27 estados más del 80% de las camas de cuidados intensivos están ocupadas, dieciocho tienen escasez de medicamentos como los bloqueadores neuromusculares, seis tienen suministros de oxígeno peligrosamente bajos y el Foro Nacional de Gobernadores advierte que la escasez amenaza con provocar “un colapso dentro del colapso”.

El escenario de crisis no es nuevo pero sí fue intensificado con la variante P.1 de Manaos, lo que derivó en una trágica aceleración de la curva de contagios y consecuentemente de la propia a las más de 310.000 muertes registradas al momento. 

La guerra de vacunas declaradas contra el gobernador de San Pablo João Doria (hoy amenazado de muerte en varias oportunidades), el evidente fracaso de la gestión de la cartera de Salud evidenciada en reiterados cambios al frente del ministerio y los desajustes económicos explican la pronta erosión en el margen de maniobra de Bolsonaro y su equipo.

Las colas para conseguir una cama en Cuidados Intensivos y la rémora propia a la vacunación como resultado de una negociación problemática con diferentes laboratorios aglutinaron la visión del mundo representado en Araújo con el desinterés en la salud pública tantas veces celebrado por el jefe de Estado. 

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El mundo post Trump

La llegada de Araújo a la Cancillería brasilera supuso una ruptura radical con la tradicional diplomacia brasileña, anclada en el diálogo y el respeto por el multilateralismo.

En cambio, arribó a Itamaraty un “cruzado” que como resalta Alejandro Frenkel, planteó un alineamiento con Estados Unidos como parte de una empresa contra la decadencia moral de occidente y desde la cual definió a Trump como un salvador de la globalización, un sistema calificado como «anti-humano y anticristiano», basado en el «marxismo cultural» y propiciado por Europa, la ONU y China.

El arribo de Araújo estuvo en buena medida amparado desde lo moral con la presencia de Trump al frente de la Casa Blanca. Pero la traumática salida del ex mandatario exhibió con creces los costos de una lectura antagónica a las necesidades del presente. 

Marca Oliver Stuenkel que la elección de Biden complicó una ventaja única y a menudo pasada por alto de la que disfrutaba Bolsonaro en el ámbito de la política exterior: con Trump actuando como el disruptor en jefe y absorbiendo la mayor parte de la atención del mundo, Bolsonaro podría arremeter contra el globalismo sin pagar mucho precio.

“Esto puede parecer un tema menor, pero la política exterior radical de Bolsonaro ha sido crucial para satisfacer a una parte importante de su electorado que votó por el congresista de siete mandatos esperando una ruptura completa con el pasado”, apunta. 

Es en el frente de la política exterior donde Bolsonaro busca implementar una agenda disruptiva, enfrentando algunas de las limitaciones constitucionales que se aplican a la política interna, donde el Congreso y la Corte Suprema plantean obstáculos a la radicalización.

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La política, los militares y Brasil

Despedido por motivos políticos, el general Fernando Azevedo reunió a los comandantes de las Fuerzas Armadas en la oficina de Defensa poco después de regresar del Palacio de Planalto. 

El diálogo podría resultar en un acuerdo: la puesta a disposición de todos los cargos de manera conjunta, es decir, del Ejército (Edson Leal Pujol), la Marina (Ilques Barbosa) y la Aeronáutica (Antônio Carlos Bermudez). 

Restará ver si Braga Netto, flamante ministro pero viejo conocido convence a las cúpulas de evitar mayores turbulencias en el Ejecutivo nacional. 

En esto, el ministro saliente escribió una carta de nueve renglones en los que concentra con una contundencia notable la realidad política brasilera. En la declaración marca que su paso por el Gabinete bolsonarista tuvo como objetivo "preservar a las Fuerzas Armadas como instituciones del Estado".

Lo cierto es que a pesar de los más de 20 años de dictadura entre 1964 y 1985, las Fuerzas Armadas brasileras no sufrieron el desprestigio que sí pasó por ejemplo en la Argentina. 

Esto en parte al carácter menos represivo, al crecimiento conocido como el milagro económico y en buena medida a la falta de memoria para con los 434 muertos y desaparecidos.

Además de esto pesó y pesa mucho la lectura de los militares sobre la transición democrática donde se habla de un gran acuerdo nacional, que implicó una ley de amnistía a cambio de una convocatoria a elecciones sin proscripciones.

Y si bien no deja de sorprender que la impunidad de torturas, desapariciones y asesinatos haya quedado marcada por una Ley sí nos dejan entender la cuestión militar, porque no fue que solamente evitaron el juicio a personas, sino que además desligaron de responsabilidad jurídica a las instituciones militares.

Es por esto que el artículo 142 de la Constitución se le dio a las Fuerzas Armadas el papel de garantes de algo tan raro como es “la ley y el orden”, algo que si bien pasó hace 35 años sigue estando más presente que nunca

El proceso de militarización del gobierno de Bolsonaro y el acuerdo con el Comando Sur de los Estados Unidos muestra el retorno de las Fuerzas Armadas a la conducción política del Estado y el aumento de su influencia en las relaciones exteriores, restará por ver si un aniversario siempre sensible como el de este 31 de marzo vendrá solo con tensiones o también habrá rupturas. 

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