Cuando el próximo 1 de enero nos despertemos (en el mejor de los casos) a estrenar el 2019, el dolor de cabeza producto de algún exceso en el brindis por un año que comienza, tendrá como primer bocinazo la asunción de Jair Bolsonaro como presidente de la República Federativa de Brasil.
El triunfo del candidato se presenta como la cima en una pirámide corrosiva que tuvo de base el golpe maquillado de legalidad a través del impeachment a Dilma Rousseff en abril de 2016.
En la escala media se encontró la Justicia, protagonista de un proceso electoral que impidió la participación del candidato con mayor poder de convocatoria y que confirmó a las malas que los votos no son del PT, son de Lula.
No lo vimos venir (de vuelta)
La abundancia de notas y documentos de análisis que se chocaron y chocarán unos con otros en estas últimas semanas titularon casi en su totalidad con la pregunta del millón “¿Por qué Bolsonaro?”.
Y una vez más, el análisis político quedó en offside. Al voto adulto que decidió la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y el sector rural que desencantado en no lograr su sueño americano votó a Trump, ahora se vendrán los análisis de las razones por las cuales el electorado se volcó a Bolsonaro.
No lo vimos venir, una vez más. El consenso más o menos general de que el mundo sería mejor sin las encuestas de intención de voto se cae a pedazos conforme se acerca cualquier evento de importancia. Y elección a elección nos agarramos de ese porcentaje certero para darnos cuenta que la realidad marca su propio ritmo.
Y si bien la funcionalidad de las sociales (ciencias, no redes) no debería ser predecir el futuro (para esa ambición errática está la economía), lo cierto es que se sigue pensando a la realidad internacional con libros escritos por autores de un mundo que ya no existe.
La distorsión teoría-práctica en la nueva política es plena. El “por qué” ya no importa, es el “cómo” lo que gana elecciones, y Bolsonaro, paladín de las redes sociales y las noticias falsas, tomó nota de esto rápidamente.
Si los primeros réditos del mundo 3.0 se observaron en los Estados Unidos con el “Obama for America” y fue profundizado gracias al espasmo tuitero de Donald Trump, el caso del candidato ultrarreaccionario se presenta como una "revolución" en el modo de hacer y ganar elecciones.
Outsider en sus formas, no en su historia
La idea de que Bolsonaro no sería alguien que proviene por fuera del mundo de la política por acumular 25 años de historia parlamentaria es errada. El concepto de “outsider” no es el mismo que fuera utilizado con Trump.
En este caso, significa lo que representa, lo que dice: Un discurso contra la clase política que él integra, contra los formalismos, contra las libertades individuales, contra todo.
Y ese llamado fue atendido por las clases medias que, a diferencia de los sectores más humildes que habitan bajo el paraguas del PT, fueron las que en busca de abandonar su autoproclamada “marginalización” política eligieron al candidato del Partido Social Liberal.
“¿Bosonarista? No, anti petista”
Y en eso su discurso ha tenido un enemigo claro: El Partido de los Trabajadores. Todos los problemas que Brasil tuvo, tiene y tendrá, culpa del PT. El PT hundió a Brasil por la corrupción, el PT aumentó los niveles de violencia y delincuencia, el PT desaprovechó las oportunidades que el mundo le dió.
Seguramente si en el fervor de la campaña hubiera sido consultado por la responsabilidad del 1-7 a domicilio contra Alemania , la respuesta también habría estado en la responsabilidad del espectro lulista.
Hitler 1932 - Bolsonaro 2018
— Filo.news (@filonewsOK) 26 de octubre de 2018
Una comparación en cuatro puntos fundamentales a los discursos de Adolf Hitler en su llegada al poder en Alemania con los de Jair Bolsonaro en la campaña electoral brasileña.https://t.co/dzGwZ3KDR2 pic.twitter.com/PB5VqfEMs3
“Esto es una misión de Dios”
Acompañado de su esposa y de la ya clásica intérprete de lenguaje de señas, el ex militar transmitió su primer cadena 3.0 como presidente electo.
Estrenando su 55% de votos (38% si consideramos que en Brasil no se incluyen los votos nulos y en blanco que rondaron el 10%) el ahora mandatario se dirigió a sus bolsominions sin mostrar grandes cambios en su oratoria.
Los resultados de la primera vuelta forman un cóctel explosivo con las del pasado domingo. Muy probablemente Bolsonaro y sus aliados, los sectores más rancios del sistema político brasilero, dispongan en la Cámara de Diputados de los dos tercios necesarios para poder modificar a su suerte la Constitución de 1988.
Se cierra así el calendario electoral en América Latina. Restará saber si el candidato Bolsonaro será, finalmente, el presidente Bolsonaro.
Lo cierto es que ganó con contundencia, va a ser presidente, y estas, no son fake news.