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Las mujeres detrás del cine de terror argentino

Miedo made in Argentina y con M de mujer. Si no sabés que ver con la llegada de Halloween, te contamos las historias de tres directoras referentes del cine de género de nuestro país, que plantean el terror con una mirada social y política. 

Las mujeres detrás del cine de terror argentino
Cine de terror argentino

Hace rato que las mujeres son protagonistas del cine de terror. El problema es cómo: asesinadas por sádicos criminales, víctimas de criaturas o de invasiones alienígenas; para eso, fueron construidas como pasivas, débiles, e incluso pensadas desde la hipersexualización y cosificación. Para tener una idea: a actrices como Jamie Lee Curtis o Janet Leigh se las conoce como "scream queens", término que Debbie Rochon define para GC Magazine como mujeres que "solo tuvieron que lucir lindas y gritar mucho hasta que el héroe de la película se las arregló para salvarlas". Esto se potencia en subgéneros como slasher, centrado en algún psicópata que asesina a adolescentes. Por suerte esto ya está cambiando. 

Es que la mirada dominante en el cine es la masculina. La teórica y profesora de cine, Laura Mulvey, investigó sobre el tema y aseguró que la mujer es considerada como objeto en Hollywood. Así lo analizó en Placer Visual y Cine Narrativo (1975), donde indica que la dominación masculina se extiende desde la cámara que graba, el público que observa y los personajes en pantalla. Sin embargo el cine, como herramienta de comunicación social, refleja los cambios que se producen a nivel social y cultural. El terror no se queda afuera. Es por eso que el rol de la mujer en las películas fue evolucionando, y para eso fue clave el cambio en la mirada detrás de la pantalla que se potenció en la era del #MeToo.

"Psicosis"

No es nuevo que haya mujeres que dirijan historias de terror. Entre las primeras referentes podemos encontrar a Alice Guy-Blaché, fundadora del cine de ficción, seguida por Ida Lupino o Stephanie Rothman. Pero lo que es interesante de analizar es cómo están redefiniendo el género a partir de nuevas perspectivas: mujeres que le hablan a mujeres. Esto es algo que ya está ocurriendo: ellas ocupan 53% de tiempo promedio en pantalla y el 47% de los diálogos, según Google y Geena Davis Institute, mientras que el 49% de los espectadores son mujeres. Para poner en dimensión estos números podemos considerar el Festival de Cine de Sitges, el primer encuentro de cine fantástico del mundo, donde este año destacaron trabajos de Natalie Erika James, Marin Ireland, Suliane Brahim y más.

En el último tiempo vimos estrenos como "Babadook", donde Jennifer Kent pone sobre la mesa los miedos de la maternidad, o lo que hace Antonia Bird en "Ravenous" y las masculinidades tóxicas. Desirée de Fez, periodista y crítica de cine, analiza el tema en el libro "La Reina del grito", donde pone en jaque el concepto para hablar de cómo el cine permite vincular los miedos reales de las mujeres. De esta manera asume "La semilla del diablo" como el miedo al embarazo o "Body horror" como el miedo a envejecer.

"Babadook"

Aunque sin dudas es un avance respecto a otros géneros, todavía queda mucho por hacer para lograr la igualdad y la visibilización del trabajo de las mujeres. De hecho, ¿qué pasa en nuestro país? según el reporte de la Gerencia de Fiscalización del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales en 2018, de las 238 películas argentinas que se estrenaron sólo 41 fueron dirigidas por mujeres. 

En el ámbito del terror en particular, podemos nombrar figuras como Narciso Ibañez Menta o Andy Muschietti; pero ¿cuántas directoras conocés? ¿cuál es el espacio que tienen en la industria? Por todo esto es importante pensar el terror bajo perspectiva de género. En esta nota, la palabra de tres directoras argentinas para conocer sus historias, sus proyectos, sus pensamientos y más.

LAURA SÁNCHEZ ACOSTA

Laura Sánchez Acosta

El terror como conexión con nuestras raíces, con nuestra cultura. Como un lugar entre lo ominoso y lo siniestro. Eso es lo que propone Laura Sánchez Acosta en su cine, que se remonta a su historia de vida personal y familiar. 

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“Siempre me gustaron las películas y contar historias”, dice Laura. Oriunda de Concordia, fue su mamá quien la alentó a empezar la carrera de Artes Audiovisuales a los 17 años en la Universidad Nacional de La Plata. Ahí conoció a compañeres que también les gustaba el cine de terror, fantástico y de ciencia ficción, y empezaron a crear juntes. Unos años después se unió al equipo de producción de “Daemonium”, la película dirigida por Pablo Pares, que representó para ella un antes y un después. 

“Fue un proyecto que realmente reforzó y marcó mi pasión por hacer películas de este tipo de género. El terror siempre me gustó, vengo de una zona de argentina poblada de leyendas de monstruos, brujas, fantasmas y cuanta cosa mágica puedan imaginar, así que fue muy natural inclinarse hacia ese lado. Mis historias nacen de esas leyendas, yo nací, crecí y me formé como artista dentro de ese mundo fantástico nacido de la mezcla de la cultura guaraní, charrúa y criolla de la región, y es parte de mi objetivo preservarlas, que se conozcan, que se cuenten”, confiesa. 

El terror lo asume desde la cultura de la zona, según cuenta, donde el espacio, el olor de la tierra, el clima, el sopor, el calor, la pesadez y los mismos demonios internos de los personajes son un todo que construyen el terror en una zona tan fantástica como la Mesopotamia argentina.

Por esa razón, confiesa que entre sus mayores referentes se encuentran les realizadores latinoamericanxs: “El entender el género en nuestra raíz creo que es uno de los pilares que más me motivan a seguir haciendo cine”, asegura y continúa: “El terror, precisamente el gótico que es lo que más me interesa trabajar a mí, desde sus orígenes es una herramienta de denuncia, un medio donde se refleja a los verdaderos demonios de la sociedad en un período social/histórico/geográfico específico”. 

"Nací, crecí y me formé como artista dentro de un mundo fantástico nacido de la mezcla de la cultura guaraní, charrúa y criolla de la región, y es parte de mi objetivo preservarlas", confiesa.

Según evalúa, a nivel mundial como nacional las mujeres somos la minoría en la dirección cinematográfica, pero cada vez somos más. ¿Qué pasa en el cine de terror indie? “Como el nicho que supo ser y lo lindo que fue creciendo, me enseñó que esto lo hacemos entre todos, y hay un gran espíritu de amistad y garra colectiva para llevar a cabo todos los proyectos”, dice. 

Como feminista, busca tomar conciencia del mensaje que se muestra en las películas: “No somos muchas mujeres realizadoras en el cine de terror, pero hay muchas más que hace un tiempo. Y eso es gracias a las primeras que se aventuraron en este mundillo,  mostrándonos a las que las seguimos que es posible hacerlo. Siempre aconsejo mirar cine independiente de terror dirigido por mujeres, en mi experiencia y gusto personal, las historias tienen una mirada distinta y fresca, que rara vez se repite”, expresa y sigue: “El terror que hoy en día experimenta una mujer es muy distinto al que experimenta un hombre, brindan miradas frescas sobre un género basado principalmente en el cliché”.

A modo de tesis en la facultad presentó la película “Relicto”, que sigue la historia de Oscar y su hija  Tamara, quienes viajan a Entre Ríos como parte de un tratamiento psicológico. Sin embargo, lejos de encontrar calma en el monte, la joven se obsesiona con una misteriosa y tenebrosa criatura mitológica. “Es casi 100% improvisada actoralmente, y las escenas son filmadas en planos secuencia a dos cámaras y tomas únicas. Fue filmada en un total de 5 días con un equipo de 17 personas, y fue nuestro primer acercamiento a un gótico fantástico con tintes del litoral argentino”, explica.

Tras ese proyecto presentó “La Solapa”, el cortometraje y largometraje en desarrollo basada en una leyenda del litoral argentino, que define como una especie de “Hombre de La Bolsa” pero mujer, que usa a las palomas como espías y que solamente se lleva a les niñes que no duermen la siesta. “Claramente de niña tenía terror a esta criatura, y cuando le conté la historia a Federico Ricaldoni (actual productor de ambos proyectos), decidimos embarcarnos juntos a realizarlo”, cuenta. El film ganó el premio Blood Window 2017 y fue distinguido en el mercado de cine de Entre Ríos (FICER-Argentina).

"La Solapa"

Ambos proyectos, según detalla, guardan relación con la literatura de H. P. Lovecraft y Horacio Quiroga: “Ambos trabajan el concepto siniestro desde la ambigüedad, de lo no visto o simplemente dicho como fuente del terror. Apelan a este fantástico oscuro desde diferentes perspectivas, un corrimiento de las leyes cartesianas de la física y la introducción de los grandes aliens que pueblan el interior de la tierra con Lovecraft, a un horror de lo cotidiano y lo oscuro de la naturaleza humana contra la naturaleza del espacio donde se habita con Quiroga”, explica.  Además, en ambas cuenta con el trabajo de grandes actrices como Tamara Liberati en “Relicto” y Lola Ahumada en “La Solapa”: “Crecí en una familia de mujeres fuertes y siempre me gustó ver esos personajes en pantalla”, analiza. 

LAURA CASABÉ 

Laura Casabé

Si hablamos del terror como un viaje al pasado que nos conecte con el presente, con nuestra tierra, con nuestros orígenes, con nosotres mismes y nuestros propios miedos, no podemos dejar de nombrar a Laura Casabé

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Todo comenzó con una cámara de video que le regaló su papá cuando terminó la secundaria. Ahí se encendió una chispa, una curiosidad, un camino que empezó a explorar al filmar sus primeros cortometrajes en su casa con sus amigos de la escuela. Decidió estudiar imagen y sonido, mientras hacía su primera película independiente y autofinanciada, “El hada buena”. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que ese no era el lugar para darle rienda suelta a su pasión.

“Cuando llegué al segundo año de carrera, en una materia troncal quise presentar lo que había filmado con mis amigos en ese verano y no me lo permitieron. En ese momento abandoné la facultad, dejé muy pronto. No tengo estudios, prácticamente. Es una decisión que no se si volvería a tomar, pero fue lo que me salió en ese momento”, recuerda. Así empezó a trabajar como camarógrafa documental en televisión y en algunas fiestas para recaudar plata. “Mi formación siempre fue ir haciendo, ir aprendiendo, mirar películas, leer. Siempre se trató más del hacer”, continúa. 

Fue la literatura la que le abrió las puertas al mundo del género fantástico. Desde muy chica empezó a leer a Edgar Allan Poe, Franz Kafka, Adolfo Bioy Casares, H. P. Lovecraft. “Me cautivó mucho. De ahí deviene un poco que disfrute mucho el terror”, dice. Pero no cualquier terror: aquel que representa “un lenguaje para hablar de otros temas, el hecho de poder explorar el inconsciente y los miedos colectivos que surgen de los contextos sociopolíticos”.

Entre sus principales influencias a la hora de hacer una película, nombra a escritoras como Samanta Schweblin, Mariana Enríquez. “El terror es muy sensorial, corporal, esto lo digo más allá de que te genere susto, porque quizá el cine de sustos es el que menos me interese, pero si esta cualidad medio catártica, en tanto que pensar lo monstruoso como válvula de escape, una explosión súper atractiva. Creo que, como en las películas de Romero, de Carpenter, el mejor cine de horror es también un cine político. Cuán importante es generar pensamiento crítico y reflexionar sobre lo que nos dicen las películas”, analiza. 

"El terror permite explorar el inconsciente y los miedos colectivos que surgen de los contextos sociopolíticos", analiza.

Según cuenta, cuando empezó a trabajar en el cine de género casi no había directoras argentinas de terror. “Era muy poquitas. Puedo nombrar a Tamae Garateguy o Jimena Monteoliva, que son colegas que respeto y quiero mucho. Pero lo cierto es que es un camino que vamos haciendo y un lugar que nos fuimos ganando. Creo que está en alza en Argentina y en el mundo”, confiesa.

“Hemos ido haciendo lugar con las chicas, con las compañeras, y hoy estamos frente a un momento auspicioso, va a haber cada vez más chicas haciendo películas de género”, anhela. Para ella, la visión de una mujer detrás de cámara “es fundamental”: “Hay que cambiar los temas, generar otro tipo de pensamiento, y por eso es necesario que las disidencias y las chicas se pongan detrás de cámara. Es necesario y urgente que tomemos esos lugares, la crisis está, el caos en ese momento, hay que aprovechar y transformar”, indica. 

Pensar el miedo desde las sensaciones que nos recorren en el cuerpo, como también lo que nos atraviesa a nivel colectivo. Esto es lo que propone en su nueva película, “Los que vuelven”, que se estrenó en plena pandemia y que se encuentra disponible en la plataforma web de CineAr. La historia nos remonta a América del Sur, 1919. Los guaraníes fueron asesinados, desterrados o reducidos a servidumbre. Julia, esposa de Mariano, un terrateniente yerbatero, concibe a su tercer hijo muerto. Desesperada, le ruega a Kerana, su criada indígena, que lo traiga de vuelta a la vida. La criatura vuelve. Pero no vuelve sola.

La película propone una cruza de géneros entre el suspenso y el melodrama histórico. Según cuenta la directora, está inspirada en el corto que hizo en 2010 basado en "La vuelta del Malón", la obra del pintor Ángel Della Valle. “Fantaseamos una idea de venganza ancestral y empoderamiento de las comunidades”, dice y sigue: “Nosotros sabíamos que queríamos que la película sucediera luego de la Conquista del Desierto. Pero cuando nos pusimos a investigar sobre la comunidad guaraní, la formación de los yerbales, el trabajo de los mensúes, el choque cultural propio de esa zona en ese momento, y ahí nace ‘Los que vuelven’”, comenta.  

El objetivo, entonces, fue mostrar cómo las comunidades indígenas fueron aniquiladas o esclavizadas y desde ese entonces viven en la completa marginalidad. La idea de que el hombre blanco tenga un profundo y arraigado terror de que su sometide pueda salirse del sistema hegemónico y rebelarse. “Con el correr de los años se invisibiliza a las comunidades cada vez más. Hoy te encontrás con mucha pobreza y un Estado ausente. La película tiene un eco muy fuerte en el presente, y con que la historia no ha cambiado prácticamente nada sobre esto. Quizás es aún peor”, dice. 

La idea era que la película llegue a las salas en abril de este año. Sin embargo, la pandemia complicó sus planes. “Paul B. Preciado dice que si el virus muta nosotros también tenemos que mutar. Empecé a mutar en muchos aspectos, y lo mismo pasó con el estreno de la película. Estamos en el mes del terror y viviendo una situación de terror, porque nuestro sistema está en absoluta crisis”, reflexiona.

JIMENA MONTEOLIVA

Jimena Monteoliva

El terror como algo más que solo terror. Que tome los elementos clásicos del género pero que no busque solo asustar. Eso es lo que propone Jimena Monteoliva, y lo que se puede ver en cada una de sus películas. 

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Siempre soñó con ser directora. Sin embargo, donde vivía no había una escuela donde pueda estudiar cómo ejercer el rubro. Viajó a España, se recibió de licenciada en Filología Inglesa, y cuando volvió a Argentina empezó su camino en el mundo audiovisual de la mano de la producción y hace más de 12 años fundó Crudo Films, la productora especializada en películas de género latinoamericanas. 

“El proyecto nació de la necesidad de ser mi propio sustento por un lado, y por otro poder contar las historias que yo quería contar en un momento en el que abundaban otro tipo de historias que no me cerraban tanto”, confiesa. Poco a poco, se animó a dar el paso y entrar al mundo de la dirección. 

¿Por qué de terror? “Yo crecí viendo ese cine”, comenta y agrega: “No me gustan tanto las películas cliché, esas que sentís que ya viste antes, que se arman como con una fórmula que funciona para ciertos espectadores. Por suerte ahora hay un montón de cine de terror y de autor al mismo tiempo, que son joyitas admirables”. 

Entre sus referentes actuales se encuentra Ari Aster, Robert Eggers, Ana Lily Amirpour. Para ella, las películas de terror sirven como pretexto para contar algo detrás de la historia, que nos asusta porque precisamente nos interpela. “Los regímenes autoritarios están velados detrás de muchas de las películas de zombies; las de vampiros detrás del maltrato. Creo que el feminismo es una herramienta de la que nos podemos valer para contar lo que venimos viendo, pero desde otro punto de vista”, considera. 

"El feminismo es una herramienta de la que nos podemos valer para contar historias desde otro punto de vista”, confiesa. 

Al igual que sus colegas, observa que hay pocas directoras haciendo género, a nivel nacional e internacional. Sin embargo, asume que es algo que “por suerte está cambiando”. Pero todavía queda un largo camino por recorrer.  “¿Por qué hacés este cine?”; “Se nota que dirige una mujer en tus pelis”, fueron algunos de los comentarios que tuvo que enfrentar la directora a lo largo de su carrera. “Siento que no me discriminan conscientemente, pero sí siento que tengo que reafirmar constantemente lo que hago. Todavía tenemos que demostrar que lo podemos hacer, como si hacer terror fuera exclusivo de los varones, como si nosotras no viéramos ese cine”, dice. 

Luego sigue: “Los varones cuentan las mismas historias que vienen contando de siempre y que les interesa a ellos. Creo de verdad que es necesario ver otras historias, con protagonistas mujeres, sí, pero también disidencias o situaciones donde esté mucho más naturalizado ciertas cosas, familias uniparentales, sexualidades no binarias, mujeres que demuestren fortalezas no patriarcales. Si las mostramos naturalizadas, eventualmente serán naturalizadas en la vida real. Si no mostramos esas historias nosotras, ¿quién lo va a hacer?”.

Su primera película fue “Clementina” (2017), protagonizada por Emiliano Carrazzone, Cecilia Cartasegna, Susana Varela, que sigue la historia de Juana, quien estuvo internada por sufrir violencia de género por parte de su esposo. Cuando llega a su casa, con su marido prófugo, escucha sonidos extraños, sombras, voces que la persiguen. Su miedo, sin embargo, no es sobrenatural: es a que volver a verlo a él.

“Pensé una historia que me interpelara, que fuera chiquita y que entrara en el cero presupuesto que teníamos. Entonces un día me mostraron la locación donde luego se hizo la película y ese fue el disparador. Una casa ‘embrujada’ y una mujer protagonista. Una cosa llevó a la otra”, recuerda. Aunque no hubo un episodio en particular que sea la base de la película, según confesó a CFyB, pensó la trama a partir de “cientos de casos”: “No he conocido a ninguna mujer que no haya sufrido alguna vez una situación de violencia sobre ella misma o sobre otra mujer cercana, de una forma u otra”, decía.

Su último largometraje fue “Matar al dragón” (2019). La historia sigue a Elena, quien es secuestrada de niña y confinada al infierno. Años después reaparece y se reencuentra con su hermano, Facundo, y juntos reviven el terror del pasado. El disparador de la película: una pesadilla que tuvo el guionista, Diego A. Fleischer. “Él soñó todo de principio a fin, pero en ese caso, él era el protagonista. Entonces se me ocurrió cambiarle el género a ese protagonista y volverla mujer, lo que me abrió muchas puertas para contar otras historias”. Justamente, cuenta con el trabajo de Justina Bustos como protagonista y Querelle Delage como la bruja llamada “La Hilandera”. El bien y el mal: ambos concebidos desde la perspectiva de la mujer. Ambas están disponibles para ver en CineAr durante la pandemia. 

Como ellas, cada vez más directoras están listas para revolucionar toda la escena local del género. Porque el cambio ya llegó, está acá y se puede ver en pantalla. Si buscás qué podés ver este mes, acá te dejamos tres propuestas distintas para entender que el cine de terror es algo más que solo asustarse.

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