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Genero #Aborto legal#Hombres trans#Personas no binarias

Los pibes trans y las personas no binarias también abortan: esta es su lucha

¿Cuál es la visibilidad que tiene la lucha por aborto legal por fuera de la heterocisnormatividad? Hablamos con cinco activistas para saberlo.

Los pibes trans y las personas no binarias también abortan: esta es su lucha
(Foto: Emiliano Collado para Filo News)

La palabra aborto suele estar relacionada a mujeres: en los medios, en las escuelas, en las marchas. Pero los varones trans, personas no binaries, bisexuales e intersex que tienen útero y conservan sus órganos reproductivos también pueden embarazarse, y por ende también pueden abortar. El reclamo sigue siendo el mismo: el derecho a poder decidir sobre nuestros propios cuerpos.

Según indicó la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2008 Thomas Beatie se convirtió en el primer hombre trans embarazado en el mundo. Un año después de la sanción de la Ley de Identidad de Género en nuestro país, que defiende los derechos de la diversidad y que también les reconoce como cuerpos gestantes, Alexis Taborda se convirtió en el primer hombre trans en tener una hija: Génesis Evangelina. 

No fue el único: con el paso del tiempo surgieron experiencias similares, como también crecieron los mitos, prejuicios y clandestinidad con respecto a la interrupción voluntaria del embarazo. ¿Cuál es la visibilidad que tiene la lucha por aborto legal por fuera de la estructura social no binaria y cisgénero? ¿por qué es importante dejar de encasillarla en esos términos? 

En esta nota hablamos con cinco activistas trans y no binaries, Ese Montenegro, Tomás Máscolo, Alu, Val y Santiago Merlo, sobre la importancia de pensar la lucha por el aborto legal por fuera de la heterocisnormatividad. 

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Muchos son los varones trans que decidieron practicarse un aborto y también muchos son los que eligieron ser padres. Santiago Merlo tomó ambas decisiones. Con 45 años, Santiago es pareja de Victoria y el padre de Lola, una niña de 11 años con diversidad funcional, que llegó a la familia a través del sistema de adopción. “Somos una familia de activistas, con nuestras singularidades y particularidades: una familia diversa en todo sentido”, describe Santiago en diálogo con Filo.news.

Foto: Gentileza Santiago Merlo

Además, en su juventud decidió interrumpir un embarazo no deseado, lo que para él fue lo mejor que pudo haber hecho en su vida. "Si no hubiera pasado por eso y si hubiera sido padre sin el deseo de haber querido paternar no sería el activista que hoy soy, no hubiese peleado y no levantaría las banderas por generaciones presentes y las que vienen, no existiría la Casa de Varones Trans, yo no existiría dentro del ámbito educativo y no trabajaría la ESI todos los días de mi vida", dijo desde Santiago del Estero.

Santiago Merlo hoy es comunicador social, docente en el nivel medio, especialista en Educación Sexual Integral y el fundador de la Casa de Varones Trans, No Binaries y Familias de Córdoba. La casa está integrada por alrededor de 140 personas trans, que van desde los 4 hasta los 60 años, y es un espacio donde comparten “experiencias, caminos, posibilidades y saberes que se van construyendo en las biografías de nuestras vidas”. También integra la Red de Docentes Trans y la recién conformada Red de Paternidades Trans Argentina.

El activista coincide en que uno de los temas más relevantes en la lucha transfeminista es la invisibilización de las experiencias trans. Por ejemplo, en cuanto a las violencias que sufre el colectivo desde temprana edad, Santiago explica: “los varones trans, trans masculinidades hemos sido creídos, criados y socializados como niñas, como mujeres. A partir de todo lo que se le adjudicaba a ese género en cuanto a las expectativas, los estereotipos, los roles, también hemos vivido todo tipo de violencias de género”. En esta línea, además, el especialista en ESI llama la atención sobre una consigna que ha tenido una amplia repercusión el último tiempo: “niñas no madres”. Para él es importante resignificarla y agregar “niños no padres”. “Nosotros también hemos sido padres, padres trans, víctimas de esos abusos, del ejercicio libre de nuestra sexualidad o de la falta de educación sexual”, detalla Santiago.

Foto: Santiago Merlo

Para enfrentar esta situación Merlo recurre, desde hace años, a trabajar su especialidad en los colegios. “Creo que la ESI lo que nos trajo como ley es que es una ley que te ama, que te mira a los ojos, que te abraza, que te nombra, que te da existencia, visibilidad”, introduce Santiago.

“Educación sexual para decidir”, uno de los pilares en que se sostiene la lucha por el aborto legal, es el complemento indiscutido de “aborto legal para no morir”. Continúa Santiago: “En este debate por la interrupción legal del embarazo es importante que todos esos chicos que en este momento están justo en el momento en que podrían decidir continuar o no continuar tengan una información oportuna, concreta, actualizada y puedan decidir en función de eso, sin que nadie les obligue ni a una cosa ni a la otra: que sea una decisión consciente con este abanico de posibilidades”. Y reafirma: “Si no hay educación sexual integral para conocernos, para sabernos, para nombrarnos, ¿qué vamos a elegir? Nos obligan a elegir la muerte, la clandestinidad”.

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Desde que era joven se vinculó con la militancia. Primero como militante estudiantil en el secundario, después como delegado sindical y dirigente gremial durante 12 años en una fábrica, como también en el lesbianismo y feminismo. A sus 40 años, se identifica como activista trans masculino, lucha que defiende día tras día.

“La militancia para mi es una forma de vida”, resume Ese Montenegro, en diálogo con este medio. Hoy trabaja como docente formador en Educación Sexual Integral (ESI), ilustrador y asesor de la Comisión de Mujeres y Diversidad de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. “Es interesante que la agenda de género no se limite a mujeres cisgénero”, comenta.

Foto: Ese Montenegro

Empecemos por lo básico: ¿qué significa el término ‘cisgénero’? el activista y autor del libro ‘Desandar el cisexismo en el camino a la legalización del aborto’ explica que se trata de las personas que se identifican con el mismo género que fue impuesto al nacer. Es un término acuñado en 2007 por la escritora trans estadounidense, Julia Serano, quien también habló de ‘cisexismo’. Lo explica Ese: “Significa jerarquizar la experiencia de vida de aquellas que encarnan los cuerpos de las personas cisgénero, por sobre o en detrimento de las experiencias, las vivencias, las posibilidades que encarnamos las personas trans, que somos las que no nos identificamos con el género que nos fue impuesto”.

Esto no es un fenómeno aislado: responde a una violencia epistémica que sufre la comunidad trans, ya sea en la falta de acceso a un trabajo formal, la exclusión en escuelas, en las propias familias. Los números no mienten: según la Primera Encuesta sobre Población Trans realizada en La Matanza, en 2012, el 80% de la población ejerce la prostitución; el 80% no tiene cobertura de salud, y la expectativa de vida es de 35-40 años. “Así como entendemos que el patriarcado tiene lógicas que nos atraviesan a todes, el cisexismo es parte de eso también, es estructural”, indica. 

El tratamiento por aborto legal se sitúa dentro de esta lógica. Durante la Audiencia Pública por la legalización del aborto en Argentina en 2018, de las 704 exposiciones en la Cámara de Diputados cuatro fueron personas trans y solo dos hombres trans (Diego Wattkins y Blas Radi); en la Cámara de Senadores no hubo ninguno y en el tratamiento de este año tampoco. Según lee Montenegro, esto da cuenta de una “subrepresentación compleja” a la hora de discutir los derechos sexuales, como también de una serie de prejuicios sobre la sexualidad de la comunidad trans.

Foto: Instagram Ese Montenegro

“No nos imaginan como personas que ejercen una sexualidad con los mismos niveles de complejidad que cualquier otra. Se linkea mi identidad de género con mi práctica sexual y afectiva y se normaliza dentro del régimen de la heterosexualidad. Si estoy en vínculo con una mujer travesti o trans, mis posibilidades de requerir un aborto son las mismas de cualquier mujer heterosexual. Ahora eso es inimaginable; de eso no se habla, el tema está completamente invisibilizado”, evalúa.

Pensar el aborto solo en clave cisgénero y heteronormativo es una forma de violencia. Esto lo sufren también por parte del sistema de salud, que tiene una respuesta “exclusiva” y que demuestra una “falta de formación” en les profesionales al momento de atenderles, desde la cita con un dentista hasta poder acceder a procesos de hormonación.

“Lo primero que hice cuando llegó el proyecto del ejecutivo fue Control+F y contar cuántas veces aparece la palabra mujer, y cuántas veces cuerpos gestantes. Todas las personas que tenemos capacidad de gestar podemos abortar, algunas de ellas son mujeres, no todas. Eso es algo que tenemos que empezar a visibilizar, así como no todas las mujeres pueden gestar y abortar, no todas las personas que gestamos y abortamos somos mujeres”.

Por esa razón, en un nuevo debate por aborto legal, Montenegro anhela que sea lo “más justa posible” en cuanto a la representación de identidades: “Vamos a tener que militar, presionar mucho. Igual no es lo mismo militar con una ley que sin ella, así que necesitamos que se apruebe urgente”. 

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El derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos atraviesa a todas las identidades. Mientras el proyecto se prepara para llegar a un nuevo debate en el Senado, desde la Asamblea No Binarie de Buenos Aires alzan la voz en el reclamo: “Les no binaries también abortamos”.

Vamos de a poco: cuando hablamos de no binarie nos referimos a todas las personas que no se sienten identificadas con los conceptos de varón-mujer, la estructura dual que rige en nuestra sociedad y que impone ciertos estereotipos y parámetros a cada uno de acuerdo al género. 

“Estamos constantemente atravesades por todo un sistema binario, biologicista, patriarcal, heterosexual. Somos un colectivo grande, con reclamos con derechos como todes, no se pueden generar leyes sin nosotres, tenemos que estar incluides, porque sino básicamente se esta dando derechos a ciertas personas y a otras no”, analiza su compañera y activista, Alu, en diálogo con Filo.News. Para elles, el debate por el aborto legal se enmarca dentro de esta base, ya sea con el acceso al derecho a la salud sexual y reproductiva como en el reconocimiento a las personas no binarias en esa lucha.

En este sentido celebran que el proyecto de ley que debate el Congreso hable de “personas gestantes”, aunque entienden que es un debate permanente que tiene que ser transversal: “Hay un conflicto con ese tema. Correrse de lo que viene siendo el binarismo biologicista implica actualizar la terminología que se usa, y en materia de derecho es absolutamente clave, porque va a determinar la manera en que se interprete e implementen después esas leyes. Si no se visibiliza la diversidad de identidades corremos el riesgo después de no estar contemplados en la implementación. Lo que vemos es que generalmente cuando se habla de igualdad de género se habla solo de mujeres cis”, analiza Valentine, activista no binarie e integrante de la Asamblea, en diálogo con este medio. 

Al igual que sucede con los hombres trans, la investigación sobre el aborto en personas trans y no binarias es prácticamente nula porque no existen herramientas institucionales que lo contemplen. Se cae en una doble clandestinidad: en el derecho a acceder a un aborto y en el derecho a la identidad. 

“Muchas veces nos vemos forzades a no revelar nuestra identidad por miedo a ser discriminades o a complicar un proceso que ya de por sí es sumamente complejo”, indican desde la Asamblea; para Val, esto es un desafío a pensar desde los feminismos: “Es horrible pensar que para bancar este reclamo tengo que invalidar mi propia identidad. Una quiere apoyar pero tiene que ser bienvenida dentro del movimiento y poder poner su propia bandera, estamos todes luchando por el mismo derecho”.

Esta problemática cala profundo en el tejido social y pone sobre la mesa la falta de educación sexual no binarie que existe en nuestro país, que incluye la falta de capacitación del sistema de la salud, que abarca desde el momento de la consulta con les médiques hasta comprar en una farmacia, o hacer algún tipo de trámite.

Val y Alu

“Muchas instituciones no saben como tratarte, e incluso no entienden cómo son nuestros cuerpos”, comenta Alu y agrega val: “Es inusual encontrar profesionales informados que sepan cómo atenderte. Hace falta que se normalice el respeto a la diversidad en los consultorios. Si pudiésemos tener consultorios que te ayuden a tener anticonceptivos para no abortar, independientemente de tu identidad y corporalidad, entonces tal vez no haría tanta falta acceder a un aborto; pero hace falta de que esté dsponible, pero existe mucha desigualdad en estos pasos previos, por la deisgualdad que sufrimos en general”, reflexiona Val.

El reclamo no es ni más ni menos que pedir el cumplimiento de la Ley de Identidad de Género, sancionada en 2012 y que establece que cada une pueda ser tratade de acuerdo a su identidad autopercibida e inscritas en sus documentos personales con el nombre y el género, como también que el RENAPER emita documentación acorde a las identidades. 

Este dilema es el que les interpela de cara a un nuevo debate por aborto legal, seguro y gratuito en el Senado: “Es mujeres esto, mujeres lo otro. Es muy raro porque están hablando de mi cuerpo, pero no me están nombrando. Es complejo, eso en lo personal me conflictua un poco, pero igual estoy muy contento porque tiene que salir”, afirma Alu y sigue Val: “¿Por qué tengo que borrar mi identidad para ser parte de esto si necesitamos estar todes apoyando la causa?”.

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Para Tomás Máscolo, “lo que nos une en esta lucha es la clandestinidad”. Periodista y editor en La Izquierda Diario, militante del Partido de los Trabajadores Socialistas y de su vertiente enfocada en mujeres y personas LGBTI, Pan y Rosas, Tomás, de 33 años, elige a la lucha por el aborto legal como uno de sus principales activismos.

“Mi militancia empezó desde el odio de clase porque vi cómo te tratan, vi lo que es que te vulneren los derechos, vi cómo es que te maltrate la institución médica y no quiero que ninguna otra persona vuelva a pasar por eso”, explica Máscolo, en diálogo con Filo.news. Y agrega sobre el proceso: “Empezó como algo muy personal, muy mío, pero después me di cuenta de que yo no estaba solo y sobre todo de que yo no soy una víctima. Sí pasé por muchas violencias, como la mayoría de las personas gestantes LGTBI y mujeres, pero eso no me define. Lo que sí me define es pelear por mis derechos”.

Foto: Tomás Mascolo

Ante la falta de datos estadísticos al respecto, Tomás emprendió una investigación en la que entrevistó a cinco hombres trans de distintos países (Italia, España, Francia, Argentina) que se habían practicado un aborto. Tras hacerles a todos las mismas cinco preguntas, Máscolo observó que las respuestas arrojaban dos cuestiones que se repetían. “La primera es que todos me pidieron reservar su identidad y la otra es que, incluso en Francia donde en ese momento estaba legalizado, también sufrieron algún tipo de violencia ligada a la clandestinidad”.

“Lo que nos une desde lo negativo es que es clandestino -retoma Tom- y la clandestinidad mata. El último eslabón de violencia es la muerte, pero antes de todo eso aparecen muchos derechos que son vulnerados. Y por la positiva, creo que una de las cosas que dejó la marea verde es que enseñó a luchar por los derechos y nos dejó una gran lección que es que los derechos se conquistan en las calles”.

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Porque el aborto sea legal para todes. Como resumen les activistas: "Qué es abortar si no renunciar, elegir, ser libres, ser".

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