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Prótesis PIP: sigue abierta la demanda a 10 años del fraude

Alrededor de 500 mil personas en el mundo han sido intervenidas con las partidas defectuosas de esta marca que les provocó una serie de secuelas físicas, psíquicas y económicas. En esta nota te contamos cómo avanza la causa que convoca a argentinas y promete recompensarlas con indemnizaciones.

Prótesis PIP: sigue abierta la demanda a 10 años del fraude
Prótesis PIP: sigue abierta la demanda a 10 años del fraude

Se calcula que 2 millones de personas se hacen cirugías estéticas en el mundo. Esta cifra la aporta Adriana Malek, presidenta de la Unión de Consumidores de Argentina (UCA), que junto con la firma Lozano Blanco & Asociados se unieron para representar a las personas damnificadas por el fraude de los implantes mamarios de compañía francesa PIP (Poly Implant Prothèse), demanda que lleva diez años.

El caso se remonta al año 2010 cuando se descubrió que el fabricante utilizaba un gel de silicona de uso industrial no homologado ni autorizado por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica), en lugar del gel Nusil avalado, que efectivamente causó estragos en la salud física, psíquica y económica de la gran población que pasó por una intervención quirúrgica de esta magnitud desde el año 2007 en diversas partes del mundo.

Múltiples especialistas llegaron a recomendar las partidas a pacientes como "las mejores y más usadas en el mercado". Se estima que medio millón de prótesis fraudulentas PIP fueron fabricadas y vendidas en el mundo entre 2001 y 2010, valiéndose de los ineficaces controles por parte de la empresa certificadora TÜV RheinlandLGAProducts.

"Notamos la magnitud del problema, buscamos soluciones y finalmente lo que encontramos es que además del fraude que había cometido el fabricante, había una empresa alemana (TÜV Rheinland) que estaba encargada de certificar que éste lo hiciera todo de la debida manera y no lo había hecho", explica a Filo.News la Doctora Nathalie Lozano Blanco, quien encabeza la llamada "demanda más grande del mundo". Y es que la firma Lozano Blanco & Asociados fue la primera a nivel mundial que representó un número masivo de víctimas en el caso PIP frente a las Cortes Francesas.

Las negligencias que se hallaron son graves: TÜV Rheinland no reportó las fallas detectadas aún sabiendo que había un cambio en el esterilizador por parte del fabricante ("tema crítico en un delito de esta naturaleza"), no hicieron las verificaciones adecuadas, y durante años el fabricante durante "no compró un gramo de silicona autorizada porque tenían esta otra silicona hecha en casa" a lo que los auditores eligieron mirar para otro lado, en palabras de la letrada "no hicieron uso de las herramientas que tenían como hacer visitas sorpresa, o tener controles más rigurosos". "De ahí que en tres fallos las cortes francesas han aceptado nuestras tesis", argumenta.

"Decidimos demandar a la empresa y presentamos primero un grupo de 1.500 mujeres latinoamericanas en 2013 en el Tribunal de Toulon (Francia) contra TÜV Rheinland. Ese mismo año obtuvimos un fallo positivo y luego comenzamos a presentar más y más casos hasta representar más de 11.000 mujeres de más de 40 países del mundo", detalla Lozano Blanco. En esa primera instancia, la firma logró una indemnización inicial para 7.700 mujeres, mientras que TÜV Rheinland fue condenada en primera instancia a pagar una provisión de 3.000 euros a las mujeres demandantes para cubrir los gastos médicos urgentes.

Paso a paso | Fuente: La demanda más grande del mundo

Ellas se encuentran a la espera de una indemnización definitiva individual de acuerdo con su caso concreto y su nivel de afectación física, económica y psicológica. "De ahí la importancia de la alianza entre la UCA y la firma Lozano Blanco & Asociados", señala.

"¿Por qué tomamos el caso? Somos una agencia de defensa a las y los consumidores (vigente desde 1996) y tenemos en cuenta que este es un tema que les respecta ya que en la ley 24.240 (artículo 5) se habla de la seguridad del producto: es decir que cualquiera que compre o use no debe ser perjudicial para mi salud ni generarme ningún tipo de daño. Básicamente no ha pasado eso con estos implantes", contextualiza Adriana Malek, titular de la UCA, quien destaca que actualmente decenas de mujeres continúan con los implantes defectuosos en sus cuerpos y los costos de una intervención para retirarlos (que se incrementa a lo ya abonado y a las múltiples consecuencias que deben afrontar). 

En la Argentina se estima que unas 15.000 mujeres se han colocado implantes PIP, sin embargo sólo el 7% de ellas se han unido a la demanda, por lo que se trata de "uno de los países con menos representación en la demanda". Porcentaje bajísimo frente a los de otros Estados como Colombia (53%), Venezuela (25%) e Inglaterra (30%). "La poca representación se debe fundamentalmente a que ha habido algunos esfuerzos individuales -por cierto muy meritorios- que han intentado reclutar víctimas pero hasta ahora no ha habido ninguno que lo haya realizado de forma sistemática con una campaña fuerte y tratando de recoger la problemática desde su perspectiva colectiva", explica a este medio Javier Wajntraub, especialista argentino en Derecho del consumidor.

"Creo que en la Argentina es menor la representación por el desconocimiento y porque cuando una tiene que reclamar a nivel mundial te encontrás con otras barreras que jurídicamente no te permiten acceder con facilidad", expresa Malek. Cuestión en la que el especialista en Derecho del consumidor profundiza: "En general consumidores y consumidoras suelen carecer de herramientas eficaces para prevenir y actuar frente a esta clase de ilícitos. En parte porque existe un descreimiento social respecto a este tipo de reclamos dado que muchas veces no se ve la efectividad de los mismos. Me parece que de todas formas lo importante es insistir con los reclamos, no renunciar a los derechos que pudieran corresponderle a cada uno y en caso de no confiar en las entidades del tercer sector o los organismos públicos que hacen muchas veces su tarea negligentemente, comprometerse más y por qué no reforzar nuevas organizaciones que protejan los derechos de los consumidores".

Prótesis PIP

La titular de la UCA repara también en un punto fundamental: la certificación del producto. "Cuando vos comprás un implante, como en cualquier producto, viene una certificación, una garantía. Ahí hay un número de lote, la compañía que lo certificó. También el especialista otorga un comprobante de que ha colocado los implantes. Con esos elementos se puede iniciar la demanda. Muchas de estas personas no tienen el certificado: ya sea porque no se los dio el médico, otras han tenido que recurrir a la historia clínica después de pasados tantos años. Hay mujeres que se comunican hoy conmigo y me dicen: 'Vivo en Chivilcoy pero el certificado creo que está en una valija en la baulera de mi papá en Buenos Aires', imaginate que con esos ejemplos todo se demora", puntualiza Malek.

En esta instancia, la presidenta hace una distinción necesaria. Además del perjuicio económico se registra el físico y el psíquico porque "no sabemos qué tenemos en nuestro cuerpo y cuándo comenzará a fisurarse por más que te estés controlando".

"El promedio de los gastos médicos asociados a complicaciones con las prótesis corresponde, en promedio, a 14 meses de salario", reporte de Lozano Blanco y Asociados.

"Muchas mujeres ni siquiera saben qué marca de implantes tienen"— aporta la Doctora Lozano— "De modo que lo primero que les diría es vayan a su médico o a la clínica en la cual hicieron la intervención (están obligados a tener esa información) y verifiquen cuál es la marca de las prótesis que les pusieron. Si es PIP tienen que saber que esas prótesis tienen un riesgo siete veces más alto que cualquier otra".

Los efectos en la salud son extremadamente delicados: con una ruptura del implante (recordemos, a base de un gel industrial, irritante, con sustancias que no están del todo determinadas) se presentan dolores, picazones, caída del cabello, dientes, problemas en la piel (manchas), migración del gel por diferentes partes del cuerpo que puede generar diferentes patologías como problemas de mobilidad en los brazos, consecuencias también asociadas al desarrollo de un cáncer no frecuente, el Linfoma Anaplásico de Células Grandes (LACG, por su sigla en español). "Algunas me han dicho que los dolores son insoportables y que se han operado de urgencia por esa razón. Más del 60% tienen problemas de ansiedad y están con un tratamiento psiquiátrico", asegura Malek.

Como todo hecho social, si bien las intervenciones parten en múltiples casos de una voluntad individual, deben ser leídos en el marco de una sociedad que realza estereotipos y estándares hegemónicos de belleza. "Estamos en una sociedad que prepondera distintos mandatos sociales y si retrocedemos diez años atrás nos encontramos en un contexto en que esa femeneidad necesitaba aún más verse joven, linda, el mandato social es tener el 'cuerpo perfecto' por eso se recurre a las cirugías y a los implantes, que hechos con la debida seguridad y control a través de los años, está perfecto", analiza la presidenta de la UCA, quien además es socióloga.

En estadísticas, estudio que realizó Lozano Blanco & Asociados en 2018 entre las mujeres representadas sostuvo "que el 95% de las mujeres que aún no se han sometido a una cirugía de retiro de implantes, 32% argumentan que no lo han hecho por falta de recursos económicos. El promedio de los gastos médicos asociados a complicaciones con las prótesis corresponde, en promedio, a 14 meses de salario".

A todo esto, ¿qué responsabilidad tienen las, los y les especialistas? Malek responde: "Hay confianza en los especialistas porque generalmente cuando vas a operarte si no es así recurrís a otro. Estimo que muchos médicos lo hicieron de buena fe porque estos implantes estaban autorizados. De igual manera, hay casos que demandaron al médico".

"Todos los años para mí es cruzar los dedos": testimonios de damnificadas

Adriana Rodrígez se realizó el implante mamario en 2007, mediante un cirujano recomendado por su ginecóloga. "Me pareció serio en su momento y no tuve dudas sobre lo que me proponía y las recomendó como 'las mejores y más usadas en el mercado' en ese momento", cuenta. Fue en 2012 que su ginecóloga regresa de un congreso en México donde se entera que las prótesis eran defectuosas. "Me mandó urgente a hacerme una mamografía por la cual se detectó que ambas estaban destruidas. Desde ese momento empecé a ver cuáles eran las opciones y cómo poder solucionarlo lo más rápido posible", recuerda.

"Entré en pánico por lo que me iba enterando: la mala calidad de las siliconas, los dolores, las infecciones. Gracias a Dios dentro de todo me salió bastante bien, por supuesto que de forma urgente tuve que contactarme con un cirujano, al cual tuve que pagarle para la remoción. Fue una operación bastante complicada porque las siliconas estaban desperdigadas por bastantes lugares; limpiar costó mucho y quedaron residuos en la cadena ganglionar de la axila derecha y pequeños residuos en ambas mamas, que siguen en control ginecológico y mastólogo para que eso no migre a otro lugar del cuerpo que produzca ninguna consecuencia. Todos los años para mí es cruzar los dedos para que nada se haya modificado ni volver a una intervención o que se complique de alguna manera", expresa. Hasta el día de hoy tiene dolores en las axilas. 

"Espero que haya Justicia, que nadie pase por esto otra vez. La primera cirugía fue decisión, la segunda no tuve opción", Adriana Rodríguez, damnificada.

"Más allá de que yo no estaba conforme con el tamaño de mis mamas, pienso que los parámetros de belleza preponderados en la sociedad influyen en muchos de los casos de implantes mamarios porque a las mujeres suelen marcarnos con esos famosos estereotipos", reflexiona.

"Cuando una se somete a una intervención, se pone en las manos del médico y confía. Yo confié. En 2012 me enteré que él desligó toda responsabilidad diciendo que estaba usando algo que estaba autorizado por la ANMAT"— señala— "Espero que haya Justicia, que nadie pase por esto otra vez. La primera cirugía fue decisión, la segunda no tuve opción. Fue muy doloroso".

"Fue un shock enterarme que tenía dentro de mí algo que podía traerme problemas", Laura Galleguillo, damnificada.

Laura Galleguillo (49) se operó en el 2008 en el Hospital Algerich "después de muchos años de ansiedad y para verme mejor". "En el Hospital me recomendaron el tamaño de acuerdo a mi cuerpo y con mis expectativas. Fui a donde ellos me enviaron a comprar las prótesis PIP", recuerda que en ese momento le costaron 850 dólares. La cirugía fue ambulatoria con un recuperatorio de seis meses, controles (primero de semana a semana, luego entre quincenas, y al mes) y el alta. En 2011 se entera del fraude a través de Internet.

"Fue un shock enterarme que tenía dentro de mí algo que podía traerme problemas y a la vez lo que le pasaba a otras chicas que se habían operado con las mismas prótesis: que se habían reventado, encapsulado, y traído consecuencias peores", asegura. Fue entonces que se contactó con el estudio. "Quedé incorporada en el segundo grupo de damnificadas y desde entonces estamos a la espera para lograr una indemnización: en mi caso volver a operarme para reemplazar las prótesis que tengo por unas más confiables, y estar más tranquila. Sigo sin consecuencias físicas, sí desde lo psicológico", expresa.

Imagen ilustrativa | Fuente: la demanda más grande del mundo

Romina Feldman (38) se operó en 2008 en la clínica B & S, recomendada por un familiar. "Nos informaron que ellos trabajaban únicamente con las prótesis PIP, que eran las mejores que había en el mercado. Confiando en su criterio accedí a realizar la intervención con las prótesis que recomendaron. No tuve ningún inconveniente en la operación y quedé muy conforme con el resultado", recuerda. Años después desde el establecimiento le advierten el riesgo ante defectuosidad de los implantes "y que ellos se iban a hacer cargo del costo de la operación de recambio de prótesis, pero no del costo de las nuevas prótesis, eso iba por cuenta del paciente". 

"Antes de realizar la operación de recambio decido ir de vacaciones a Perú (me fui sola a un hostel). Una noche empiezo a sentir que un ruido salía de mi cuerpo. Al principio no entendía si se trataba de algún defecto de la cama donde dormía, no podía identificar de dónde salía el sonido (era como el ruido que hace una sopapa). Me doy cuenta que una de las prótesis tenía una textura diferente (como cuando tocás la bolsa protectora que tiene globitos para explotar). Decido llamar para que me revisen, vino un doctor y me dijo que probablemente la prótesis estaba rota. Llamé a la clínica B & S y les comenté la situación. Me dijeron que no me preocupara, que el contenido de la prótesis iba a quedar encapsulado en la mama, que no se iba a diseminar por el cuerpo, y que faltaba poco para mi fecha de recambio. Obviamente las vacaciones quedaron totalmente arruinadas, sabiendo que tenía una prótesis rota con un contenido defectuoso y estando en otro país sola. La situación antes de que se rompiera ya era bastante estresante. Tenía que someterme a otra operación, dejar de trabajar varios días, pagar la nueva prótesis. Pero el estrés aumentó cuando me enteré que encima tenía la prótesis rota y que eso estaba adentro de mi cuerpo", cuenta.

"No hay día que no me mire al espejo para ver si alguna se volvió a romper o si están las dos en el mismo lugar", Romina Feldman, damnificada.

La segunda operación fue bastante traumática: el sedante no funcionó para dormirla y recuerda haber permanecido despierta en toda la operación. "Me operaba un doctor que no conocía y cuando me levanté vi que estaba una de las prótesis absolutamente destruida (parecía ricota), y no podía creer que eso estaba adentro de mi cuerpo", detalla. A la semana, descubre que una mama había quedado de mayor tamaño que la otra, a lo que le responden que "siempre sucede", respuesta descartó dado que la primera intervención no había tenido ese resultado. Tras consultar en la primera clínca le dicen que probablemente se había encapsulado la prótesis y que tenían que operar.

Tuvo que dejar de trabajar por no poder hacer esfuerzo físico y su odisea continuó hasta dar con otro cirujano, odisea que le causó notables complicaciones, económicas y psicológicas. "Ni siquiera podía encontrar cómo vestirme sin que se notara que había una mama notablemente más arriba que la otra", recuerda. Finalmente logra operarse: drenar y retirar la cápsula.

"Esa fue la última operación que me realicé, después no tuve más inconvenientes. De todas formas no hay día que no me mire al espejo para ver si alguna se volvió a romper o si están las dos en el mismo lugar", comenta.

¿Cómo se encuentra la demanda hoy?

"Para la mayoría de las mujeres que se presentaron hemos logrado indemnizaciones preliminares de 3 mil euros mientras se espera el monto total que es mucho más alto, lo mismo se espera para las que se incorporen a la demanda. Hemos obtenido varias sentencias positivas, luego uno negativo pero ese fue revocado por la Corte de Casación de Francia (el alto tribunal del país). Estamos en camino que todas las sentencias sean positivas y es nuestro objetivo", asegura Lozano Blanco.

¿Qué hacer para sumarse a la demanda?

La asociacón entre la UCA y la firma Lozano Blanco & Asociados, invita a las personas argentinas que aún no lo hicieron a comunicarse con implantespip.com.co/ o mediante lademandamasgrandedelmundo.com y promete que serán recompensadas con sus correspondientes indemnizaciones, si bien especifica que desde que se inscriban puede pasar un año para su próxima sentencia, y ese pago preliminar (dado que primero se obtiene un primer dinero y luego el costo de los daños en total, si es que es posible dimensionar las consecuencias en una cifra). "Nuestras asesoras las guiarán. Hemos diseñado para que el proceso sea lo más sencillo y no deben realizar pagos sólo en caso de que se obtenga una decisión positiva y una indemnización para ustedes", detalla la Doctora.

"Esa angustia por la que pasamos las mujeres que tuvimos este percance no es agradable y si hay un responsable, además del fabricante, ya sea los cirujanos, o la ANMAT deberían pagar porque con la salud no se juega. A cualquier mujer que haya pasado por esto le diría que se sume a la demanda", cierra Adriana Rodríguez.

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