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#24M: Los chicos que vieron el secuestro de sus padres

Entre 30.000 desaparecidos que dejó la última dictadura militar, muchos eran hijos, padres, hermanos y amigos. Dos hombres con edad de chicos y adolescentes relatan cómo vieron con sus propios ojos a sus papás siendo secuestrados.

#24M: Los chicos que vieron el secuestro de sus padres

A 43 años del comienzo del último y más sanguinario golpe de Estado en la Argentina, las heridas de las víctimas todavía no cierran. Hijos, madres y padres continúan con sufriendo en carne propia las atrocidades de la Junta Militar y cada 24 de marzo las sensaciones se renuevan. 

Juan Pablo Sosa e Iván Troitero son dos hombres que en su niñez y en su adolescencia respectivamente vieron con sus propios ojos y por última vez a sus papás siendo secuestrados. 

Relatos diferentes pero que se unen en dos puntos: la violencia ejercida por los grupos paramilitares que no distinguían de chicos, hombres, mujeres y la militancia como una anestesia para el dolor. 

Desde el reconocimiento al trabajo de sus respectivos padres y madres, transformaron parte del dolor en orgullo y reconocimiento.

Iván tenía 15 años cuando estaba con sus otros tres hermanos de 13, 10 y 8 en su casa de Lugano I y II, un edificio de bancarios. Su papá Alfredo, obrero, maestro mayor de obra que trabajaba en mantemiento del Banco Provincia, donde formaba parte de la comisión interna y su mamá, peluquera y fotógrafa, habían ido al cine a ver la película Julia, sobre la resistencia al ocupamiento nazi en Francia. 

Marta Troitero

Era 12 de octubre de 1978 y alrededor de las 12 de la noche siente un tiro, gritos y un par edificios más adelante avanzaba una columna de 30, 35 personas muy armadas con ametralladoras y escopetas. 

Según relató a este portal, despertó a todos sus hermanos para escapar. "Papá y mamá van a venir después", les dijo a los más chicos cuando preguntaron. Sin embargo, antes de poder salir un grupo de personas armadas entró a los golpes, rompió y copó su departamento. 

A Iván lo quemaron con cigarrillo, 'jugaron' con él a la ruleta rusa y lo golpearon para que diga dónde estaban sus papás: para venderlos. Le rompieron un diente y le golpearon la cabeza contra la pared.

En medio de los golpes su hermano de 13 logró escapar mientras los otros dos estaban maniatados en la cocina. Minutos después, cayeron dos oficiales diciendo que el de 13 fue asesinado y los otros también estaban muertos. 

"Cantá porque el próximo sos vos", le dijeron. Minutos después llegaron sus viejos y se encontraron con el edificio a oscuras y completamente dado vuelta. El grupo de tareas se escondió en la casa de al lado y al escucharlos llegar comenzó a los tiros, con Iván en el baño, apuntado en la boca. 

Alfredo Troitero

Le dispararon a su papá en la pierna mientras su mamá trató de tomar la pastilla, lo que no logró por la terrible golpiza a la que la sometieron, todo con Iván ahí. 

Desvalijaron el departamento: se llevaron televisores, muebles, fotos y hasta una romana. Sus padres ya eran detenidos-desaparecidos, pero vio llegar a su hermano que creía muerto. 

Allí le contó subió a la terraza para verlos llegar y avisarles que no entren al departamento porque los iban a emboscar. Nunca supieron si escucharon e igual decidieron entrar, o no lograron verlo. 

A partir de ahí comenzó una gira que empezó en la casa de un compañero de sus padres en San Miguel, la de su abuela en Burzaco y más tarde, la vuelta al departamento, donde arreglaron puertas, ventanas y tuvieron que tapar las decenas de disparos de bala.

El papá de Juan Pablo Sosa dividía su tiempo entre su trabajo, la familia y su militancia en la Juventud Peronista.

Realizaban junto con compañeros trabajo social en el barrio de Flores, frente a donde hoy está la villa 1-11-14- Tenían un merendero, ejercían la docencía, enfermería y le daban de comer a chicos. 

A Miguel Ángel Sosa lo secuestraron el 25 de mayo de 1976, en un raid de 10 días en el que también cayeron 8 compañeros y vecinos de él que atendían el merendero. 

Miguel Ángel Sosa, junto a sus padres.

Entraron un día a la noche mientras todos dormían, golpearon a su mamá y se llevaron su padre. Eran más de 30 personas. "El primer recuerdo de mi vida es ese", dice Juan Pablo. 

Tiros, gritos, rotura de vidrio. Juan Pablo miró desde su pieza del PH en el que vivían junto con su hermana y vio "un montón de gente negro, con armas largas, llevándose un bulto que era mi papá". 

Con 4 años, no entendió lo que pasó hasta seis después, cuando su mamá lo sentó junto a su tía y le explicó que su papá fue secuestrado y asesinado por la dictadura militar.

A partir de allí construyó la historia de su viejo: volvió al merendero, escuchó lo que hizo Miguel Ángel.

"Me encontraba con pibes que lo conocieron y me decían: 'las primeras zapatillas de mi vida me las regaló tu viejo', 'gracias a ellos aprendí a escribir, a poder defenderme'". 

Años después descubrió que su papá murió el mismo día en que fue secuestrado. Encontraron su cuerpo en 1982 en el cementerio clandestino de Grandbourg, tras escuchar denuncias de vecinos que veían entrar y salir autos y camionetas.

Juan Pablo tuvo que sufrir en su momento el lamentable pero expandido 'algo habrá hecho tu viejo' de sus compañeros de primaria cuyos padres no fueron secuestrados.

A diferencia de Iván, Juan Pablo pudo encontrar a su viejo, que murió el 25 de mayo del 76 por un hundimiento de cráneo. "Fue una especie de satisfacción saber que por lo menos no sufrió, hubo gente que estuvo tres, cuatro años", dice. 

Emocionados relatan la historia de sus padres y madres y no olvidan ni perdonan. Sus papás desaparecieron por la represión ilegal del Estado nacional peo se reencontraron con ellos al ver su legado.

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