Mario López Domínguez tiene 29 años, es oriundo de Entre Ríos, Paraná, pero vive en Italia donde contrajo coronavirus. Al octavo día de haber presentado los síntomas su cuadro empeoró y tuvo que pasar 10 días internado en el Centro de Miocardiopatía Hipertrófica ASTT Papa Giovanni 23°, en la ciudad de Bergamo.

Este miércoles es el tercer día que pasa en su casa tras haber recibido el alta sin embargo debe permanecer en aislamiento -por 12 días más- porque todavía es positivo a los test de COVID-19 pero como ya no depende de un tubo de oxígeno para respirar el aislamiento lo puede hacer en su domicilio. 

Cuando pase el tiempo le volverán a hacer los test y si la suerte corre de su lado arrojarán resultado negativo. 

Mientras tanto, desde la habitación de su casa Mario López relató en carne propia su pelea contra la enfermedad: "Fueron 10 días de infierno que pasé en casa y otros 10 días mucho peores en el hospital. Una experiencia que no se la deseo a nadie", dijo en comunicación telefónica con la señal TN.  

Anímicamente "en un 70% recuperado" el argentino en Milán confiesa: "Tenía miedo de que quedaran secuelas porque lleva tiempo recuperar el olfato y el gusto. También perdí el equilibrio por una cuestión de que uno pasa mucho tiempo acostado con el oxígeno", describe.

"Tengo 29 años, no fumo, no tomo alcohol y puedo decir que el coronavirus me dio vuelta como una media", Mario López Domínguez. 

"Estoy hace tres días en casa, ahora un poco más activo, pero recuperando las horas de sueño. Cada tanto me levanto camino un poco pero es tanto el cansancio del cuerpo que no puedo exagerar porque termino por ejemplo con ataques de presión", cuenta Mario. 

"El primer día que llegué estuve parado más del tiempo recomendado y me agarró tal ataque de presión que hasta me sangró la nariz", comenta. 

En cuanto a los síntomas, para prestar atención y poder diferenciarlos de los de una gripe Mario cuenta: "Primero fueron dos días que sentí fiebre, pero lo tomé a la ligera", confiesa que tomó una aspirina y siguió yendo a trabajar. "Después llegó la tos y cuando la fiebre, que perduró varios días, fue muy alta todo se fue a pique. Ahí supe que algo andaba mal". 

"Al octavo día necesité oxígeno. Estuve un día en casa con la garrafa pero no era suficiente, por mi estado requería estar conectado en el hospital", concluyó.