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COVID-19: viviendo el aislamiento en un hospital de campaña

Filo.News habló con una médica y un paciente sobre la dinámica de los hospitales de campaña y su papel fundamental en la contención del coronavirus.

COVID-19: viviendo el aislamiento en un hospital de campaña

Más de cinco millones de personas en todo el mundo fueron infectadas con el virus SARS-CoV-2, que hasta ahora se cobró más de 350.000 vidas. Los sistemas de salud de los distintos países se vieron abrumados luchando contra esta pandemia y los gobiernos se vieron en la necesidad de construir hospitales de campaña temporales.

Estos hospitales se instalaron sobre diversos edificios del país, desde clubes, colegios y universidades, hasta el gran Tecnópolis y la República de los Niños. Desde la llegada del virus a nuestro país sabemos que el pico pandémico, tarde o temprano, va a suceder; y hay que estar preparados para recibir al creciente número de población infectada y evitar el colapso del sistema sanitario.

En este sentido, la Ciudad del Libertador General Don José de San Martín, con sus más de 430.000 habitantes y 263 casos confirmados, comenzó a usar su Centro Municipal de Educación Física (CE.M.E.F.) como un espacio de aislamiento y cuidado comunitario para pacientes con COVID-19.

Ese centro se encuentra a escasos 200 metros de los antiguos basurales de José León Suárez donde ocurrieron los fusilamientos a varios militantes peronistas y que permanecieron en desconocimiento hasta ser inmortalizados por el escritor y periodista Rodolfo Walsh en "Operación Masacre". Para conocer un poco más su dinámica y relevancia para los habitantes del municipio, Filo.News habló con Morena Arin, médica generalista y coordinadora del centro; y con Matías Olmos, quien estuvo 14 días pasando allí su aislamiento luego de confirmado su diagnóstico por coronavirus.

"Cuando entra una persona con sospecha a uno de los centros de salud es derivado por ambulancia a los hospitales donde se realiza el hisopado. Si reúne los requisitos habitacionales para aislarse de la familia espera el resultado en su domicilio, sino es derivado a Bomberos o al La Salle [espacio educativo en la localidad de Villa Bonich] a la espera del resultado", comienza explicando Morena.

Luego, si es negativo se le da el alta y en caso contrario continúa el aislamiento por 14 días, que puede realizarse en el domicilio (con seguimiento telefónico que incluye control de parámetros como la temperatura y el surgimiento de síntomas o pautas de alarmas) o en alguno de los centros de aislamiento para pacientes COVID-19 positivo; como el CE.M.E.F. o el Club San Andrés.

Estos cuentan con 200 camas, equipos de enfermería y administración las 24 horas, así como también con personal de maestranza, una unidad gastronómica que se encarga de entregar las cuatro comidas en una dieta balanceada y asesorados por nutricionistas, y espacios recreativos para niños y niñas.  

"Si bien la situación no es la ideal para las personas, se ha trabajado de forma tal de generar un lugar digno y acogedor apuntando al acompañamiento y cuidado integral de las personas, facilitando el contacto con la familia a partir de la disponibilidad de WiFi en estas sedes", agrega.

Para entrar más en contexto —y desde otra perspectiva— Filo.News también habló, como se dijo más arriba, con Matías Olmos, un profesor de educación física que estuvo en aislamiento en el Club San Andrés luego de dar positivo para COVID-19.

Él cree que se contagió en el comedor donde estaba de voluntario, ya que era el único lugar a donde iba, "con el permiso de circulación correspondiente", aclara. "A veces me tocaba estar sirviendo la comida, otras alcanzando los táperes con comida a la gente y a veces, como sabíamos que había gente grande que no podía salir, les llevábamos nosotros mismos la comida hasta la puerta de la casa. Es muy probable que en ese intercambio me haya contagiado".

"Hoy se cumplen 14 días del aislamiento y la verdad, me sentí muy cómodo con la atención. Las enfermeras nos cuidan día y noche, pasan tres veces al día a controlarnos la temperatura, la presión y que todo esté bien. Es importante el tacto en estos momentos. Las enfermeras son súper amables y atentas, estoy satisfecho".

Matías ahora está bien, pero el proceso no fue fácil. Según cuenta, estuvo tres días con buen ánimo hasta que le cayó la realidad encima. "Me costó aceptar que me tenía que quedar 14 días aislado de mi familia. El encierro, el estrés, la incertidumbre y el extrañar a tu familia te hacen pasar por un momento no muy agradable. Creo que es súper importante el acompañamiento y la empatía de los médicos, de los enfermeros; que estén alerta ante cualquier ataque de ansiedad, o de pánico incluso, que le puede pasar a cualquiera".

Este instinto de cuidar al otro se hace más evidente en tiempos difíciles y no tiene como únicos protagonistas a las y los trabajadores de la salud. En el barrio de Villa Hidalgo donde vive Matías, parte de una localidad del extremo norte del partido de General San Martín (José León Suárez), los habitantes también son participantes activos del intento de contener la pandemia y abordar sus consecuencias.

"Mi barrio es súper humilde. Un barrio de gente laburadora", cuenta sobre uno de los muchos barrios populares de San Martín mezclados con la urbanización tradicional. "En este último tiempo las escuelas de las cercanías, como el colegio San Martín de Porres, estuvieron muy presentes con las familias. También mucha gente dispuesta a servir comida para la gente".

"Era prescindible que nosotros, que conocemos a las familias del barrio, les podamos brindar el apoyo desde desarrollo social. Todo por medio de contactos. Cuando había que agilizar algo, por ejemplo, la ambulancia o familias a las que no les llegaban las bolsas de mercadería, acudíamos a los contactos", explica sobre este nexo que hacían las escuelas y que se gestó por las relaciones de trabajo.

Por otro lado, nos cuenta también de la participación de la iglesia: hay varias a lo largo de toda la localidad de José León Suárez y funcionan todo el año. "Hay un gran grupo de jóvenes, de hombres, de curas, que se ocupan de la necesidad de los barrios, y cada grupo tiene un rol específico. Ahora, por ejemplo, hay grupos de jóvenes recuperados [de adicción a las drogas] que van a las villas a desinfectar las calles y veredas con todo un equipo sanitario".

Es una tarea comunitaria y los varios grupos se van rotando para que, en caso de que haya algún contagio, no se contagien todos sino el grupo que le tocó ir ese día, "para no suspender el servicio a la comunidad que es un pilar fundamental, la comida".

"La verdad que es un despliegue tremendo que hace la iglesia en esos barrios tan vulnerables", agrega.

Ya recuperado y con ganas de ayudar, Matías reflexiona: "Te encontrás con algo que no sabés a lo que te enfrentás, y a nosotros nos encanta tener el control de las cosas, que nada se nos escape. Pero en ese momento, en la prueba nos damos cuenta que somos vulnerables y que muchas veces tenemos que ceder el control de las cosas a Dios. Creo en Dios y desde mi perspectiva, lo vivo como una prueba, en donde la fe es mayor que el temor", concluye.

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