La muerte de un chico de 15 años a raíz de la mordida de una araña de rincón despertaron el miedo por las consecuencias del veneno de este arácnido nativo de nuestra región, perteneciente a la familia de los Loxosceles.
La Loxosceles laeta, como se la conoce genéricamente es considerada la más peligrosa del género de Loxosceles y es común en Chile, aunque también aparece en Guatemala, Perú, Ecuador, Uruguay y el sur y el este de Brasil.
Su color suele ser marrón pero también puede ser gris claro. La araña tiene hábitos nocturnos, preferentemente en las noches calurosos y con humedad, incluso, durante el invierno el arácnido tiene a desaparecer hasta la primavera.
El veneno es terriblemente tóxico, 100 veces más que el de una víbora de cascabel y el antídoto para curarse debe aplicarse como máximo ocho horas después de la mordedura.
La araña de rincón suele guardarse en lugares poco higiénicos como muebles, cuadros, tanques de agua, librerías o armarios con ropa.
Al principio la mordida es similar a la de una hormiga, por lo que la víctima suele relajarse, pero a las 4 horas de haberla sufrido comienza a doler y se genera una lesión cutánea.