Estados Unidos está viviendo una ola de despidos jamás vista en su historia: en apenas dos semanas, 10 millones de personas se quedaron sin trabajo y se anotaron para cobrar el seguro de desempleo. Como consecuencia de los efectos del coronavirus, el país del norte se enfrenta a una catástrofe económica. Se espera que la recesión producida por la pandemia supere largamente a la vista durante la crisis del 2009. 

El Departamento de Trabajo de los Estados Unidos informó que la cantidad de personas anotadas para cobrar el seguro de desempleo durante la semana pasada llegó a 6.648.000. Se trata de un récord histórico, con números que duplican el informe de la semana previa, donde 3.348.000 personas llenaron el formulario.

De esta forma, en tan sólo dos semanas, 10 millones de personas se quedaron sin empleo, un doloroso reflejo del devastador efecto económico producido por el cierre de fronteras, paralización de vuelos internacionales y las medidas de confinamiento aplicadas por más de la mitad de los estados del país del norte y su gobierno federal para evitar la propagación del virus. 

La publicación de estos datos muestran cómo la realidad supera las previsiones realizadas por los especialistas. Por ejemplo, el último informe del banco de inversión Goldman Sachs esperaba una ola de despidos de alrededor de 5,5 millones de personas para los Estados Unidos. 

Por otro lado, una publicación de la Reserva Federal de Saint Louis estimó que el desempleo podría llegar al 32% durante el segundo trimestre y más de 47 millones de trabajadores pueden llegar a perder su empleo debido a la pandemia. El pico de desempleo durante la Gran Depresión fue 24,9 por ciento. En tan solo dos semanas, la ola de despidos por la pandemia ya igualó a la creación de empleos durante la presidencia de Donald Trump.

Además de la ola de despidos, existe un impacto en el mercado laboral que no logra ser cuantificado en las estadísticas. Miles de trabajadores en todo el país han sufrido recortes salariales o perdido beneficios sin llegar a ser despedidos o suspendidos por sus empleadores. Las estadísticas laborales tampoco reflejan el empleo informal, una situación en la que viven, especialmente, millones de inmigrantes indocumentados en todo el país.