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El MERCOSUR cumple 30 años: sobran diagnósticos, faltan cambios

Con su potencial como principal atributo en estas tres décadas, el proyecto integrador celebra un nuevo aniversario desde la firma del Tratado de Asunción en el año 1991. 

El MERCOSUR cumple 30 años: sobran diagnósticos, faltan cambios

Un día como hoy pero del año 1991 Carlos Menem; Luis Alberto Lacalle; Fernando Collor de Mello y Andrés Rodríguez firmaban en Asunción el Tratado homónimo que institucionalizaría la creación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), incorporando a la iniciativa argentino-brasilera promovida algunos años atrás la membresía plena de Uruguay y Paraguay. 

Tres décadas más tarde el pequeño pero siempre selecto grupo de analistas internacionales de la Argentina reeditan tendencias nacionales y se dividen frente a esta instancia de integración entre aquellos que ven en el MERCOSUR un aguantadero anónimo perdido en la irrelevancia y quienes lo entienden como la mejor herramienta frente a un mundo que cada vez ofrece menos oportunidades. 

En esta nota te planteo una tercera posición anclada, precisamente, en tres grandes ejes: el primero va a espantar a ambas posturas descritas en el párrafo anterior y es la de explicar, al menos brevemente, qué es esto del MERCOSUR y cuáles son sus ejes fundantes; en segundo lugar le voy a dar la razón a los críticos del bloque para en último término, borocotización mediante, hacer lo propio con sus promotores. 

El MERCOSUR: sabemos quien “lo hizo” pero ¿qué hace?

En modo pocas palabras podes pensar al Mercado Común del Sur como un proceso de integración regional que inicialmente y de manera plena lo integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, en tanto que posteriormente se incorporó a la República de Venezuela, así como al Estado Plurinacional de Bolivia. 

Sobre estos últimos dos casos algunas consideraciones. El país caribeño se encuentra suspendido en conformidad con lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 5° del Protocolo de Ushuaia, el cual menciona las sanciones resultantes si se observara la “ruptura del orden democrático” de un Estado integrante del bloque.  

(de izq. a der.) | Rodrígez; Collor de Mello; Menem y Lacalle 

El caso de Bolivia es diferente. El país se encuentra en proceso de adhesión al bloque, es decir, es Estado Asociado pero no Parte, teniendo desde el año 2015 pendiente su ratificación como integrante pleno del MERCOSUR, demora incluida en el listado que los críticos del espacio remarcan en negrita y subrayado. 

Pero antes de eso también es importante que sepas que en general los proyectos de integración suelen ser sintomáticos de los tiempos de época en que surgen. En este caso, el inicio de la última década del siglo XX estuvieron enmarcados en la figura del regionalismo abierto, dando prioridad a las variables económico-comercial por sobre el resto. 

Osea que desde su creación el MERCOSUR tuvo como objetivo principal desarrollar un espacio común que generara oportunidades comerciales y de inversiones a través de la integración de estas cuatro economías nacionales al mercado internacional.

(de izq. a der.) | Chávez; Rousseff; Mujica y Fernández 

Entonces, la realidad es que, si bien sería injusto pensar a esta experiencia solo desde la variable económica-comercial, injusto porque la propuesta supone ejes orientados a la educación, el transporte, la agricultura, los derechos humanos y la salud, entre otros, lo cierto es que sus objetivos fundantes apuntaron y siguen apuntando en esa dirección. 

De hecho, si leemos el Tratado de Asunción que hoy celebra el aniversario de su firma, el artículo 1° de los 24 totales nos da una idea bastante clara de este estado de situación bajo los cuatro apéndices del proyecto: 

  1. La libre circulación de bienes y servicios a través de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias 
  2. El establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común con relación a terceros Estados o agrupaciones
  3. La coordinación de políticas macroeconómicas entre los Estados 
  4. El compromiso de armonizar sus legislaciones en las áreas pertinentes, para lograr el fortalecimiento del proceso de integración.

Con este ABC del MERCOSUR pasemos entonces a ver las dos lecturas anticipadas, teniendo en agenda que ambos enfoques tienen en la complementación y no es la disyuntiva la mejor alternativa de críticas y desafíos posible. 

Un MERCOSUR irrelevante 

Los 30 años desde la firma del Tratado de Asunción son una ocasión inevitable y justa para reflexionar sobre esta experiencia de integración que verdaderamente corre el riesgo de la irrelevancia. El riesgo es claro y sencillo: el mayor atributo del MERCOSUR 30 años después sigue estando en su potencial y no en su presente. 

En la idea de que aun con altibajos, el bloque es el mejor camino para proyectar a la región bajo un espacio estratégico e histórico integrado y frente a un sistema internacional cada vez más competitivo que además exhibe los equilibrios básicos del orden social y mundial post guerra fría, nuevamente en transición. 

(de izq. a der.) | Vázquez; Bolsonaro; Macri y Abdo Benitez 

Pero lo cierto es que la falta de resultados en los pilares del Acuerdo antes visto también permiten y hacen necesario pensar los que a mi criterio son los cuatro grandes obstáculos (los optimistas dirán desafíos) del MERCOSUR: 

1. Ausencia de políticas de largo alcance: En sintonía con las tendencias presidencialistas y de coyuntura propias a la región, en materia de integración no se logran trascender las eventualidades de los cuadros políticos de turno. 

Esto es visible también en la perspectiva disyuntiva que los gobiernos suelen tener en las intensidades otorgadas a los proyectos de integración, privilegiando ciertos perfiles integracionistas en desmedro de otros. 

2. El tiempo: El letargo tanto en la concreción de medidas así como en la adopción de lo convenido en el marco legal interno de cada país suele incidir negativamente en el alcance de un proceso de integración efectivo. 

Esto muchas veces impacta en una lectura errónea del sistema internacional y los desafíos que su propia dinámica refiere.

3. El carácter intergubernamental: La incapacidad de trascender la estructura entre Gobiernos e incorporar de manera efectiva a los actores de la sociedad civil.

Si bien los proyectos de integración no necesariamente deberían ser un parque de diversiones sí tienen que promoverse como un espacio de visibilidad y alcance para el pleno de la ciudadanía y no para los poco afortunados que disponen de un auto modelo 2015 en adelante con su Patente Única. 

4. La desconfianza previa: En un doble sentido. Por un lado, entre los Estados miembro y la reticencia a ceder posiciones frente a un potencial bien común. De otro lado, la distorsión entre lo retórico o prometido con el desarrollo efectivo de políticas genera un descreimiento generalizado en la efectividad de ciertos espacios de integración.

Siendo que el mundo hoy es muy diferente al de 30 años atrás: emergió China, se impuso la digitalización, se reconfiguró el poder mundial y se debilitó el sistema multilateral de comercio, entre las infinidades a las que podríamos hacer mención, habría que pensar de qué manera reorientar algo que solo parece escrito en piedra para no cumplirse. 

Un MERCOSUR de oportunidades

El bloque puede ser una plataforma para la proyección internacional, eso está claro. El volumen y la relevancia de los cuatro países juntos despiertan el interés de las grandes potencias del sistema internacional, siendo China el caso que mayor interés y novedad reciente respecta. 

Desde una perspectiva integracionista, el principal desafío pareciera ser el poder conjugar una estrategia conjunta desde Estados parte en la que se prioricen temas como la ampliación de la oferta exportadora y la generación de mayor productividad.

Con las asimetrías de Brasil con el resto y las de Argentina para con Uruguay y Paraguay, pero el MERCOSUR no deja de representar la quinta economía del mundo, poseer una de las más importantes reservas de agua dulce del planeta como el Acuífero Guaraní, así como una inmensidad de recursos energéticos, tanto renovables como no renovables.

El MERCOSUR celebra 30 años de existencia | Foto: Télam

Entre el poder y el ser está la grandísima distancia entre lo retórico y lo sustantivo. Quedará por verse si, esa unidad y diversidad tantas veces ponderada logra en un contexto de tanta incertidumbre incorporar ya no promesas sino resultados y en ello una mejor calidad de vida para las cerca de 300.000.000 de personas que integran este espacio. 

El año 2020 fue un punto de inflexión para el regionalismo latinoamericano, teniendo su momento de menor expresión política en una coyuntura en que se lo necesitó y mucho. El MERCOSUR no se encuentra exento de este vaciamiento y deberá tomar nota de este aniversario para reorientar su presente pero fundamentalmente su futuro, la irrelevancia aparece en el camino, los cambios debieran ser el Norte. 

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