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El coronavirus obliga al Gobierno a cambiar su agenda económica 

De la negociación de la deuda a sostener el nivel de actividad. Cambio de prioridades

El coronavirus obliga al Gobierno a cambiar su agenda económica 

La rápida expansión del coronavirus y sus efectos económicos obligaron a los gobiernos de todo el mundo a recalcular sus estrategias. Pérdidas incalculables de valor en los mercados financieros globales reflejan un parate generalizado en la actividad económica real. Fuertes caídas del consumo y la paralización en la industria se desprenden de las drásticas medidas sanitarias tomadas en los países centrales. 

Lógicamente, nuestro país no es la excepción. Desde la asunción de Alberto Fernández y la designación de Guzmán al frente de la cartera de Economía, la prioridad de su Gobierno fue la reestructuración de la deuda. Los efectos devastadores del virus en Europa advirtieron a las autoridades nacionales sobre la potencialidad de la enfermedad. En este sentido, la emergencia sanitaria obligó al Gobierno Nacional a cambiar por completo su estrategia. Mientras los planes originales partían de superar el drama de la deuda externa para luego avanzar en una recomposición económica, ahora la ecuación se invierte. Sostener el nivel de actividad y consumo pasó a ser la prioridad número uno de la administración.

Las medidas

Este martes, el Gobierno decidió lanzar un paquete de estímulos económicos. Un presupuesto de $100.000 millones para la obra pública hasta ahora paralizada, exención del pago de contribuciones patronales, el relanzamiento del plan Procrear, el pago de una parte del salario de trabajadores privados por el Estado, establecimiento de precios máximos y bonos extraordinarios, entre otras medidas. Se trata de un clásico plan de inyección de recursos para sostener la actividad privada mediante fondos estatales, con el foco puesto en las personas de menores ingresos. 

Sin embargo, quedaron por fuera de los anuncios sectores muy afectados por el parate. Tanto monotributistas como autónomos, además de los trabajadores no registrados, no fueron incluidos entre los beneficiarios.

Medidas de este estilo se están tomando en todo el mundo, aunque en diferente magnitud. Trump se encuentra negociando con el Congreso estadounidense un desembolso de u$s 850.000 millones de dólares, Italia un estímulo de 385.000 millones de euros, o el caso de España por 200.000 millones. Lógicamente, la diferencia entre los recursos a inyectar se desprende del avance desigual del virus entre los países y del tamaño dispar de sus economías. Pero existe un aspecto fundamental que deja a la Argentina en peores condiciones para enfrentar las consecuencias económicas de la pandemia: nuestro país ya se encontraba en una crisis antes del brote.

Recursos

 

Los anuncios nos dejan una duda evidente: ¿de dónde saldrán los recursos para financiar esta expansión del gasto? El ministro Guzmán ya aclaró en el Congreso que las cuentas públicas serán deficitarias durante este año. Incluso, es de esperar que la crisis genere una caída en la recaudación del Gobierno. Esta semana, la secretaría de Finanzas buscará canjear deuda en pesos para estirar sus plazos de vencimiento, evidenciando sus dificultades para reconstruir este mercado. Por estos motivos, es de esperar que las medidas sean financiadas mediante liquidez bancaria y emisión monetaria. 

En las próximas horas, el Banco Central reducirá encajes bancarios para que los bancos presten dinero a las Pyme. El resto de las medidas deberán enfrentarse con emisión. Si tenemos en cuenta que, desde noviembre hasta la fecha, el BCRA financió al Tesoro por $532.000 millones en concepto de adelantos transitorios, en un contexto de baja demanda de dinero y tasas de interés en caída, pueden existir consecuencias negativas. El riesgo de un traslado hacia la compra de dólares en los diferentes mercados y una ampliación de las brechas cambiarias, además de una aceleración en la inflación pueden sumarle más dolores de cabeza a Guzmán en el corto plazo. 

El futuro de la economía argentina está lleno de incertidumbre. La profundización de estas medidas están atadas a la evolución de la pandemia en nuestro país y el futuro de los mercados financieros internacionales. Hace unos meses, Alberto Fernández comenzaba su mandato con el objetivo de renegociar la deuda rápidamente para incorporarse a los mercados internacionales de financiamiento y poner en marcha la economía. Hoy, el camino puede ser el inverso: las complicaciones en torno a la reestructuración de la deuda y los efectos del coronavirus empujan al Gobierno a aceptar una nueva realidad de aislamiento y del “vivir con lo nuestro”.

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