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No, el asesino de Nueva Zelanda no se entrenó en Fortnite

El autor de la masacre de Christchurch mencionó el videojuego del momento en su manifiesto, pero en su ironía esconde verdaderos vínculos con una cultura tóxica que compone cierta parte de la industria.

No, el asesino de Nueva Zelanda no se entrenó en Fortnite
Fortnite, el juego mencionado por Brenton Tarrant (Epic Games)

“Fortnite me entrenó para ser un asesino y bailar sobre los cuerpos de mis enemigos,” dice la sección de preguntas y respuestas de The Great Replacement (“El Gran Reemplazo”) el manifiesto publicado en las redes por BrentonTarrant, el autor de la masacre en las mezquitas en Nueva Zelanda.

Los medios sensacionalistas no tardaron en aferrarse a esa frase para definirlo como “el asesino de Fortnite” obviando, como es costumbre, parte de la narrativa. El texto completo de esa sección dice:

“¿Fueron los videojuegos, la música, la literatura y el cine los que te inculcaron la violencia? Sí, Spyro the Dragon 3 me enseñó de etno-nacionalismo. Fortnite me entrenó para ser un asesino y bailar sobre los cuerpos de mis enemigos. 

No.”

Parte del manifiesto del tirador.

Tarrant está anticipando la tendencia de los medios dominantes a atribuir a formas de arte las influencias de un sistema que permite y promueve el crecimiento y la radicalización de movimientos de derecha a partir de la demonización de etnias, religiones, nacionalidades e ideologías. Las menciones parecen tener como objetivo la creación de un tipo de narrativa controlada: apelando a los ejemplos más ridículos se quita el foco de atención de aquellas experiencias interactivas con la que el hecho comparte elementos.

Nadie que haya jugado o visto una partida Fortnite, un título que debe gran parte del éxito a su caracterización de la violencia, su aspecto infantil y su explosión como fenómeno social, encontraría similitudes entre las imágenes transmitidas por el terrorista y el juego. Instalar la idea de que la experiencia interactiva más popular del mundo es causal de una tragedia de este tipo es tan ridícula como desestimar a Spyro the Dragon, un juego en el que el jugador controla a un dragón púrpura que debe recuperar huevos robados por una hechicera, como el gestor de la ideología detrás del ataque.

El rol de la violencia interactiva en el comportamiento de los jóvenes es un tema complejo que ha sido debatido y estudiado a lo largo de décadas. La gran mayoría de las investigaciones arrojaron resultados negativos, pero este caso en particular muestra demasiadas similitudes con una parte de la cultura que gira alrededor de los videojuegos.

La masacre estuvo pensada desde un primer momento en función de la viralización: se anunció en un foro que reúne diferentes grupos de odio como 8chan, se transmitió a través de Facebook, se comentó en Reddit y estuvo disponible en las redes de todo el mundo antes de que cualquiera de esas compañías pudiera reaccionar. La responsabilidad de las empresas que controlan las herramientas que utilizan estos individuos para masificar sus mensajes también deberá ser analizada.

Probablemente gran parte de nosotros haya visto (de manera intencional o no) extractos de esos 17 minutos de terror, porque ese era el plan. El video y el manifiesto son herramientas para maximizar la atención del público, y la utilización de una cámara GoPro simulando un juego de acción en primera persona es una referencia clara a un género de juegos que ha banalizado y glorificado la violencia realista durante la última década, sosteniendo su éxito en la celebración de las fantasías de poder de un segmento tóxico, homofóbico, xenófobo, machista e islamofóbico de la cultura tan mal llamada “gamer”. 

Los videojuegos no son un instructivo ni hicieron que Tarrant apretara el gatillo, pero han sido parte importante en la creación de espacios saludable para la gestación y el desarrollo este tipo de individuos, cuyos actos reflejan la ideología de una parte del público de figuras populares que promueven el antisemitismo, como el youtuber Felix “PewDiePie” Kjelberg (a quién el tirador invitó a seguir en su video), y la cloaca de internet que es 8chan.

El youtuber ya ha publicado un mensaje en sus redes sociales en el que asegura estar asqueado de que este individuo lo haya nombrado. Kjelberg, quien consideró que el mensaje “Muerte a todos los judíos” es lo suficientemente gracioso para ser el foco de uno de sus videos. 

El foro 8chan, por su parte, ha borrado todo rastro del anuncio de Tarrant para desvincularse completamente de los hechos. Facebook y el resto de las redes sociales están haciendo lo posible por controlar la viralización de las imágenes, mientras que el manifiesto continúa circulando por los sitios de descarga de archivos. 

Cada persona es responsable de sus propios actos, pero citar una de las frases del manifiesto de 73 páginas para desestimar cualquier tipo de vínculo con la cultura que parte de la industria de los videojuegos promueve es tan facilista como culpar a los videojuegos por la masacre de Nueva Zelanda.

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