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Próvolo: el día después de la víctima que se animó a denunciar

Dayana Lizarraga fue la primera valiente que se atrevió a contar lo que ocurría en el instituto para niños hipoacúsicos. Tras la sentencia, cuenta que “ahora puede respirar”.

Próvolo: el día después de la víctima que se animó a denunciar
Dayana fue la primera víctima que se animó a buscar justicia. (Foto: Hola Mendoza - Canal 7.)

Años de silencio, con la Iglesia intentando acallar las voces y con la impunidad de los sacerdotes como una cicatriz persistente: contra todo eso debió luchar Dayana Lizarraga, la primera víctima del Próvolo que se animó a contar lo que ocurría puertas adentro del siniestro edificio ubicado en Luján de Cuyo.

"Ayer no podía dormir. Fue como quitarse un peso de encima"

El día después de las sentencias, Dayana visitó la televisión junto a su padre, Ariel Lizarraga. Juntos contaron cómo viven el presente y lo que esperan de acá en más. “Ayer Dayana no podía dormir, porque se ha sacado de encima un peso increíble”, contó el papá.

"Cuando vi a los curas presos, volví a respirar"

Dayana coincidió: “hoy estoy bien, muy feliz. Tenía miedo de que los curas quedaran libres. Pero cuando vi que iban presos fue como volver a respirar”, contó la joven.

Luego de la denuncia de Dayana, los testimonios se multiplicaron. Decenas de niños hipoacúsicos de diferentes provincias rompieron el pacto de silencio y sacaron los crímenes a la luz. Y entonces se supo que en el Próvolo eran los mismos curas –encargados de la custodia de los chicos- quienes perpetraban las peores aberraciones.

"Esta gente sabía cómo influir en los niños para que no hablaran"

Ariel contó que antes de que Dayana se animara a hacer la denuncia, no había hablado sobre este tema con su hija. “Yo no tenía idea. Había un modus operandi de esta gente en todo el mundo: tenían muy claro cómo influir sobre los niños para que no hablaran. Así que me encontré con la noticia cuando me llamó por teléfono la policía y me avisó que mi hija estaba haciendo una denuncia”.

Y si bien la justicia llega tarde, las sentencias llevaron algo de alivio a las víctimas. Dayana dice que al volver al sitio donde sufrió tanto le alegró ver que había más luz. “Me acordé de la oscuridad que tenía ese lugar y me puso feliz ver que está cambiado, con adornos y cosas nuevas. Es mejor que no quede oscuro para siempre”, se esperanzó.

Tanto ella como su padre siguen siendo creyentes. “Esto es un delito que cometieron los hombres, no Dios”, dicen. En efecto, del mismo modo que hubo personas que hicieron el mal, otras ayudaron a las víctimas en su lucha. En ese aspecto, Ariel agradeció el aporte de la senadora Daniela García y la vicegobernadora Laura Montero.

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