El ensayista Alejandro Katz y el politólogo Marcelo Leiras coinciden: el 2018 fue un pésimo si se lo analiza desde el panorama económico. A pesar de haber comenzado con esperanzas de crecimiento, el gobierno se chocó con la realidad y no encontró soluciones hasta bien entrado el segundo semestre, hipotecando el crecimiento. 

En abril comenzó la turbulencia cambiaria, bajo el mando de Federico Sturzenegger, el Banco Central nunca logró dar respuestas y, sumado a una mala relación con Marcos Peña, salió eyectado del Banco Central, mismo camino que seguiría Luis Caputo, por pedido del Fondo Monetario Internacional. 

Recién promediando el último trimestre del año, el gobierno nacional logró la paz cambiaria a un costo altísimo. 

El ring de las elecciones

El año que comienza estará regido, si no aparecen nuevas catastrofes económicas, por las elecciones presidenciales de octubre, donde se espera que Mauricio Macri busque la reelección.

En un año de elecciones, la posibilidad de que en Argentina avance el neofascismo que gobierna Brasil y distinas partes de Europa no tiene una posibilidad real, pero siempre está latente, expresado sobre todo en Alfredo Olmedo, diputado trasnochado que sueña con ser el Bolsonaro argentino. 

¿Al gobierno le molestan los límites de la democracia, que Cristina sea candidata y tenga la culpa de los males económicos? ¿Hay posibilidad de que el neofascismo compita en Argentina?