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Isabel "La Coca" Sarli fue un ícono del cine erótico argentino

A los 83 años, falleció Isabel Sarli, todo un símbolo del cine argentino, que supo trascender su faceta más erótica. 

Isabel "La Coca" Sarli fue un ícono del cine erótico argentino

Hilda Isabel Gorrindo Sarli, “la Coca”, es como el fútbol de los domingos, la ronda de mates o la sobremesa: una costumbre bien argentina. Claro que ella logró trascender la pantalla local, convirtiéndose en un ícono pop que fue mucho más allá de su imagen avasallante y sensual, siempre ligada al sexploitation. Esa carrera profesional que comenzó como modelo en la década del cincuenta -llegó a ser elegida Miss Argentina en el año 1955-, daría el giro definitivo al ser “descubierta” por el director Armando Bó, con quien entabló una relación personal y profesional que se extendería por casi tres décadas, hasta la muerte del realizador en 1981.

Hoy, entristecidos por su fallecimiento, pero celebrando su legado, podemos afirmar que Sarli fue (es) mucho más que la responsable del “primer desnudo verdadero” del cine nacional (perdón Olga Zubarry) en “El Trueno entre las Hojas” (1958), la primera de las doce colaboraciones que compartiría con Bó, transformándose en su musa inspiradora. Ahí mismo, entre las aguas de un arroyo de Misiones que acarician su exuberancia y su largo cabello negro, nacería el ‘símbolo sexual’ que ocupó las fantasías de varias generaciones, pero también la Diva que jamás dio concesiones, ni cabida a las malas críticas sobre sus apariciones en pantalla.

Aquel primer desnudo que la elevó a la fama

A medida que el sensualidad subía de tono con el correr de los años y las películas, la dupla debió enfrentarse a la censura, pero esta “prohibición” lo hacía todo más atractivo para un público local (ahora mayor de 18 años), y el foráneo que disfrutaba de sus historias sin corte alguno. “Favela” (1961), “Setenta Veces Siete” (1962) -de Leopoldo Torre Nilsson-, “La Leona” (1964) y, por supuesto, “Carne” (1968) y “Fuego” (1969) consolidaron su carrera, su estatus de ícono, y el estilo de Bó, entre lo erótico, lo violento, lo ingenuo y cierta denuncia social.   

De ahí sale esa contraposición que la acompañaría a lo largo de su vida y su carrera: la inocencia y la voluptuosidad, la sexualidad a flor de piel y “la mujer de su casa”. Una imagen cortejada por el camp, lo kitsch y lo grotesco de sus películas, que hoy son todo un clásico de culto.

Sarli se retiró de las pantallas y la escena pública tras las muerte de Bó, pero decidió volver esporádicamente después de una década y media, primero con “La Dama Regresa” (1996) de Jorge Polaco, y unos años después con su debut en el teatro de revista junto Moria Casán, Nito Artaza y Miguel Angel Cherutti en “Tetanic”, porque nunca es tarde para probar cosas nuevas.

"Ángel y demonio", una definición que acompañó su vida y su carrera

Hubo más participaciones en cine y TV hasta el año 2010, pero lo importante siempre fue su impronta. Ese símbolo sexual rebosante de exuberancia que seguía latente, aunque la Coca daba esa imagen de mujer más coqueta y “recatada”, bueh, tal vez no tan recatada. Lo bueno de su carrera, ahora vista a la distancia con un ojo más crítico y revalorizado dentro del culto, son sus diferentes facetas y las distintas miradas que propiciaron: las fantasías, la musa inspiradora, y hasta la comunidad LGBT que la reafirmó como ícono.

Por todo esto hoy despedimos con tristeza a este símbolo fundamental del cine y de la idiosincrasia nacional que, todavía, quiere creer aquel mito de: “¡Canalla, ¿qué pretende usted de mí?!”, supuesta frase de “Carne”, que la diva jamás pronunció.

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