“La Casa de Papel” fue el primer gran fenómeno de Netflix en español. La serie se había transmitido originalmente en el canal español Antena 3, resultando un importante éxito de público. Pero cuando llegó a Netflix, algo pasó con esta historia que la volvió un suceso mundial, en especial en una Latinoamérica que se pobló de caretas de Dalí en el Halloween del año pasado.

La serie creada por Álex Pina es una historia clásica de ladrones vs. policías, en este caso un grupo de criminales profesionales liderados por un misterioso estratega que parece estar siempre un paso más adelante de la policía. Hasta que las cosas se complican, claro.

“La Casa de Papel”, más que una serie, parece una película de 15 horas, una novela de misterio dividida en capítulos atrapantes que se consumen con la velocidad que nos comemos esos tachos de pochoclo XL en el cine. Y lo mejor de la serie, la razón por la que todos los que la ven la recomiendan, es que el final es perfecto, una mezcla de gloria y tragedia absolutamente satisfactoria. No se sacá giros dramáticos de la galera, le da su gran momento a cada personaje, y cada uno recibe lo que se merece. No hace trampa.

Hasta que claro, se reveló la peor de las trampas: el final no era el final.

(Por si no viste la historia - de acá en adelante hay SPOILERS)

A pesar de consistir de una única temporada de 15 capítulos, Netflix estrenó “La Casa de Papel” en dos partes, por lo tanto y para simplificar, hablan de este nuevo proyecto como una “tercera temporada” a pesar de que esos quince capítulos son una sola unidad. El primer teaser salió en octubre, cuando empezaron las grabaciones, y a pesar de que Pina asegura tener una gran idea para la secuela, la última imagen del video parecía ir en contra de todo lo que había pasado en ese brillante final.

El tráiler mostraba el reencuentro de todos los actores, desde Ursula Corberó (“Tokio”) hasta Alvaro Morte (“El Profesor”)... pero al final, uno más hacía su entrada: Pedro Alonso como “Berlin”, un personaje que no solo tenía una enfermedad terminal que le daba apenas meses de vida, sino que se sacrifica para ganar un poco de tiempo para sus compañeros y muere acribillado en el túnel que va a la bóveda. No es un disparo en el hombro. No hay un chaleco antibalas. Hay tiros, sangre, y una muerte heroica que la nueva temporada parece anular por completo.

El segundo tráiler deja claro que la serie será una secuela directa e inmediata. No será un nuevo golpe de la banda sino un intento de escapar de la policía que ha rastreado al menos al Profesor y a Raquel (la encargada de la investigación que se cambió de bando) a la remota islita filipina a la que habían huido en el final original.

No se sabe mucho de esta tercera temporada más que la acción tomará lugar a lo largo de varios países. El Profesor y Berlín compartieron una escena grabada en un puente en la ciudad italiana de Florencia, que bien podría ser un flashback, mientras que el equipo grabó una escena en la que llueven billetes en la Plaza del Callao de Madrid.

A la historia se suman tres importantes actores: Najwa Nimri (excelente en “Vis a Vis”, la serie anterior de Pina) como Alicia, el español de raíces armenias Hovik Keuchkerian (“The Night Manager”) como “Bogotá” y el argentino Rodrigo de la Serna en el rol de “El Ingeniero”.

Pina es uno de los guionistas estrella de la televisión española, Netflix ha invertido un presupuesto cuantioso y los personajes son entrañables ¿pero era realmente necesario dar una continuación a una serie de la que sus propios creativos habían dicho que tenía un “final cerrado”? Es más, esto decía en los medios españoles el actor Álvaro Morte en ocasión del estreno del último capítulo:

“No se puede estirar demasiado y eso es de agradecer hoy en día. Es una película larga con final cerrado. Corran a ver los capítulos - me consta que hay gente que se los ha visto enteros en dos días y eso demuestra el nivel de enganche que provoca ‘La Casa de Papel’”

No hay que ir más lejos que “Game of Thrones” o “Breaking Bad” para encontrar series que están estructuradas para sostener su historia a lo largo de varios años. Cada temporada presenta un conflicto, alcanza un climax cerca del final, y deja cabos sueltos y puertas abiertas para contar a futuro - y lo más importante, no agota el arco principal del personaje. Daenerys Targaryen y Jon Snow tienen objetivos que no se van a cumplir en 10 capítulos o 20. El imperio de Walter White no se iba a crear en 2 o 3 años.

Por otro lado, la historia de la televisión está repleta de series aclamadas por la prensa y el público que, quizás, no deberían haber tenido una segunda temporada. En especial en una época en la que la miniserie ha regresado con fuerza gracias a obras maestras como “The Night Of” o “Sharp Objects” de HBO.

Una serie de televisión se vende con una idea, un puñado de personajes, y un guión de primer capítulo (“piloto”). Son pocos los guionistas que tienen pensado un final antes de empezar, y a veces se nota con conceptos que se agotan demasiado rápido y personajes que no tienen la habilidad de crecer y cambiar que necesita un buen protagonista de serie.

Es lo que pasó con la aclamada serie de 2017 “The Handmaid’s Tale”, ganadora de una carretilla de Emmys y Globos de Oro. La primera temporada estaba basada en la novela original de Margaret Atwood, y cuando ese material se agotó, los guionistas de la serie no encontraron otro recurso más que reciclar las torturas que había sufrido el personaje el año anterior, aumentado la crueldad sin explorar mucho más ese universo.

El final de la segunda temporada irritó a los espectadores “reseteando” la historia, casi como si un capítulo de los Simpsons se tratase. La mimada de los premios de 2017 se fue con las manos vacías en 2018.

Netflix suele ser culpable de estirar las historias más allá de lo necesario. La primera temporada de “Stranger Things” fue una sorpresa de lo más agradable, una serie que no se parecía a nada y contaba su cuentito de forma efectiva. La segunda fue básicamente más de lo mismo, y la tercera parece ir en esa dirección. La serie está inspirada en películas de los ‘80 como “E.T.” y “Los Goonies” - que casualmente nunca tuvieron secuelas ¿quizás Netflix podría haber aprendido de ellas?

Son muchísimas las series que nos deslumbraron con una primera temporada y nos perdieron con la segunda… o la tercera, o la cuarta. Podemos hablar de “Heroes”, “Legion”, “Dexter” o “Homeland” y hasta de las locales "El Marginal" y "Un Gallo para Esculapio", pero el ejemplo perfecto, y el que cada creador que busca estirar una serie artificialmente debería considerar, es “Lost”.

La primera temporada de “Lost” es perfecta. Tiene un piloto espectacular, personajes fascinantes, y un final de alto impacto - pero desde la segunda quedó claro que sus autores no sabían cómo terminarla y que una serie que debería haber sido un misterio de una o dos temporadas terminó durando seis años en las que pasó de ser la serie más exitosa del planeta a un sinónimo de no saber cuándo poner punto final.

Solo el tiempo dirá si la tercera temporada de “La Casa de Papel” sigue en los pasos de “Lost” o los de “Breaking Bad”. La serie española vuelve a Netflix este 19 de julio, cuando ya (esperemos) estaremos recuperados de los golpes de “Game of Thrones” y “Avengers: Endgame”.