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El gueto gastro de Chacarita: colaboración y buenos vecinos

El nuevo polo gastronómico de la ciudad de Buenos Aires tiene algo más que rica comida: un grupo de vecinos que en vez de competir, colaboran entre sí. 

El gueto gastro de Chacarita: colaboración y buenos vecinos

Mucho ruido del bueno está saliendo en conjunto y con mucha fuerza desde varias ventanas de restaurantes y bares de una zona específica de la ciudad de Buenos Aires que (por suerte) no tiene a Palermo como primer nombre ni un barrio neoyorquino de apellido.

El cuadrilátero que los agrupa es de unas 7 x 7 cuadras, y solo quedan 5 horas de silencio entre el local que más temprano abre y el último en cerrar, a las 4 am (los fines de semana). Muchos números para decir que es una zona donde ocurren muchas cosas al mismo tiempo, todo el tiempo, todo muy cerca de todo.

Polo gastronómico de Chacarita


Este grupo de restaurantes, bares y cafés ocupan gran parte del barrio de Chacarita, enmarcados por cuatro avenidas: Álvarez Thomas, Dorrego, Forest y Federico Lacroze. A primeras, esta historia de gentrificación gastronómica no tiene mucho de particular: locales pequeños, jóvenes y de emprendedores se ubican en zonas periféricas a las zonas gastronómicas más establecidas (básicamente, Palermo), donde el alquiler es más barato y la oferta de locales menor.

Sin embargo, pasa algo más grande en este barrio, que no se ve a simple vista en una búsqueda en Google Maps, sino que se siente yendo a estos lugares, o por lo menos, visitando sus inastagrams. Hay una energía en común que se comparte: la de la colaboración y compañerismo. Se llaman entre si “vecinos”, y no se ven como competencia sino como complementos. Como dice Martin Auzmendi, uno de los dueños de la vermutería La Fuerza: “si el barrio crece, crece para todos”.

Y eso están haciendo, juntos. No hay nada que una más a las personas que un enemigo en común. Y esta historia también lo tiene: la crisis, que se afronta mejor con la unión. “Entendemos que no competimos entre nosotros, sino que construimos vínculos mejores para salir adelante en conjunto” cuenta Juanma Bidegain, uno de los 3 socios que tiene SEDE, un bar que abrió hace relativamente poco y se enfoca en darle una lavada de cara al whisky, con pop ups, djs y cocktails frescos en una barra que se llena todos los fines de semana, comandada por Ani Varela.  

Estos vínculos son reales. Por un lado, comparten proveedores y pedidos y hasta se autoabastecen. Tanto Anafe como La Fuerza, por ejemplo, compran productos en Chancho Chico, una carnicería boutique que se especializa en muy buenos cortes y elaboraciones de cerdo. “En Chancho Chico nos hacen las salchichas, nos prestan la máquina de vacío, y nos regalan carne que les sobra para que reutilicemos en el restuarante, y que nada se pierda”, cuenta Mica Najmanovich, una de las dueñas del restaurante Anafe, el puertas cerradas sobre Álvarez Thomas, que empuja desde el día uno esta colaboración barrial. ¿Más ejemplos? En La Fuerza le compran el pan a Salvaje Bakery, otro emprendimiento joven que está ahí justo en la periferia del gueto, las chicas de Alegra van seguido a comer a Charlone 101 y viceversa, en SEDE tienen un trago especial con Vermú de La Fuerza, que ambos promocionan fervientemente, Anafe cocinó de invitado en SEDE, en Almacén Comunal tienen el vermú tirado, Alegra también lo vende, y así. 

Como si esto fuera poco, también se recomiendan entre si: “Si Anafe está lleno, recomiendo a quien nos pide una reserva que se vaya a comer a Georgies, y si vienen turistas que quieren ir a tomar algo después de cenar, lo mando a SEDE, es un poco un ida y vuelta”, cuenta Mica Najmanovich. Auzmendi dice que en La Fuerza hacen lo mismo: “hay algo básico de ser vecinos, de visitarse, conocerse, recomendarse”. Y tiene razón. Que la cercanía a Palermo no confunda, al fin y al cabo estamos en el corazón de Chacarita, un corazón bien de barrio, donde por suerte todavía significa algo ser un buen vecino.

El Gueto Gastro de Chacarita:



 

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