Furia trava en la justicia patriarcal: ¿qué pasa con el asesinato de Diana Sacayán?
El asesinato de la activista sentó un precedente en la Justicia al ser catalogado por primera vez como "travesticidio". Pero meses después del histórico dictamen, se dio marcha atrás. En esta nota la abogada de Diana y su hermano analizan las razones y exigen justicia.
Diana Sacayán no era cualquier trava. Era referente, activista y representante de uno de los movimientos más vulneraros de la historia de la humanidad. Su voz, la voz de las personas transexuales y travestis que atraviesan las atrocidades más crueles que impone el patriarcado.
Y cuando decimos "atrocidades" a eso específicamente nos referimos. Maniatadas, coimeadas, violentadas, abusadas sexualmente por las fuerzas de seguridad, sin derecho a una vivienda digna, a una educación sin violencia ni discriminación, echadas de sus casas y sin acceso a trabajos formales por el simple hecho de ser quienes son.
Y eso Diana lo tenía muy en claro. La activista fue asesinada por Gabriel David Marino a sus 38 años. El 18 de junio de este año, su asesino fue condenado a cadena perpetua y por primera vez en la historia la figura de "crimen de odio" y "travestidicio" quedaba marcada en una sentencia semejante.
Es que claro, de nuevo, Diana no era cualquier persona, era la defensora de los derechos que no tuvo, una incansable militante por la identidad trava, una lectora política, influyente y con mucha potencia. El fallo fue histórico y los likes en las redes no tardaron en llegar.
Lo que tampoco tardó en llegar fue el batacazo de la justicia machista. Meses después de ese hecho, les jueces Patricia Llerena, Gustavo Bruzzone y Jorge Luis Rimondi firmaron la resolución que revocó el agravante de "travesticidio" de la condena dictada por el Tribunal Oral Criminal (TOC) 4 porteño, cuando consideraron que Marino había actuado por "odio a la identidad de género" de la dirigente trans.
Pero, ¿por qué? ¿Qué hizo que este paso tan importante sea coartado? Para entender un poco más, Filo.News habló con Luli Sánchez, abogada del caso y con Say Sacayán, activista y hermano de la víctima.
Para la justicia, el crimen de Sacayán no fue un travesticidio porque Marino "la quería", "le daba besos en la boca", lo cual habla de una lectura lineal y muy poco rigurosa de los acontecimientos.
De hecho, otra de las "pruebas" que ofreció se basa en una investigación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en la que hacen referencia a cómo se comenten este tipo de crímenes y con qué brutalidad se llevan a cabo.
Al Marino no haber aplicado la suficiente tortura sobre el cuerpo de Diana, para la justicia el crimen de odio no está justificado. Aún así, lo que llama la atención de este punto es que, cuando el dictamen de Diana como un travesticidio dio vueltas al mundo, desde la CIDH destacaron la noticia como una de las más importantes e históricas de nuestro siglo.
"En el juicio, parte de la prueba que aportamos, ademas del testimonio de Say Sacayan que explicó por qué es el travesticidio en su fenomenologia y dinámicas de violencia extrema vinculada al genocidio, fueron las investigaciones sobre crímenes de odio, travesticidios y transfemicidios realizadas por Diana Sacayan y Lohana Berkins para la revista El teje. Estas investigaciones constituyen un corpus criminalístico y un acervo cultural", explica la abogada.
"La CIDH basa su informe en estas investigaciones a nivel latinoamericano, Diana era entonces la referente de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe (ILGALAC), parte de quienes llevaron a la CIDH a este proceso de reconocimiento de derechos. Por eso la reacción es de dolor, porque hay un conocimiento travesti trans que había sido reconocido en la sentencia de grado y es descartado sin mucho miramiento por la casación", agrega la letrada.
"No voy a ir preso por matar a un puto"
Esta frase fue dicha por Marino en sus declaraciones y es una de las pruebas más claras de que el acusado negaba la identidad travesti de Diana. Y negarla es parte de la violencia estructural que vive este colectivo desde siempre.
Entender la importancia de la figura de "travesticidio" dentro de la Justicia es clave. Que exista un fallo que dictamine que a Diana la asesinaron por ser quien era, significa que el Estado, a través del Poder Judicial, acepta que ser travesti o trans en este país es un factor de riesgo.
La personas trans viven entre 35 y 40 años. Este dato y esta cifra se repite una y otra vez ya que habla de una realidad que la sociedad parece negar. Pero no es desde otro lugar que desde el propio el Estado que se accionan estas violencias que terminan coartando prácticamente la mitad de la vida de un colectivo entero.
"Todo esto es parte de la misma inercia que viene sosteniendo la impunidad de los travesticidios y los transfemicidios. Antes la excusa era que no estaba criminalizado. Ahora está criminalizado hace 8 años pero la excusa es que no es posible probarlo. Por eso cuando me hablan de cambiar la ley una vez más, digo sí, puede ser, pero eso no salva el problema. Las leyes están, los jueces y juezas son quienes no quieren aplicarlas. El travesticidio es una figura popular y la sentencia que lo reconocía es una sentencia popular", explica la letrada.
"No sé qué tengo que pensar. Pareciera que dicen que él la mató 'sin querer', que la amordazó sin querer, que el golpe en la teta se lo hizo sin querer, que la cara de mi hermana terminó en la zapatilla de Marino sin querer. Como si en realidad la culpa de haberse lastimado así fuera de Diana porque intentó defenderse del ataque. Es muy horrible y doloroso", explica Say.
Si bien la noticia de la figura de "travesticidio" dio vuelta al mundo por todo lo que significa, este paso atrás no hizo aún el suficiente ruido. Para la abogada, la decisión de tachar el travesticidio de Diana tiene una implicancia compleja dentro de la Justicia y la idea de volver un derecho adquirido en una realidad, mucha resistencia.
Es inadmisible que existan prácticas judiciales como las de los jueces Rizzi y Anzoátegui, que siguen avasallando los derechos de las mujeres y desconociendo los fallos de la CSJN.
"Esta sentencia es, una vez mas, una inflexión entre lo conseguido y lo que falta. Pero sobre todo, es la explicación de una disputa político jurídica que se da en el terreno judicial, respecto a la escritura travesti en particular. Hay una homologación tolerante de las identidades trans a las identidades cisgénero. Hay una decisión política de este gobierno de llevar esa ficción a la practica, con funcionarias travestis de alto rango y la inclusión laboral trans en empresas estatales y el cupo travesti trans en el estado nacional. Pero aún hay pasos que dar para el reconocimiento de la multiplicidad identitaria", sostiene Sánchez.
"La perspectiva de diversidad dentro de la Justicia tiene mucha significación y esta sentencia, también. Diana es núcleo y es ahí a donde atacan. Por eso estamos convencides de que esta reversa es una respuesta política. 'Bueno, bueno, vamos a atacar el núcleo donde empezó todo'. Es un freno para esta conquista de derechos adquiridos. Es un ataque directo", expresa el hermano de Sacayán.
¿Quién era Diana?
El crimen, cometido el 11 de octubre del 2015, marcó un antes y un después en la lucha del activismo travesti y trans. Sacayán no era una más y no se autopercibía como mujer. Ella reivindicaba la identidad travesti como una identidad política y la necesidad de militancia y visibilización para cambiar la situación de este colectivo.
Lo cierto es que la figura de "la travesti" en la cultura mainstream y en los medios de comunicación, hasta hace no mucho, era ridiculizada y el estigma de "hombre disfrazado de mujer" golpea una y otra vez sus identidades autopercibidas.
No son un chiste, no son un acting ni un capricho. Es importante entender que para la ley las personas travestis y trans existen, que su nombre existe, que sus derechos existen y pasar por encima de esto es, además de violento, anticonstitucional.
Amancay Diana Sacayán nació en Tucumán el 31 de diciembre de 1975 y era descendiente del pueblo diaguita. Cuando era chiquita, junto a su familia se mudó a la localidad de Gregorio de Laferrere, partido de La Matanza en la Provincia de Buenos Aires.
Diana asumió su identidad travesti a los diecisiete años de edad, la cual vivió con orgullo durante toda su vida. También durante toda su vida sufrió persecución policial como la mayoría de sus colegas por las contravenciones que criminalizaban a la homosexualidad y el "travestismo".
Fue presa varias veces pero siempre salió e hizo de esos acontecimientos, acción de militancia. Fue parte del Partido Comunista y llegó a ser candidata a Consejera Escolar. Impulso varios proyectos de ley que fueron convirtiéndose en realidad como la derogación de artículos estigmatizantes que perseguían a las personas en situación de prostitución y a las personas que "se vestían con ropa que no correspondía a su sexo".
Diana creó el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (M.A.L), una organización no gubernamental de lucha contra toda forma de discriminación, con especial acento en la que compromete a personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Trans e Intersex (LGBTI) promoviendo el empoderamiento de las personas travestis y trans para la consolidación del ejercicio de sus derechos.
Impulsó el proyecto que luego se convirtió en la Ley Nacional de Identidad de Género y fue la primera en recibir el DNI con su identidad autopercibida. Participó en la construcción de los libros La gesta del nombre propio y Cumbia, copeteo y lágrimas, informes nacionales sobre la situación de las travestis, transexuales y transgéneros. Participó del primer periódico escrito por travestis en toda Latinoamérica y además fue redactora del suplemento Soy de Página/12.
Cabe destacar que ese largo camino recorrido, lo hizo con el viento en contra. En una sociedad que aún se resiste a todo lo que no es varón o mujer, a la heteronorma y al machismo, la impronta política que consiguió Diana la vuelve histórica para el movimiento y para el mundo entero.
Por todo esto, el juicio por el travesticidio de Diana Sacayán que empezó el 12 de marzo de 2018 ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 4 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es clave.
En principio, Gabriel David Marino, que fue condenado por "homicidio triplemente agravado por haber sido ejecutado mediando violencia de género, por odio a la identidad de género y con alevosía", la asesinó a cuchillazos entre el sábado 10 y el domingo 11 del 2015. La víctima tenía las manos y los pies atados, le habían puesto una mordaza y todo indicaba que fue un crimen “cometido con alto grado de violencia”, según sostiene el expediente.
Por su significado, la importancia y el avance de los derechos de las personas trans y travestis, es que el movimiento LGBTQI* y muchísimas organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional, esperan que los acontecimientos se modifiquen y que este revés de la justicia patriarcal tenga un parate.
"A mí me parece que ellos quieren, con esto, darnos un mensaje. Sí. Pero se van a tener que retractar. Y estoy dispuesto a cualquier cosa. Si bien cansa mucho y son varias las veces que me desanimo, no voy a parar hasta que se haga justicia por mi hermana. Vamos a aplicar todas las estrategias y peleas que haya que aplicar", exacerba Say.
Para apelar a este fallo, la defensa de Sacayán debe recurrir a la Corte Suprema y exigirle que revise este caso que sienta un precedente histórico en nuestro país y en toda la región. "Hay varios planteos que están llegando a la Corte en función del rechazo de las instituciones a aplicar la ley de identidad de genero", indica la abogada y finaliza: "Como dijo Say, estas son respuestas porque los y las compañeras trans y travestis, y no binaries, están ocupando los lugares que tienen que ocupar. El Estado de Derecho ya no es más un privilegio cisgénero".