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Jimena Barón y el arte de ser puta y estar orgullosa

La cantante compartió en su cuenta una promoción de su nuevo tema en la vía pública que imita un aviso de trabajo sexual. En esta nota una suerte de análisis y un intentar ordenar ideas a un tema tan complejo, difícil y caliente como este. 

Jimena Barón y el arte de ser puta y estar orgullosa
La cantante y actriz Jimena Barón. (Foto: Instagram.)

"Si seguimos pensando que la concha es sagrada, difícilmente vayamos a combatir el patriarcado", dice la Secretaria General de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) Gerogina Orellano una y otra vez.

Del otro lado, pilones de argumentos válidos para cuestionar a uno de los oficios más viejos de la historia de la humanidad, miles de mujeres secuestradas, muertas y violentadas por la cosificación que recibe desde siempre nuestro género

El tema es muy complejo y no hay  una única respuesta válida. Pensadoras y filósofas, prostitutas y víctimas de trata, todas feministas y todas enfrentadas por este debate al que ahora se le suma un elemento inesperado: la farándula. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Jimena Barón anuncia su último tema con un afiche que emula las tarjetitas de colores que están pegadas por todo el microcentro con fotos de chicas en bombacha y en poses sugerentes. Muchas de ellas son trabajadoras sexuales y muchas otras, aseguran quienes luchan contra la trata de personas en nuestro país, son de víctimas que trabajan en los prostibulos en contra de su voluntad. 

Áspero el tema para meterle tanto brillo. 

Jimena lo sabe, Georgina Orellano también. Pero la cantante eligió posicionarse, así como se posicionan muchas feministas al hablar al respecto. Y si bien la discusión encierra muchas aristas y es un terreno pantanoso, hay algunas cosas a las que sí podemos echarle luz. 

Están quienes consideran que la prostitución es un trabajo ya que es una actividad que realizan a diario pero que al ser marginada las expone a riesgos que podrían evitarse como la violencia institucional, la discriminación y el nulo acceso a una obra social, aportes y jubilación. 

Están quienes consideran que la mayor parte de las personas que realizan esta actividad no la eligen sino que es la pobreza y los pocos recursos los que las empujan a hacerlo. Que son siempre los varones los consumidores, los secuestradores y los violentos que utilizan el servicio que dan quienes se autoperciben mujeres y no les queda otra que laburar con su cuerpo. Aunque, nobleza obliga, ¿quién se saca el cuerpo para trabajar?

Sí. Ese es un argumento fuerte por parte de las trabajadoras sexuales que buscan que se reconozca su profesión como un trabajo formal. Todas las personas utilizan su cuerpo para generar plusvalía. Desde una cajera de supermercado hasta una gerenta de banco. Y si bien las condiciones en donde se realizan estos trabajos son uno de los grandes problemas porque son lugares oscuros y peligrosos (una esquina en Palermo, en Moreno o al costado de la Ruta 2) la idea de que el Estado alumbre estos rincones con derechos, es una de las soluciones que proponen desde AMMAR.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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A raíz del afiche de Jimena, la foto en su instagram con la Secretaria General de las putas y la promoción de su próximo tema que se titulará "Puta" y, asegura la arista, girará en torno a la libertad y el empoderamiento de nuestros cuerpos, el debate que sucede dentro de los feminismos se encendió otra vez porque se enciende cada vez que puede encederse.

No es simple y no hay una respuesta válida. Son feminidades intentando hacer lo mejor que pueden en un contexto que siempre fue desfavorable para nosotras. Un sistema que explotó y explota nuestra apariencia y nuestra belleza física en su beneficio y nos oprime como víctimas débiles ante las siniestras garras de varones calientes. 

En ese escenario que, nueva ola de feminismo mediante, no mejora ni cambia sustancialmente este punto, nos encontramos todes. Discutiendo sobre nuestro rol con poco margen de acción pero mucho lugar para un debate que, entre las feminidades, era necesario.  

La libertad, la reivindicación del insulto puta, la viveza de generar dinero con el consumo de nuestra imagen y gritarle "leru leru" al sistema, nos hace enfrentarnos. El empoderamiento, palabra gastada, arrastra confusiones. Lo que a vos te empodera a mi me indigna, podría ser un resumen.  

Sería necio no admitir que la moral juega un rol preponderante en todo este análisis. Nacimos y crecimos bajo el subyugo de la palabra "virgen" como etiqueta y la pulcritud sexual como una cualidad que nos salva porque, si no somos putas, ellos nos van a querer para madres de sus hijes, clave si pensamos que el casamiento era la única forma de sobrevivir siendo mujer hasta hace menos de cien años. Es complicado salir de esa lógica y también es poco probable que quienes se oponen al trabajo sexual admitan que la culpa, la moral y la sacralidad de la vagina tienen que ver en la lectura abolicionista. 

Es cierto que la mayoría de las personas que realizan este oficio lo hacen porque no les queda otra, pero también es cierto que varias de ellas sí lo eligen. Ahí, creo, se encuentra el primer escollo. "Mi cuerpo mi decisión", parece sólo aplicar para exigir el aborto legal pero acá, la frase que es latigillo clave en la lucha, empieza a quedar vacía. Porque al cambiar el tema, cambia el significado y esta, como tantas otras frases cortitas, directas y al pie, ya no sirven. 

El feminismo nos enseña miles de cosas y nos muestra un universo amplio y lleno de posibilidades pero a la vez nos confunde bocha. No creo que sea justo señalar lo que hace otra mujer con su profesión, pero lo que sí podemos hacer es analizarlo. Porque, en este caso y en definitiva, lo que toca las redes sociales se convierte en moción popular y la responsabilidad de una figura pública en lo que dice y cómo lo dice es magna. 

Jimena Barón juega, se divierte y mueve el ogt en el escenario como una reina y así se convierte en inspiración para millones de pibas. Es una privilegiada, así como muchas mujeres que quieren y pueden elegir qué hacer con su vida. Y ese factor debería ser clave a la hora de hacer semejante publicidad de una canción que, seguramente y como nos tiene acostumbradas, será éxito y generará mucho dinero. 

Después de ver la publicación, las madres víctimas de trata, interpeladas por ese simulacro de papelitos de burdeles, escribieron una carta abierta al respecto. La carta te hiela la sangre y es una cachetada. "El sistema prostituyente funda sus bases en un entramado oscuro, perverso y poderoso que lejos está de nuestros sueños de libertad y emancipación feministas", sostienen y abren el juego a un análisis complejo lejos de las luces del show. 

Mientras tanto, las putas, de la mano de Orellano, necesitan que la trata de personas comience a separarse de su actividad diaria. "Trata de Personas NO es igual a Trabajo Sexual. No Condenes mi Trabajo. Las Trabajadoras Sexuales NO somos el problema somos parte de la solución", explica la cara de AMMAR. 

Tal vez dividir la cuestión sea una de las claves, porque una cosa es el trabajo sexual, otra la prostitución y otra la trata de personas. El primero de los ejes lo representan feminidades que eligen ese oficio, el segundo quienes no tienen opción y el tercero víctimas de un sistema patriarcal siniestro que secuestra, tortura y viola. 

El problema es que estos tres items se acomodan dentro de un mismo concepto que es el consumo de nuestra imagen y es ahí en donde nace el matete tremendo y somos muchas las feministas que nos cuesta posicionamos en una u otra vereda. Porque está re bien que las chicas empiecen a amigarse con su cuerpo, está buenísimo cambiarle el significado a la palabra puta que durante tantos siglos nos oprimió y nos controló, pero también, en paralelo,  nuestras fotos continúan consumiéndose como producto y los varones siendo los principales usuarios de porno, porstitución y trata. 

Una vez, en una entrevista con la dirigente de Furia Trava, Florencia Guimaraes, que fue explotada sexualmente muchos años y hoy milita el abolicionismo, me dijo: "Es una cuestión filosófica qué empodera a cada una. Para mi el único empoderado es el macho prostituyente que tiene el dinero. Precisamente de ellos nunca se habla".

Tal vez sea cuestión de cambiar el foco, y si; debatir y discutir para adentro de los feminismos porque es necesario, pero empezar a cuestionarlos a ellos que son, en definitiva, quienes mueven los hilos y manejan en patrullero. 

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